NARRADOR - MITSUHA

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Cuando Mitsuha despertó, el olor del desayuno ya llegaba hasta su lecho. Eso le alegró el ánimo para iniciar el día.
—Buenos días.
—Buenos días —respondieron su abuela y su hermanita al unísono.
—Hermana, ¡tardaste demasiado!
—Mañana lo preparo yo.
Mitsuha fue donde ellas a sentarse a la mesa y tomar un poco de arroz al vapor. ¿Será mucho?, pensó. Bueno, da igual.
La vieja abuela observaba a su nieta con detenimiento.
—Estás normal hoy —le dijo.
—¿Qué?
—Ayer parecías una loca —respondió su hermanita.
—¿De qué estás hablando, Yotsuha?
Antes de que la niña pudiera contestar la pregunta de Mitsuha, se escuchó la voz de una mujer en la radio:
Muy buenos días a todos. Este es el aviso matutino de la alcaldía de Itomori. Debido a la reciente elección del alcalde, tengan en cuenta que durante los próximos veinte meses, la elección del comité…
La transmisión se detuvo en seco. Su abuela había desconectado el cable de la radio. ¿A quién le importaba el alcalde? Nadie en esa casa quería saber nada de ese sujeto, aunque fuera el padre de Mitsuha y su hermanita.
La abuela encendió el televisor, y de nuevo se escuchó la voz de una mujer, sin embargo, ahora hablaba de algo distinto:
Un cometa con un período orbital de 1200 años pasará en un mes cerca de la Tierra. El cometa será visible para el ojo humano y se podrá contemplar durante varios días.
—Hagan las paces de una vez —dijo de la nada la niña, se estaba dirigiendo a ambas su abuela y hermana mayor. Se refería a su padre el alcalde.
—Es un problema de adultas —respondió Mitsuha, mientras seguía intentando acabar su desayuno con el sonido del televisor de fondo:
JAXA se está preparando para observar el espectáculo celestial del siglo…
Cuando Mitsuha hubo terminado su desayuno, principió su rutina diaria para irse al colegio. Siempre salía de casa junto con Yotsuha y caminaban juntas por un par de minutos antes de tomar caminos diferentes. Después de eso en algún punto de su camino a la escuela se topaba con sus amigos Saya y Tessie. A veces la alcanzaban a ella, o se los encontraba más adelante descansado o a paso lento y se acoplaban en el camino.

—Oye, ¿y tu abuela te exorcizó bien ayer? —soltó Tessie a medio camino de la escuela.
—¿Qué?
—Ayer estabas como poseída.
—Deja todo ese rollo del ocultismo para después, Tessie —lo calló Saya.
—¿Pero de qué hablan? —inquirió Mitsuha.
—¿No te acuerdas? —dijo Tessie.
Y antes de que Mitsuha pudiera decir algo, la voz del recién reelegido alcalde de Itomori a través de un megáfono interrumpió su conversación:
Y antes que nada, regresaré el buen orden a sector fiscal de la ciudad para continuar con el proyecto. Sólo así una vida pacífica y segura en la comunidad puede ser creada.
Mitsuha y sus amigos aceleraron el paso para no tener que escuchar las palabras del sujeto. Estaba al lado del camino. Mitsuha iba cabizbaja, intentando pasar desapercibida. Ese señor…, se quejaba ella para sus adentros. Lo llamaba «señor», no «papá».
Como su alcalde…, seguía diciendo aquel individuo.
Cuando estuvieron a punto de salir del campo visual del alcalde y seguir su camino a la escuela en paz, éste gritó:
—¡Mitsuha! ¡Saca el pecho cuando camines!
La chica se exaltó y siguió caminando sin volverse para verlo. Todas las miradas de las personas que estaban por los alrededores escuchando al alcalde se posaron sobre la chica.
Delante de toda esta gente…, se decía la chica.

Al entrar a clase de lengua, Mitsuha encontró un mensaje rayado en una de las hojas de su libreta:

¿QUIÉN ERES TÚ?

Al fondo, la maestra explicaba:
Tasokare, quiere decir: «¿quién es él?» Y es el origen de la palabra «tasogare-doki». Ya todos conocen tasogare-doki, ¿sí?: El crepúsculo. No importa si es de día o de noche. Cuando el mundo se desdibuja y puedes encontrarte con algo que no es humano… Antes se usaban expresiones como «¿quién es ese?», kawatare-doki.
—¡Pregunta! —dijo uno de los muchachos de la clase— ¿No se dice kataware-doki?
—¿Kataware-doki? —preguntó de vuelta la maestra— Pues, ese es el dialecto que se usa aquí solamente. He escuchado que en Itomori aún se usan dialectos antiguos.
Al fondo, sentada en su lugar, Mitsuha veía el mensaje que alguien había puesto en su cuaderno con curiosidad. ¿Por qué le provocaba cierto sentimiento?
—… Mitsuha —dijo la maestra.
La chica se sobresaltó y se puso de pie.
—¿Sí, diga?
—Veo que sí recuerdas tu nombre hoy.
La clase rio moderadamente ante el comentario de la maestra. La chica no entendía.

—¿No te acuerdas? —le preguntó Saya, que estaba en el patio de la escuela junto con Tessie, almorzando— Ayer te olvidaste de cuál era tu asiento y tu casillero. Viniste despeinada y no traías puesto el listón.
—¿Qué dices? ¡Imposible! —espetó Mitsuha, incrédula.
—Pareciera que tuvieses amnesia o algo…
—Ahora que lo dices… —dijo la chica—, sentí como si estuviese teniendo un sueño muy extraño. ¿Era el sueño de la vida de alguien más? —pero esta última parte la dijo para sí misma— No consigo recordarlo.
—Yo sé que es —afirmó Tessie, que estaba sentado sobre una mesilla, leyendo una revista—. ¡Son recuerdos de tu vida pasada! O quizá tu inconsciente está conectado al multiverso de Everett —dijo, punteando partes de la revista que leía.
—Cállate —le espetó Saya.
—Tessie —dijo Mitsuha—, ¿tú fuiste el que escribió eso en mi cuaderno?
—¿Qué dices?
—Nada.
—Pero Mitsuha —le dijo Saya—, tú estabas realmente extraña ayer. ¿No estás enferma?
—Es extraño. Me siento bien.
—Quizá sea el estrés. Ya casi es el ritual, ¿no?
—¡No me lo recuerdes! Ya no quiero estar en este pueblo. Es muy pequeño, agobiante. Quiero graduarme de una vez e irme a Tokio.
—No te culpo. Realmente no hay nada interesante en este pueblo. Los trenes pasan cada dos horas, las tiendas cierran todas a las 9:00p.m.; no hay librerías ni dentista, pero sí hay dos tabernas. No hay empleo, no hay parejas. Horas de luz solar cortísimas.

Al anochecer, Mitsuha, su hermana Yotsuha y su abuela tejían hilos en un salón del Santuario Miyamizu. Cada una tenía una tarea diferente: su abuela tensaba los hilos que iba cruzando, Mitsuha trenzaba otros hilos y Yotsuha los desenredaba y los enrollaba para que estuvieran listos cuando se necesitasen.
—Hmn… Yo también quiero hacer eso —dijo Yotsuha.
—Aún no estás listá, Yotsuha —respondió su abuela, sin dejar de hacer su trabajo—. Escucha la voz del hilo. Cuando tú conectes con él de esta manera, las emociones se irán entrelazando entre tú y el hilo eventualmente.
—Pero los hilos no hablan —dijo la niña.
—Ella está hablando de concentración —le explicó Mitsuha.
—Los mil años de historia de Itomori están grabados en los hilos que tejemos —siguió la anciana—. Esucha: hace doscientos años…
—Ahí va de nuevo —dijo Mitsuha para sí.
—… Sandal hizo el «baño de Mayugoro», lo que provocó un incendio que arrasó con toda esta área. El santuario y los viejos documentos se perdieron, y es por eso que se conoce como…
—El Gran Fuego de Mayugoro —completó Mistsuha.
—¿Qué? ¿El incendio tiene su nombre? —inquirió la niña— Pobre Mayugoro.
—Es por esa razón que se desconoce el significado original de nuestros festivales, simplemente nos limitamos a conservar la manera de hacerlos. A pesar de la pérdida del significado, la tradición se sigue conservando. Este es un importante deber que tenemos aquí en el Santuario de Miyamizu.
La abuela soltó un suspiro y tomó un receso de un par de segundos de su labor. Luego continuó:
—Y pese a todo esto, ese estúpido yerno, como si el haber dejado el Santuario y la casa no hubiera sido suficiente, ¿ahora es político? Ya no me quedan esperanzas.

TU NOMBRE (君の名は) | Adaptación literariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora