Capítulo 7

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Después de almorzar fuimos a la siguiente clase, antes de que el profesor llegara Alan se dirigió hasta el chico con el que lo vi hablando la otra vez, después de hablar un momento con él, el chico le dio uno de sus cuadernos.

Regresó rápidamente en cuanto recibió el cuaderno del chico, sentándose a mi lado.
El profesor de Matemática entró al salón y comenzó enseguida con la clase.

—Podemos usar sus apuntes pero tenemos que devolverlo antes del viernes.— Comentó en un susurro.

Asentí con la cabeza y ambos pusimos atención a la clase, aunque fuera la más aburrida no queríamos más trabajo. Las siguientes clases pasaron con normalidad y afortunadamente no nos dieron más tareas.

-¿Dónde y cuando hacemos esto?- Me preguntó Alan levantando el cuaderno una vez salimos de la escuela.

Pensé un momento, mañana era jueves y tenía trabajo.

—Hoy, mañana debo trabajar.— Contesté dirigiendo mi vista hacia él.

—De acuerdo, ¿en tu casa?— Me tense un poco ante su sugerencia.

—No.— Respondí con rapidez.— Otro lugar.

Me miró extrañado un segundo.

—En mi casa no es posible tampoco.— Dijo volteando la mirada.

Nos quedamos callados un rato, mientras pensábamos qué hacer.

—Una cafetería.— Mencionó repentinamente.

-Me parece bien.- Asentí de acuerdo, ganándome una sonrisa por su parte.

Mi corazón latía apresurado, sólo por que él sonreía y recién era consciente de ello. Fuimos a una cafetería a unas calles cerca de la escuela.

Pedimos un café para cada uno y nos sentamos a un lado de la ventana. Comenzamos a copiar lo que nos faltaba en los cuadernos, después de un rato ordenamos unos tostados de jamón y queso.

—¿Tienes hermanos?— Preguntó Alan, iniciando una conversación.

—No, soy hijo único— Contesté escribiendo.— ¿Y tú?

—Tenía una hermana, murió.– Contestó mirando por la ventana.

—Lo lamento— Bajando la cabeza.

—No lo hagas, iba a pasar.– Dijo esta vez con seriedad, regresando su atención a su cuaderno.

Luego de despedirme caminé en dirección a casa, mientras que Alan se encaminó a la suya. La noche ya había caído y en viento fresco erizaba el vello de mis brazos, hoy sería una noche algo fría.

Cuando al fin llegué, noté que no había nadie pues las luces se encontraban apagadas, más relajado encendí la luz de la cocina y me preparé algo para comer. Y por primera vez en tanto tiempo tome lugar en la mesa y cene en paz.

Limpie los trastes y subí las escaleras, sin molestarme en cambiarme me tiré sobre la cama, en lo que tardé en dormirme pensé en lo que sentía por Alan, era la primera vez que me interesaba por alguien y no estaba seguro de que hacer con él. Cerré mis ojos logrando dormirme rápidamente.

Un ruido se sintió en el pasillo, abriendo levemente mi puerta me asomé un poco viendo una silueta en la puerta de la otra habitación, era Adelina.

Ella salió de su habitación, caminaba tambaleante hasta la escalera, al llegar se tomó de la barandilla disponiéndose a descender, me acerqué sin hacer ruido posicionándome detrás suyo.

Tan sólo había bajado dos escalones por culpa de su mareo, rápidamente impacte mis manos con fuerza contra su espalda provocando su desequilibrio y caída, gritó espantada. Rodó por las escaleras chocando su cabeza varias veces con la pared y algún escalón.

Finalmente quedó inmóvil en el suelo, el cuello claramente se veía roto, su cabeza se encontraba doblada en una posición dolorosa a la vista de cualquiera; tenía la boca entreabierta y sus ojos ya no mostraban vida. Sólo me veían fijamente.

El sonido incesante y molesto de la alarma me despertó, estaba algo agitado y con un poco de sudor en mi frente, me quedé en la cama un rato pensando en lo que había soñado, habían sido pocas veces las que tenía ese tipo de sueños, así que no me causaba alguna reacción, al ver la hora no le di más vueltas y me levanté, tomando una ducha rápida. Salí de casa sin desayunar, caminando a la escuela.

Tóxico AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora