CUANDO LOS PERROS MUERDEN

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No he podido contabilizar, ni siquiera poner nombre a todos los perros que viven en mi corazón. No vienen todos al mismo tiempo ni, mucho menos, soy capaz de salir a la calle a pasearlos a la vez, a no ser que quiera generar caos y desastre.

Por cierto, dos de ellos se llaman "Caos" y "Desastre", siento que no tengo control sobre ellos, a "Caos" no logro alcanzarlo para darle una palmada y decirle, "Sit, buen perro". No se con qué se alimenta, pero crece a cada hora y a mi no me hace caso. "Desastre" aparece todo desarreglado, perdió la cola en una pelea que tuvo con "Calamidad". A esa le tengo miedo. "Desastre" tiene la mala maña de aparecer y sentarse frente a mi e imita mi postura, inclina su cabeza a un lado y a otro como si se estuviese reconociendo en mi cara. A "Desastre", "Caos" y "Calamidad" no les gusta salir a la calle. Prefieren quedarse en casa a esperar mi regreso y robar mi atención.

Suelo salir a pasear a la calle con el grupo con el que es más apacible hacerlo: "Gratitud" mueve su cola cuando ve a alguien amistoso que se me acerca con muestras sinceras de afecto. A "Paz" no tengo que halarla ni esperar por ella. Cuando salgo con ellas es fácil pasear y normalmente se nos unen "Alegría" y "Tranquilidad". Son un grupo de labradores amarillos, grandes, nobles y apacibles que caminan con lengua afuera y expresión de satisfacción y atención.

Solía pasear con ellos por largo tiempo con una muy buena amiga, hablando de todo, visitando sitios, reviviendo recuerdos y sensaciones. Eran los mejores paseos y siempre llegaba a mi casa con energía renovada. Con ganas de salir a pasear al otro día. A la misma hora los labradores se ponían en la puerta del corazón a esperar que los dejara salir con su trote calmado y bonachón.

He llegado a la conclusión de que mis perros olfatean cosas en mi y dependiendo, se acercan unos u otros para salir a pasear conmigo.

Ayer "Caos" y "Desastre" no paraban de cruzarse conmigo en la casa. Se me metían entre las piernas y casi me tumban varias veces. Al salir a hablar con mi amiga se aparecieron mis tres Pitbull: "Ego" de color negro y gran porte y sus dos hermanas "Rabia" y "Furia". Inmediatamente se unió al grupo "Miedo", el Rottweiller. Desde que salí de casa sentí que eran ellos los que me paseaban a mi. Halaban sin yo poder contenerlos. Lo que olfatean en mi les da energía. Ellos saben que tienen el control.

Y cuando dejas de ser líder de la manada, lo cual es tu absoluta responsabilidad ser siempre, es cuando ellos se sueltan y buscan morder.

¡Mordieron a mi amiga sin compasión!

Yo logré volver a casa por el camino que vine. Ellos satisfechos por dejarse ver a plenitud, venían de regreso saciada su hambre de juego destructivo.

No sé de mi amiga, ni quiero saber, la vergüenza y la pena me lo impiden. El tiempo es el único que colocará las cosas en su sitio. Y sólo con el tiempo puede que se vuelva a pasear. Es tiempo de estar con mis perros, atenderlos y retomar el control. Pitbulls y Rottweilers encerrados se escuchan ladrar y todos los demás les cuesta salir del corazón.

Sólo "Desapego" y "Duelo" están a mis pies, viendo como escribo. Siento sus suaves mejillas apoyadas en mis pies descalzos y fríos. Me calientan y me dejan saber que están para acompañarme.

Vienen días en que tendré que entrar en la perrera del corazón para sentarme a dar croquetas a los perros que merecen ser alimentados. Los demás, espero que entiendan el mensaje y busquen otra casa.

Y saldré a la calle a pasear los que se porten bien y vayan animándose a hacerlo.  

Escondido en palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora