07| Sucombiendo a la tentación en Los Angeles

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El vuelo sale varias horas tarde por problemas en la pista, por lo que reservo un hangar privado para aterrizar en Los Ángeles. Por suerte el jet es lo suficientemente grande para contar con todos los servicio y aparte cuanta con una cabina privada con una cama tamaño matrimonial y un baño bien equipado.

Aprovecho el transcurso para dormir lo necesario. Me despiertan media hora antes del aterrizaje dándome el tiempo suficiente de tomar una ducha rápida y cambiar mi atuendo a uno más adecuado para el clima.

Al aterrizar me despido del piloto y al pie de las escaleras ya me espera el chofer de la empresa.

— ¿Quiere ir primero al hotel?

— No es necesario, déjame en la empresa y luego ve a dejar mi equipaje. Ellos ya saben de mi llegada.

Asiente y pone en marcha el automóvil una vez que terminan de poner mis maletas en la cajuela.

Aún es muy temprano, pero la humedad se siente presente aún que solo sean las 6 de la mañana apenas, pegando mi ropa a mi cuerpo como una segunda piel.

Entramos al centro de Los Ángeles y me deja enfrente del edificio, por la hora apenas veo a unos cuantos caminar tranquilamente hacia la entrada. Sonrío al vislumbrar los primeros rayos del sol en el horizonte.

Entro y me dirijo a los torniquetes.

— Buenos días ¿A dónde va? —pregunta el guardia al que no recuerdo haber visto la última vez que visite la sede.

— Ah sí disculpe —busco en mi bolsa y saco la credencial de la empresa.

Al ser un empresa de comunicaciones a nivel global nos enfrentamos frecuentemente a intentos de hackeos e infiltraciones.

Yo personalmente, fui quien pidió que se implementara un sistema de seguridad efectivo y eso conllevó a la creación de un chip especial colocado en cada tarjeta que es inclonable y que cuenta con todos los datos del empleado.

Solo existe una tarjeta única y es la mía, esta cuenta con el acceso a cualquier sede y cada área de cada una de ellas.

La encuentro por fin en mi cartera y la paso por el sensor que con un ¡bip! le indica en la pantalla mi identidad al guardia. Me mira sorprendido y baja la cabeza avergonzado.

— Señora Jones discúlpeme, no tenía el gusto de conocerla. No volverá a pasar.

— No te preocupes —le sonrió amablemente con la intención de tranquilizarlo —sólo haces tu trabajo y está bien que estés atento.

Asiente sonrojándose y me desea un buen día al dejarme pasar.

— Por cierto —me detengo y volteo a verlo —nadie sabe que he venido y preferiría que continúe siendo así.

— Por supuesto Señora.

Le agradezco con un asentimiento de cabeza y continuo con mi camino. Fui muy clara al pedir que mantuvieran mi llegada en secreto. Sé que no esperan que viniera y eso me da la ventaja de saber cómo están trabajando con su actual presidenta. No tiene más de 1 año que fue puesta en ese cargo y me apena no poder haber venido a su toma del puesto, siempre he procurado tener buenas relaciones con los directores de las sedes.

Al llegar al piso de dirección compruebo que como sospechaba está completamente vacío a excepción de algún empleado de limpieza que ya ha empezado con su jornada de trabajo.

Entro a mi oficina y dejo mis cosas en un perchero cerca de la puerta.

Espero a que prenda la pantalla y sincronizo las cuentas que estaré utilizando en estos días.

Mi Tentación (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora