Diligitis - Epílogo

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Alec

Había pasado un mes de la dichosa guerra que el padre de Magnus, decidió hacer, sabía lo básico de las jerarquías de los demonios, tenía entendido que había exterminado a uno de los príncipes del infierno.

Me sentía dichoso pero al mismo tiempo, derrotado.

Magnus había sido perforado y no había despertado, pero al menos no se había esfumado como un demonio normal, pero de todas formas, no estaba a mí lado con su encantadora presencia.

Mi magia había evolucionado, era como si se hubiera hecho más fuerte y fácilmente puedo usarla ahora. Bifronte, Tamiat y hasta Rosier, habían sido de mucha ayuda en eso.

Hemos mantenido el cuerpo de Magnus lejos de demonios mayores que se lo quisieron llevar por traición, aunque me cueste admitirlo, la ayuda de Rosier con sus habilidades con cualquier tipo de hombre, hizo alejarlos un tiempo determinado.

Había regresado a casa con mi hermana, recibiéndome con miles de preguntas por el novio que no le había presentado, me alegraba saber que Meliorn la había cuidado con fervor. Eran felices juntos.

Viajamos a la casa de nuestros padres, tenía que asegurarme de que todo estaba bien, las chicotas y las sombras ya no me habían seguido, pero tenía que cerciorarme.

Extrañaba tanto a mí demonio que cada noche estaba a su lado, tomándole su mano y platicándole lo que había hecho ese día. Como cuando lo hacíamos cada noche hacía unos meses.

Acariciaba su rostro en éste momento y pensaba en mil maneras de despertarlo. Varios demonios mayores se habían unido para buscar respuestas de su estado de coma.

Era tan extraño, pero en ningún lugar podían decirnos qué es lo que le pasaba, nunca había pasado algo así antes.

Una herida hecha de un Príncipe no simplemente sanaba y seguía respirando el demonio, mientras que parecía que dormía plácidamente. Maldita sea.

Pero no iba a perder la esperanza. Él iba a volver a mi lado.

– Alec, tenemos problemas. – La voz de Ragnor no decía que era broma.

Extendí mis manos y dejé que mi magia fluyera por el cuerpo de mi demonio, cubriéndolo así con un tipo cascarón impenetrable.

Había mejorado bastante en un mes, y todo para la protección de mi chico.

– ¿Qué sucede? – Salí a la entrada principal de la casa donde nos encontrábamos.

Varios demonios que reconocía y a otros que no, tenían la mirada agachada.

– Se ha informado que vendrá un demonio muy poderoso. Es como el dios de todos nosotros.

– ¿Viene por Magnus? No permitiré que nadie se lo lleve así sea el mismísimo fuego.

– No sabemos a qué viene Alec, pero cuando él aparece es para dar noticias que se dan cada miles de años. – Tenía que familiarizarme con todo esto pero era un hecho que no me iba a mostrar débil.

Ya no más.

Magnus me había protegido tanto cuando nos conocimos y hasta cuando me borró la memoria; era mi turno de hacer eso por él.

– ¿Cómo se llama? – Que venga lo que tenga que venir.

***

Unos días después, una gran nube negra cubrió toda la casa, con un chasquido de dedos cubrí a mi chico y esperé a que los demás llegaran.

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