El barrio latino, 3 de la tarde. Me siento a esperar en ese Café donde te vi por primera vez. Cuando pedí tu número tu no quisiste dármelo pero sonreiste. Nunca das el número a desconocidos, me hiciste saber. Me presenté y dejé claro que técnicamente, la próxima vez ya no lo sería.
Te busco todas las tardes, a la misma hora en el único sitio que puedo buscarte.
- Un café noir, s'il vous plaît
Han pasado 13 cafés negros de las 3 de la tarde. En ocasiones te he visto pasar y tu haces que no me has visto. Tu sonrisa te delata. Gente viene y va. Trato de desaparecerlos, de que mi cerebro los borre, de traspasarlos con la mirada que escanea buscándote, mientras pasa el tiempo torturándome pensando si vendrás o no vendrás.
Juego con el terrón de azúcar del café que ya me han servido. Entre el ruido de la multitud, trato de distinguir tu caminar, divisar tu silueta. Te reconocería a leguas y sin luz si fuese necesario. Busco tu olor que me embriaga sin poder dar contigo. No estás.
Sumerjo el terrón ya desnudo en el café mientras te imagino. Repaso cada segundo de los pocos que duró tu sonrisa. Repaso cada palabra que nos cruzamos, el momento en que nos quedamos hablando en silencio con la mirada. De lo mucho que me costó armar las palabras y decirlas para que sonaran congruentes y falsificaran una calma y control que no tenía.
Cierro los ojos para imaginarte delante de mi mientras remuevo el café.
Una mano toma la mía y me saca del sueño.
Una risa, tu risa.
Unos ojos, tus ojos.
Una boca, tu boca.Eres tú que me jalas y haces que me levante, sin poder dejar de verte. Caminas y yo camino a tu lado sin soltarnos de la mano. En la mesa queda un café servido y un mendigo que no pierde la oportunidad.
Camino a tu lado. Las bellas calles, los edificios, los artistas, todo París va pasando y tu no me dejas verlo. Tus ojos me roban la vista, tu sonrisa la voluntad. No puedo rebelarme. Después de media tarde caminando, hacemos una pausa en una boulangerie que se nos atraviesa en la esquina.
- Deux chocolats chauds, s'il vous plaît.
Ya no puedo pensar en París sin pensar en ti.
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Escondido en palabras
De TodoEl mejor poema es el que uno mismo puede escribir. Leer lo que uno mismo escribe puede ser la mejor forma de descubrirse. Este libro contiene escritos que mi sirvieron para encontrarme y espero que al leerlos puedas encontrar tambien una parte de ti.