06| Un problema multiplicado por dos

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—   Que tenga un buen día Sofía.

Le agradezco mientras bajo del auto y camino a la entrada del edificio. El guardia al verme, abre una puerta a un costado de los torniquetes y me deja pasar con un asentimiento de cabeza.

—   Buenos días señora Jones.

—   Buenos días André.

Le sonrío y sigo hacia los ascensores; frente a ellos ya hay varias personas esperando a que el siguiente baje y en cuanto se dan cuenta de mi presencia se mueven a un lado discretamente dándome el paso, por fortuna para todos no tarda en llegar y cuando estoy adentro me desean un buen día antes de que las puertas se cierren. Sé que a muchos les incomoda estar a mi alrededor en un espacio tan reducido como lo es un elevador, pero no son tan discretos al querer disimularlo.

Una vez me encuentro en la recepción, Bianca me espera con la agenda abierta y una sonrisa en el rostro.

—   Señora Sofía buenos días.

—   Buenos días Bianca, ponme al día por favor.

Ella retuerce la pluma entre sus dedos y camina a mi lado manteniéndome el paso.

—   Hubo un problema con el Sr. Smith el día de ayer.

Me paro en seco y ella da un traspié que casi la hace caer.

—   ¿Qué pasó? —pregunto alarmada.

—   No le agradó el hecho de no ser recibido personalmente por usted.

—   ¿Y Jack?

—   En su oficina.

—   Llámalo, dile que venga inmediatamente.

—   Enseguida.

Retomo el paso y entro a mi oficina.

—   Los bocetos en los que los dejé trabajando ¿ya están?

—   Aún no han entregado nada.

Me masajeo las sienes.

—   ¿Algo más de lo que deba estar enterada?

—   Nada importante hasta ahora, aquí está su agenda y las citas programadas para hoy.

La deja sobre la mesa y sale.

Tomo la agenda en mis manos y la reviso haciendo notas de lo que necesito o de lo que debe de ser cambiado. No pasa mucho tiempo cuando escucho un par de golpes provenientes de la entrada.

—   Pasen —digo haciendo a un lado las carpetas.

—   ¿Todo bien muñeca? —Jack asoma su cabeza.

—   Pasa y cierra la puerta.

Me ve con cautela y se acerca para darme un beso en la mejilla y deja una taza de café sobre mi escritorio.

—   No te ves muy bien.

—   No dormí mucho.

Sonríe en modo coqueto y se sienta en los sillones posicionados frente a mi escritorio.

—   Ya no me enteré en qué momento te fuiste, pero se ve que Brad no tuvo una noche fácil.

—   No, no la tuvo con todo el escándalo que ese tipo armo en el bar, ya no pudo zafarse para atenderme.

—   Si me enteré y la que no perdió el tiempo fue Samantha.

—   No quiero hablar de ella —agito mi mano —pero el que no me dijo que escándalo se armó fuiste tú y aquí en la empresa.

Mi Tentación (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora