¿Qué hubiera pasado si Jaime Lannister no se hubiera convertido en un miembro de la guardia real en su juventud?
La historia se remonta un poco antes de la rebelión de Roberth y desde ahí, en adelante.
Todos los personajes pertenecen a George R. R...
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Habían caminado, mucho... Lo suficiente como para haberse alejado de los campamentos de las visitas y la música que ensordecía el lugar ante la pre celebración de torneo y en todo ese trayecto, ni uno de los dos había dicho nada.
—Por favor — la voz de Arthur la sacó de sus pensamientos, provocando que se detuviera y se diera cuenta de que el Ser estaba parado a sus espaldas mirando el suelo — dime algo, te juro que no puedo soportar más este silencio tuyo.
Leonor apretó su mandíbula y lo miró, tan fijo, tan adentro... que Arthur se encogió a sí mismo.
—Te escribí — la amargura tiñó su voz — y esperé una respuesta, días, semanas, meses...
Arthur tragó saliva y dio un paso con temor hacia ella.
—Leonor, déjame explicártelo... por favor
—Un año, Arthur, un año y ni una sola señal de lo que vivimos en el bosque no fue un maldito sueño ¿Sabes lo que es vivir teniendo pesadillas de un beso que ya no estabas segura si pasó o no? — los ojos de Leonor se hacían agua a medida que avanzaba hacia él — te lo advertí, Arthur, te advertí que no besaras,
—Leonor — susurró él en un tono bajo de voz
—No — exclamó ella con la voz entre cortada — ¿Sabes lo que fue...? ¿Acaso... te imaginas...? — Leonor levantó una mano, con la intención de poner un dedo sobre el pecho del Ser, cuando éste atrapó su mano en el aire, rodeado su muñeca con sus dedos con firmeza.
—Te escribí Leonor — respondió secamente — pero cuando no contestaste la tercera, me di por vencido.
Leonor se quedó perpleja, con los ojos ampliados más que de costumbre, incluso su cuerpo tenso se relajó al oír eso, dejando a flote otro sentimiento, la confusión se apoderó de ella.
—Claro que no — dijo ella — jamás recibí una carta de tu parte, ni un cuervo, nada.
—Pues tal vez no fueron entregadas, o se perdieron... Pero te respondí, Leonor — la mirada de Arthur era intensa, estaba furioso y se sentía aturdido por la presencia de la mujer que creyó que lo había olvidado — nunca había experimentado lo que es tener un corazón roto, Leonor. Y a pesar de eso, respondí tu carta...
—No puede ser... — susurró ella confundida — pero... ¿Por qué no me llegarían?
—¿Crees que yo lo sé? — Arthur suavizó su agarre en la muñeca de Leonor y sutilmente la acercó hacia él, empujando su cuerpo contra el suyo
