Praesentia

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Alec

Escuché como la puerta principal fue azotada con fuerza. Mi hermana estaba muy molesta porque Sebastián seguía viniendo a buscarme.

Y cuando nos encontramos en la escuela lo evado, pero el hombre no entiende que no quiero nada. Solo el pensar que por poco me besaba en aquella plaza, se me revuelve el estómago.

– Estoy harta de ese tipo. – Mi hermana entra a mi habitación muy hermosamente como siempre. – Por cierto, voy a salir con Meliorn, ¿estarás bien?

– Relájate mamá, no le abriré la puerta a desconocidos. – Ambos nos reímos por mi voz de burla.

Me da un abrazo y sale para irse por un rato de la casa. Me levanto de mi cama para ver por mí ventana, a ese tal chico que mi hermana hace llamar "el mejor novio".

El chico la carga y la besa tiernamente. Una punzada en mi pecho me hace cerrar los ojos, no entiendo por qué cuando veo parejas esto pasa.

Mi soltería no me afecta, nadie me atrae y no es como que necesite un novio, la universidad se lleva más mi interés.

Pero cada tanto mi pecho arde, a veces tanto como para llorar y pasármela debajo de las sábanas, como si estuviera en depresión.

Locuras mías.

Debería ir al doctor a un chequeo general; ya que, después de soportar los momentáneos dolores desde hace tres meses, es suficiente.

Las horas pasan, termino mis deberes escolares, hago llamadas a mis padres, ceno y la noche atraviesa mis cortinas. Me gusta cuando se oscurece.

Hago mi rutina de cada noche, pero ya tiene un tiempo que siento que me falta hacer algo, no sé qué pero presiento que necesito hacer algo más.

– Detente Alec, te vas a volver loco. – Me reprendo en voz alta.

Esto no me pasaba nunca antes. No me gusta no encontrarle respuestas a las cosas y más aún cuando se trata de mi cuerpo y acciones.

Cierro mi libro para apagar la luz y antes de quedar dormido, volteo el anillo de mi mano para que las joyas que posee, resalten aunque sea de noche.

Al día siguiente mi celular suena por el mensaje de Izzy, su queridísimo novio la llevará a la escuela. Sabrá el ángel, qué estuvieron haciendo toda la noche.

Y ahí va de nuevo, esa punzada que me carcome poco a poco.

No me tardo en arreglarme, desayunar algo e irme en mi coche hacia la escuela. Estando en el estacionamiento me siento observado como todos los días.

– Hey Alexander.

– Ya te he dicho que no me llames así Sebastián. – Caminamos hacia la entrada del instituto.

Ignoro al tipo que se empeña en reconquistarme por sentir una presencia cerca de nosotros, haciéndome voltear varias veces.

Sin encontrarme algo o alguien fuera de lo normal, sigo mi camino hasta llegar a mi salón, doy gracias de que mi ex no estudie lo mismo que yo.

El maestro no tarda en entrar al aula para empezar su clase. Amo la carrera que estudio pero algunas veces desvío mi atención hacia la nada. Mi mirada se desplaza hacia las zonas verdes de la escuela y sin preverlo, una lágrima desciende por mi mejilla.

Volteo a ver al techo como tonto por pensar que está lloviendo pero no, estoy llorando. Me frustra esto, muchas cosas así me han estado pasando estos meses.

AGATHIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora