PRÓLOGO

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¿Se acuerdan de la frase que sus padres repetían sin cesar? Esa que decía "Todo pasa por una razón"; aunque ahora que lo pienso, jamás le tomé tanta importancia... o al menos no hasta que fue demasiado tarde.

Sigo impresionada de la manera en la que alguien te puede llegar a cambiar, o, mejor dicho, lo que uno mismo cambia por esa persona, por el amor que se le tiene. 

Así fue con él, cambio todo mi mundo, todo lo que creía, todo lo que sabía, todo lo que llegue a imaginar, todo cambio cuando él entró en escena.

Mientras contemplo la nieve bajo mis manos no puedo evitar preguntarme: ¿Qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes? ¿Si no hubiera tomado todas aquellas decisiones que me llevaron a conocerlo?

¿Qué debí de haber hecho para no terminar aquí?

A pesar de todas aquellas preguntas que se arremolinan en mi mente al mismo tiempo, soy plenamente consciente que aun así habría terminado en este mismo lugar y en este preciso momento, porque tampoco habría cambiado nada.

El zumbido en los oídos me mantiene en un estado de trance, como si me hubieran sumergido en agua helada, como aquella vez en el lago en casa de mis padres. Solo que esta vez nadie se lanzaría a rescatarme y a pesar de ser invierno como aquella vez, no hay nadie que me pueda consolar. 

Sus manos enfundadas en unos guantes de cuero me sacan de aquel recuerdo que me habían permitido respirar por unos instantes y me ayuda a ponerme de pie, haciendo que aquel momento de paz que tuve por unos segundos se desvaneciera tan pronto siento que realidad me golpea con fuerza.

Siento las palmadas de sus manos por mi cuerpo mientras me quita toda la nieve de la ropa, no funciona, el frio me cala hasta los huesos mientras recibo una mirada de reojo con evidente culpa y preocupación. Quisiera negar que no me lo imaginaba, pero una parte de mí ya lo sabía y aun así el haberlo escuchado hace unos instantes solo logro terminar de romperme por completo.

Escucho su voz chillona maldiciendo mi nombre una y otra vez, gritando a los cuatro vientos como me dejé ver la cara por quien pensé sería el amor de mi vida, por el hombre en quien confié ciegamente y el que me había hecho volver a creer en una fantasía.

Solo fue eso.

Quisiera reírme de mi misma.

Tonta.

¿Cómo es que no has aprendido nada de la vida?

—    ¡Cállate! —grita haciéndome saltar a su lado.

Ya no quiero estar aquí, me quiero ir y no volver a verlos nunca más.

Empiezo a caminar en silencio cuando me retiene tomándome del brazo haciéndome voltear a verlo. Aquel toque que producía fuego ahora solo me hace tener más frio, no lo soporto, el asco que me produce su tacto me termina por destruir un poco más. Sé que mi expresión lo dice todo porque aprieta la mandíbula mientras tiro de su agarre para que me suelte.

—    Por favor escúchame, esto no es...

—    ¡Ya fue suficiente! —se escucha una tercera voz y me encuentro con su mirada llena de pena y lo peor, lastima. Parada en el pórtico de su casa lo ve con decepción —solo déjala ir.

—    Pero yo la amo.

Suspalabras se clavan en mi pecho como una daga.

Debería de poder soportar su traición, al fin y al cabo, ya tengo experiencia en ese campo.

Mi Tentación (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora