La Niñera

¿Entonces sí son novios?

—¿Qué hay de la espalda?

—Soy flexible—Dijé encogiéndome hombros, y la sonrisa con doble sentido que Dylan me dedicó, por alguna razón me hizo sonrojarme.

—¿Flexible, eh? Tendríamos que comprobarlo algún día—Dijo él como si nada. Me aguanté las ganas de estrangularlo y me meti al baño de mi habitación, poniendo el seguro por si acaso.

Dylan tenía unas ganas enormes de estar sentado en la cama de Emily en este momento, para estar presenta cuando ella saliera del baño; toda empapada y sólo con una toalla cubriéndola, pero se iba a aguantar, tenía que vigilar a sus hermanos ahora que se estaban bañando en la piscina.

Cuando escuchó el grito de Emily sobre que el almuerzo estaba listo, ayudó a salir a sus hermanos de la piscina.

—¿Y qué hay de comer?—Preguntó el.

Pege un respingo cuando senti su aliento cerca, muy cerca. Me aleje un paso y Dylan me miró burlón..

—Lasaña—Contesté cortante, mientras devolvía mi mirada a la loza que estaba lavando.

—Mmm, suena rico—Dijo sonriendo—. ¿Eres buena cosinera?

Lo miré de mala gana.

—Intentar hacerme creer que te interesa entablar una conversación normal conmigo, no va a hacer cambiar mi opinión de ti.

—¿Qué opinión?—Preguntó arqueando una ceja, divertido.

—Que eres un playboy de cuarta y que nunca jamás vas a tenerme en tu cama—Dijé simple. Dylan la miró, como si lo que había dicho lo satisficiera de algún modo.

—¿No has escuchado por ahí el dicho “nunca digas nunca”

—No dije “nunca” yo dije “nunca jamás

—Dijiste nunca

—No dije nunca.

—Sí dijiste nunca.

—¿Y qué si dije nunca?

—Nunca tienes que decir nunca.

—¡Dylan Parker eres la persona más...!-Me vi interrumpida por los labios de Dylan sobre los míos.

Abrí los ojos de la pura impresión, sintiendo cómo esos cálidos y sabrosos labios danzaban sobre los míos.

Me tomó 10 segundos antes de que mi sentido racional me ganara a las hormonas y le diera un empujón. Estuve apunto de gritarle unas cuantas cosas, pero luego mire a los dos pequeños que observaban expectantes.

Tragó sonoramente. Dan no entendía mucho porque sólo tenía cuatro años, pero Jazzy sí.

—¿Entonces sí son novios?—Preguntó ella con una enorme sonrisa en el rostro.