¿Qué hubiera pasado si Jaime Lannister no se hubiera convertido en un miembro de la guardia real en su juventud?
La historia se remonta un poco antes de la rebelión de Roberth y desde ahí, en adelante.
Todos los personajes pertenecen a George R. R...
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Arthur Dayne tomó su yelmo y se acercó a uno de sus hombres, en una mano apoyó la espada y en la otra sostuvo su yelmo, mientras sus ojos observaban como Ned Stark junto a otros caballeros, se bajaban de sus corceles y se acercaban a él determinantemente.
—Lord Stark
—Ser Arthur Dayne — habló Ned, mirando de reojo la torre de la alegría detrás de los hombres de Arthur — Te busqué en el tridente y no estabas.
—Tú amigo, el usurpador hubiera estado muerto si hubiéramos estado — respondió uno de los soldados de Arthur.
Ned a penas le miró en respuesta, sus ojos estaban frío sobre el Ser.
—El Rey loco ha muerto, Rhaegar yace bajo tierra... ¿Por qué no estaban protegiendo a su príncipe?
A pesar de que la noticia aún no era del todo cierta, la piel de Arthur se tensó al oír la afirmación de Ned, de que los mensajes que le habían sido enviados hace días, eran ciertos, que Rhaegar había muerto y que Roberth Baratheon ahora, era el Rey de Poniente.
—El príncipe nos ordenó venir — respondió Arthur con suma tranquilidad
Ned elevó su mirada hacia la torre de la alegría otra vez, observando la quietud a su alrededor.
—¿Dónde está mi hermana? — preguntó amenazante
Pero Arthur, guardó silencio; una promesa era una promesa y no iba a dejar que se llevaran a Lyanna.
—Le deseo fortuna en las guerras venideras — respondió Arthur y se colocó el yelmo, listo para el enfrentamiento — y ahora, comienza.
—No — dijo Ned — ahora termina.
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Lyanna gritó tan fuerte, que las paredes de la torre incluso temblaron.
