capítulo 8 -parte dos-

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—¿Quieres a Emily, Dylan?—Le preguntó su hermanita menor. Él despegó la vista de Emily que ya estaba alejada y miró a Jazzy.

—No, claro que no, ¿De dónde sacas eso?

—Mi mamá dice que los que se molestan se quieren—Dijo. Dylan rió—, y tú la molestas siempre, y te vi besarla ¡En la boca!

Dylan no quería decirle que un beso en la boca no significaba nada, el amor era una estupidez, era mucho mejor divertirse que amarrarse.

—Sí, pero eso no significa que la quiera.

—¿Entonces no pasa nada si yo beso en la boca a mis compañeros?—Preguntó extrañada.

—No, ni se te ocurra—Le dijo serio. Jazmyn soltó una carcajada—. Cuando seas grande entenderás.

Se quedó unos minutos más con sus hermanos en el parque y volvieron a casa. Buscó a Emily por las habitaciones hasta que la encontró en la cocina sirviéndose algo.

—¿Te enojaste?—Me preguntó él riendo. lo fulmine con la mirada y volvi mi mirada a lo que estaba haciendo.

Dylan acercó a mi y se apoyó en el mueble. Mientras me miraba.

—Esta casa es bastante grande, puedes irte a molestar a cualquier otra parte—Dije de mala gana.

—Pero yo quiero molestarte a ti—Se rio.

—Luces como un arrastrado.

—¿Me va mal ese papel? Generalmente no le ando detrás a las chicas.

—Es porque todas te andan detrás porque son unas putas regaladas sin cerebro—Dije con una sonrisa sarcástica en el rostro. Dylan soltó una carcajada y me volvió a mirar.

—Qué tacto que tienes al hablar, preciosa.

—¿Puedes dejar de mirarme?—Pregunte cabreada.

—Que no te mire, que no te hable, que no te toque, que no respire cerca de ti… ¿Algo más, princesa?

—No me llames princesa.

—Anotado—Se rio—. Aunque sabes que no haré el mínimo esfuerzo por cumplir tus órdenes, Emily

lo miré mal una última vez y siguicon lo que estaba haciendo. Dylan se puso detrás de mi y apoyó sus manos sobre el mueble, uno a cada lado de mi. Miré los brazos de Dylan de reojo.

—¿Qué estás haciendo ahora?—Pregunte fastidiada—. Oh, estás comenzando a aburrirme—Intente irme, pero los brazos de Dylan me lo impidieron—¿Quieres otro golpe, no?

Dylan miró sus labios. No tenía planeado besarla, pero esos labios carnosos parecían llamarlo a gritos. Los miró, luego la miró a los ojos.

—Ni si quiera lo pienses, Dylan—Le advirtió adivinando sus pensamientos.

—¿Pensar qué?—Le preguntó riendo.

—Perdón, olvidaba que no pensabas—Dije cínica.

—Mucha razón, no sé pensar—Dijo y juntó sus labios con los mios.

La NiñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora