Un llamativo letrero con la palabra Motel iluminado en color rojo se hizo visible desde la carretera, con el nombre de este en color blanco debajo. Alan dirigió la camioneta hasta el Motel, estacionando frente a dicho establecimiento.
—Quizá deberíamos descansar— Dijo en cuanto apagó el motor del vehículo—Al menos, por el momento.
—Sí, no has dormido casi nada— Mencioné.
—Mientras más lejos estemos, mejor— Profirió bajando de la camioneta.
Cuando ingresamos nos topamos con la recepción siendo atendida por una chica de aproximadamente diecinueve o veinte años. Alan se acercó a la mesa para pedir una habitación, mientras yo dejé pasear mi vista por el lugar hasta detenerme en un pequeño cartel colocado sobre el mostrador, con los requisitos para alquilar un cuarto.
Se necesita una identificación para verificar la mayoría de edad, Alan y yo aun no tenemos la mayoría de edad.
Concentré mi atención en la recepcionista y Alan, sin acercarme, notando la sonrisa y miradas insinuadoras de parte de la chica a Alan, quien completaba el registro y entregaba su identificación con una sonrisa ladina.
Con prudencia y paciencia me mantuve al margen hasta que finalmente le entregaron una llave con el número de habitación en el llavero color rojo.
—¿Porqué pediste dos camas?— Cuestioné mientras avanzábamos hasta el cuarto una vez salimos de la recepción.
—Por que pedir una de pareja se vería extraño— Respondió cómo si fuera algo obvio.
Molesto giré mi rostro para verle, haciendo que se detenga por un momento.
—Ya no estamos en la maldita escuela, además... ¿Qué onda con esas sonrisas que le dabas?— Inquirí, celoso de que haya seguido la coquetería de la recepcionista.
—Ya estas de celoso...— Se burló con picardía—¿Te da envidia mi hermosa sonrisa?— Añadió bromeando.
—No, mientras sea a mi a quien sonrías— Contesté con seriedad.
Alan se sonrojó un poco, pero rápidamente intentó disimularlo riendo y apartando el rostro.
—A veces dices cosas muy tontas— Se río nuevamente evitando mirarme.
Recordé entonces lo de la identificación.
—¿Cómo es que conseguiste que te retara la habitación? Se necesita ser mayor de edad para ello— Cuestioné con un atisbo de celos punzando en mi pecho, el simple hecho de pensar que se trataba de un favor... No, Alan no tenía porque deberle nada a nadie, menos a una mujer como esa.
—Por que ya soy mayor de edad— Contestó reanudando el camino a la habitación.
—¿Qué? ¿Desde cuando, y porque no me habías dicho?— Pregunté molesto siguiéndolo.
—¿Qué? ¿Desde cuando, y porque no me habías dicho?— Pregunté molesto siguiéndolo.
Entramos en el cuarto con el numero trece en la puerta, la habitación disponía con dos camas individuales separadas una al lado de la otra, un sofá junto a la ventana y una puerta que iba al baño.
—Desde aquel día en que todo ocurrió, y no creí conveniente decírtelo ya que no era algo que me entusiasmara— Dijo restándole importancia.
—Aun así, me hubiera gustado estar al tanto de eso— Manifesté todavía disgustado.
—Bueno, ese día estuvimos juntos hasta tarde, así que creo que con eso fue suficiente— Refutó lanzando su maleta al sofá, encaminándose al baño.
Me senté en una de las camas dejando mi mochila a un lado cuando la puerta del baño se cerró. No había nada que pudiera hacer, realmente me había molestado que no me lo dijera, por que aunque a él no le importara, a mi en cambio sí.
Me recosté en el colchón cubierto por una ligera cobija, escuchando el agua de la ducha caer, y cerré mis párpados por unos minutos.
Volví a abrirlos incorporándome en la cama al escuchar la puerta del baño abriéndose, Alan salió con una de las gruesas toallas del motel envolviendo su cuerpo y se dirigió al sofá por su maleta. Me levanté caminando hasta estar cerca de él, abrazándolo por la espalda, dejando algunos cortos besos por cuello mientras intentaba hacer que soltara la toalla.
Con brusquedad se apartó, se dio la vuelta y me observó con seriedad unos segundos sin decir nada, de igual forma lo miré confundido y sorprendido por su actitud. Bajó la mirada y volvió a su quehacer, sacar su ropa de la maleta para cambiarse.
—Creo que también tomaré una ducha— Murmuré más para mi, pues Alan se encontraba concentrado en seleccionar su ropa.
Cerré la puerta del baño y quitándome la ropa, entré en la bañera. Menos de media hora después, con una toalla alrededor de la cintura me planté frente al espejo del baño, mientras secaba un poco la humedad de mi cabello con una toalla más pequeña.
Apoyé las palmas de mis manos en la cerámica del lavabo, apretando con fuerza mientras mi mirada se perdía en las cicatrices que surcaban mi diestra, como una marca permanente de la última agresión de Adelina.
De alguna forma, comprendía por que sentía que Alan y yo teníamos cosas parecidas, no sólo por haber sufrido abuso desde la niñez, si no que había algo más. Mucho mas complejo y turbio, ninguno de los dos sentíamos remordimiento por lo que hacíamos, incluso si eso era dañar a una persona.
Por esa razón, no sentí nada cuando Adelina murió, sólo una insana satisfacción y deleite al ver como su vida termino. Alguna vez la quise, quise ayudarla a que se recuperara de su adicción, pero tuve que ser realista y entender que ya nada serviría, se había vuelto loca.
Quizá por eso yo era así...
Solté un suspiro y me di la vuelta saliendo del baño, encontrando la habitación en penumbras, casi en total oscuridad de no ser por la luz que salía del baño. Ya era completamente de noche, probablemente las nueve o diez.
Dejando la luz del baño encendida, camine hasta estar en medio de ambas camas, sentándome en la que se encontraba vacía, observando su cuerpo reposar en la cama del lado izquierdo, viendo su espalda subir y bajar debido a su respiración acompasada.
Ladeando una sonrisa, volví a incorporarme; acercándome a él, que percatándose de mi silueta sobre él acechándole, se giró sobre la cama para verme, lo besé mientras que con una mano levantaba la cobija y me recostaba junto a él sin separar nuestras bocas.
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Tóxico Amor
Cerita PendekIan Brown ha sufrido maltrato por parte de su madre desde pequeño, él quiere cambiar su vida y lo conseguirá con ayuda de su compañero de química, quién ha decidido no separarse de él un minuto. Pero... ¿Qué pasa cuando dos personas mentalmente ines...