¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pasaron unas cuantas semanas desde que una auténtica relación de amistad se formó entre Hinata y Sasuke. Para ligera sorpresa de ambos, llegaban a congeniar de forma adecuada pese a ser tan diferentes.
Compartían unos pequeños gustos en común.
Ninguno de los dos era fan real de los escándalos o ruidos. Disfrutaban más una compañía silenciosa y agradable, de esas que se brindaban mutuamente en ocasiones.
Les gustaban las galletas, tanto que a veces se ponían de acuerdo para que un día uno trajese y luego el otro (a Sasuke le costaba procesar los dulces pero tenía su excepción por las galletas. Eran casi como su debilidad bien oculta).
Y, a pesar de todo, el cariño que ambos tenían por Naruto. Porque si bien Sasuke a veces simplemente no podía aguantar la personalidad hiperactiva y entusiasta del rubio, era su mejor amigo (además de ser una de las personas que trataban de ser amigo suyo, sinceramente).
Pero...
La actitud de Hinata con Naruto parecía ser bastante diferente a cómo él actuaba con su amigo.
Él no se sonrojaba por cada palabra que decía.
No sonreía como tonto cuando le contaba un chiste.
Tampoco le comentaba a Hinata todo el tiempo sobre él, diciéndole lo maravilloso que Naruto era (como ella llevaba haciendo casi desde siempre).
Le recordaba un tanto a la postura que él tomaba cuando se refería sobre Hinata a Naruto. Demasiado parecido.
Tenía la sospecha de que...
—¿Te gusta Naruto? —preguntó directamente, con una expresión tan indiferente a la situación que parecía no importarle en lo mínimo. Aún cuando por dentro contenía toda su molestia con el oji-azul y la cantidad de cosas que le podría decir para persuadirlo de dejar a la niña en paz.
La pelivioleta se sobresaltó de inmediato tras oír su pregunta. Primero, porque lo cuestionó de repente. Dos, no se esperaba nada esa pregunta. Y tres, no tenía idea de cómo contestar.
Hinata empezó a tartamudear, tratando de articular frase alguna sin éxito. Su rostro fue adquiriendo la encantadora tonalidad rojiza que a Sasuke le daba entre risa y ligera ternura pero en esa peculiar ocasión, sólo le provocó total disgusto.
Todas sus sospechas están verificadas sin necesidad alguna de palabras.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.