EL COLIBRÍ DE COLOR CANELA

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Era un día como cualquier otro para el colibrí que volaba agitando sus alas invisibles. Era la envidia de otros pájaros incapaces de detenerse en el aíre de forma instantánea y de igual forma retomar su vertiginoso vuelo en cualquier dirección. Una pausa mayor en su vuelo indicaba que había divisado un objetivo de su interés. Era una flor, una bella flor de pétalos anchos colorados nunca vista y a la cual quería extraer su néctar. No siempre se encuentra un nuevo manjar-

La Flor estaba sobre un fondo canela al lado de un  lago rojo. Al acercarse, pues si algo no tenía era vista de águila, vio una hermosa muchacha de piel canela tendida junto al pequeño charco rojo.

Dicen que justo antes de dejar este mundo, podemos comunicarnos con cualquier ser del planeta y parece ser que es así pues la chica con voz débil le dijo al pequeño volador:

- ¡Ayúdame por favor!

El Colibrí asustado, pues era la primera vez que lograba entender el lenguaje de los humanos, se sorprendió al ver que al cantar la chica entendió cuando él le preguntaba sobre su desgracia.

- Pierdo sangre y estoy por desfallecer como desfallecerías tú si no encontraras néctar de qué alimentarte.

El Colibrí con su mirada puesta en la Flor que estaba posada sobre la pierna de la muchacha decidió que era más urgente ayudar a la chica e instintivamente comenzó a sorber el néctar de color rojo y a depositario en la boca de la chica.

Un ángel que pasaba observó conmovido el gesto del ave y decidió echar una mano y le devolvió parte de la vitalidad a la chica.

No tardaron en llegar servicios de emergencia que trasladaron prestos en ambulancia a la chica con la flor aferrada en su mano sin dejar de ver al colibrí. Este por su parte siguió a la ambulancia que trasladaba la flor y a la chica de piel canela.

El colibrí testarudo revoloteaba el hospital para tratar de ubicar a su flor y su nueva amiga. El ángel conmovido con los esfuerzos que día tras día hacía el colibrí, hizo brillar la ventana de la habitación a la que había sido trasladada la chica después de unos días en terapia intensiva.

El esfuerzo continuado del pequeño plumiífero había sido demasiado grande y pese a que logró entrar en la habitación, después de chocar dos o tres veces contra la ventana de vidrio, termino desfalleciendo al lado de un vaso con agua que alimentaba la flor que la chica aferraba, pues el personal del hospital decidió preservarla como un amuleto de buena suerte ante la fragilidad de la muchacha de piel canela.

El ángel, nuevamente tocado decidió reunir la poca vida que quedaba a la flor y al pajarito para darle un soplo de vida a la hermosa muchacha y decidió que en ella vivirían los tres.

Fue al despertar días después que la muchacha se fijó en la pierna dónde había sido herida y pudo ver la flor y el colibrí tatuados en su piel. Era la misma flor y el mismo colibrí pero con cierto tono de piel canela.

A veces detrás de un tatuaje hay un verdadero milagro de vida.

Escondido en palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora