Noctis

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Alec

Lo único que podía ver a la perfección eran esos ojos verdes jade, tan brillosos como los de un gato a punto de cazar a su presa.

Un escalofrío recorrió mi espalda cuando estaba a punto de salir entre las sombras, por una extraña razón, las luces seguían apagadas.

Alec... Escuché que alguien mencionaba mi nombre en mi cabeza; sin embargo, seguía perdido en esa mirada. – ¡Alec! – El grito de mi hermana me regresó a la ¿realidad?

– ¿Q-qué... Qué pasa? – Me siento desorientado, como si hubiera tenido un sueño muy vívido.

– ¿Cómo que qué pasa? Te llamé como diez veces y te mandé muchos mensajes, ¿por qué no contestaste? – Esta mujer estaba bastante enojada.

– Estuve aquí todo el tiempo con... – Me detuve hasta que me acordé del cuerpo inerte de mi ex en el suelo.

– ¿Con quién? – Preguntó después de ver como buscaba algo en el piso.

– Con... Mi celular, se me bajó la batería, lo siento Iz. – Sabía que estaba mintiendo, era pésimo para eso, pero lanzándome una mirada de sospecha no dijimos más.

No le podía contar a mi hermana que estuve con Sebastián porque se enojaría mucho, lo detesta con todo su ser, y menos le podría contar que un tipo que salió de la nada, lo había desmayado con un chasquido de dedos para que luego desapareciera su cuerpo.

Era una locura, un producto de mi imaginación, no tenía sentido. Soy una persona que le busca respuestas a todo y decir que se "apareció" un hombre con ojos de gato, así nada más, está mal.

Nos subimos al coche, seguía aturdido así que preferí que Izzy manejara. Bajé mi mirada al anillo, que ahora que lo veía, los diamantes jade eran muy similares a los de esos llamativos ojos.

El anillo ya no estaba brillando tanto como antes, seguía igual de hermoso y aun después de esta extraña noche quería mantenerlo puesto todo el tiempo.

Llegamos a la casa, saludé la foto de mis padres y mi hermanito. Izzy y yo nos habíamos ido de nuestra casa para poder estudiar la Universidad en Nueva York, seguimos aprendiendo a estar solos los dos.

Cené para luego subir a mi cuarto a hacer mi "ritual" de cada noche; bañarme, ponerme la pijama y acostarme en mi cama para leer un libro de mi colección, aunque sean las 11 pm.

Llevo 30 minutos leyendo los mismos dos párrafos, mi concentración se pierde y a mi cabeza solo viene la imagen de aquella persona en la oscura calle.

Mi corazón se acelera y no sé si por emoción o por miedo.

– Tranquilízate Alec, Sebastián se fue, ese tipo no es real y ya. – Me dije para tranquilizar esos nervios que nacieron en mí.

Me metí debajo de las sábanas para lograr dormir en vez de imaginar cosas. Pensé en si quitarme el anillo o no, pero al final opté por dejármelo. Me gustaba más así.

Así que Alec, eh... – Empecé a escuchar susurros en mis sueños. – Eres un raro mundano. Aunque no puedo negar que seas... Lindo.

Abriendo mis ojos de golpe, me senté rápidamente para dejar de soñar. Volteé a ver mi celular y eran las 2 am. Mi cuarto se veía extrañamente más oscuro.

Afuera de mi ventana está una lámpara de la calle y la luz pasaba aunque las cortinas estuvieran cerradas, pero ahora, todo estaba sombrío.

– ¿Qué demonios? – Maldije confundido.

AGATHIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora