TU NOMBRE (君の名は) | Adaptación literaria

EPÍLOGO - DESPUÉS DE DESPUÉS

【たき】TAKI

Cuando él se despertaba, estaba llorando.

Ahora sucedía todos los días.

Seguía sin entenderlo y buscaba respuestas en sus ojos viéndose al espejo.

Y un día sucedió.

【みつは】 MITSUHA

Cuando ella se despertaba, estaba llorando.

Ahora sucedía todos los días.

Seguía sin entenderlo y seguía sujetando su cabello con ese listón viejo.

Y un día sucedió.

【たき】TAKI

Metros delante de él, después de levantar la vista de su mano, a través del cristal de la ventana del vagón.

【みつは】 MITSUHA

Separada a distancia de dos vagones horizontales, incapaz de acercarse más por culpa del vidrio y el metal del vagón.

【たき】TAKI

Siempre estoy buscando...

【みつは】 MITSUHA

¡A alguien!

En la siguiente parada, ambos bajaron de inmediato.

Mitsuha se olvidó de la escuela por buscar..., por buscar... ¿Qué? ¿Quién? Al diablo. Por buscar. Punto.

La estación parecía vacía a pesar de estar repleta. Pero entre todos no estaba él, no estaba ella. Ambos corrieron por las calles de Tokio, lágrimas en sus ojos, asustados. ¿Dónde? ¿Quién?

¿Adónde buscar? Tanta gente..., y tan grande esta ciudad.

【たき】TAKI

Taki no atendería su entrevista de trabajo. Al diablo. Necesitaba encontrar..., encontrar... Encontrarla. ¿A quién?

Taki se detuvo a los pies de unos escalones que llevaban a la calle de más arriba. En la cima de los escalones estaba una chica, estática.

No quiso parecer un loco, así que aminoró la velocidad y caminó escalones arriba. Con calma. No quería que aquella extraña preguntara adónde iba o se metiera en sus asuntos. La gente de Tokio siempre se mostraba muy atenta si veía que alguien andaba en apuros, cosa buena. Pero no ahora.

Sus miradas se cruzaron y ella lo veía con extrañeza. Taki se sintió raro. Pero él también buscaba algo en el rostro de la chica. ¿Pero qué era?

Siguió subiendo escalones.

La chica comenzó a bajarlos.

Y sucedió.

Cuando se cruzaron sus caminos, algo los jaló hacia el otro. Algo dentro de ambos se hilvanaba y de deshacía.

Taki había pasado alrededor de ella en varias ocasiones. Había sentido aquella fuerza dentro de él en varias ocasiones. Estaba seguro. Sin embargo, jamás había tenido el valor de volverse y hablar, volverse y preguntar. ¿Qué le costaba? Siempre quedaba sintiéndose con una soga apretada en la garganta. ¿Qué pasaba con él? ¿A qué le temía tanto? Eran unas palabras, un instante. No costaba nada.

Cuando llegó a la cima, se detuvo. Pero no se volvió. No podía volverse, tampoco seguir caminando. ¿Qué pasaba con él?

Tragó saliva y se deshizo el nudo en la garganta.

Como pudo, dio la vuelta.

—¡Oye! —chilló.

La chica se detuvo. Los hombros le saltaron de un sobresalto. El listón rojo sujetaba su cabello.

—¿Es que nos conocemos? —siguió Taki, nervioso. Helado.

Mitsuha se volvió, con lágrimas en los ojos.

Tomó aire antes de contestar.

—¡Lo mismo digo! —respondió. Intentó sonreír, pero las lágrimas arruinaban la expresión. Se llevó la mano al pecho, cerrando los ojos.

Taki le devolvió una sonrisa que tampoco le salió nada bien. Se notó llorando él también.

Mitsuha abrió los ojos y le dio una sonrisa esta vez mejor.

—¿Tu nombre es...? —dijeron ambos al unísono.