Libertad.

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Tomo una de las valijas que descansaban en el ropero y la colocó sobre la cama, de una en una las prendas iban cayendo dentro sin siquiera distinguir si eran de invierno o verano, lo único que buscaba era escapar.

Estaba desesperada por salir de la ciudad y tomarse un respiro, tanto trabajo la había cansado, entrevistas todo el año, sonreír y pasar por las alfombras rojas.

Así era su vida, un constante ir y venir de un set a otro, jamás tenía tiempo para ella, jamás para su vida personal, salir con sus amigas, pasear un rato a solas.

Fue cuando le avisaron que podía tomarse unos días, la filmación de la serie a la que se dedicaba se había suspendido por falta de un nuevo recurso que realmente era indispensable para que las grabaciones continuarán.

No lo dudo y en seguida apagó el móvil, corrió a su apartamento, encargó a su perro, un sabueso llamado Lincoln que era su adoración y corrió hasta el aeropuerto.

Gafas obscuras, el bolso colgando del brazo, siempre tuvo estilo, elegante con las botas altas y el abrigo largo, su destino debía ser algún lugar frío, sin embargo al llegar a la recepción una nueva noticia la obligó a cambiar de planes.

—Hasta mañana —repitió las palabras de la bella recepcionista que la atendía— no puedo esperar hasta mañana necesito irme ahora sí no lo hago jamás saldré de aquí.

—Qué le parece una bella isla del Caribe podría arreglarle una reservación en el mejor hotel. —Sonrió amigable esperando una respuesta sin quitar los dedos del teclado, solo necesitaba que dijera que sí para entregarle el pase de abordar.

—De acuerdo deme ese.

—Su nombre señorita.

—Melissa Mcbride —dijo sin darle importancia.

—Por dios podría tomarle una fotografía admiro tanto su trabajo.

Melissa sonrió un poco y posó para la cámara del móvil de la joven.

—Te pido solo no digas a donde me dirijo quiero tomarme un respiro de todo este mundo y si los fanáticos lo saben todo se vendrá abajo.

Tomó el boleto de avión y camino aprisa de nuevo con las gafas sobre su nariz hasta la sala de espera, algunos minutos después al fin pudo abordar.

No era primera clase pero el lugar era acogedor, podía mirar por la ventanilla y sentirse cómoda hasta que su acompañante llego, un hombre con sobre peso quien se había reservado ambos lugares a lado de ella.

Se intimido cuando el regordete le sonrió mostrando la dentadura completa mientras le decía lo mucho que añoraba echarse una siesta hasta arribar a la isla.

Melissa no respondió clavo los ojos en la pista de aterrizaje hasta que tuvo que colocarse el cinturón de seguridad, entonces sin ganas volvió la cara al hombre que de nuevo decidió conversar con ella de cosas sin importancia.

Cuarenta minutos después su compañero había cumplido y se encontraba entre sonoros ronquidos que provenían de su garganta.

Le dio un par de ligeros golpes con el codo pero el gordo solo decidió colocar la cabeza aún más cerca del hombro de Melissa, se dio por perdida.

—¡Ey! Domadora de leones —escucho que le llamaban— podrías calmar los rugidos de tu fiera tu ruidoso amigo se escucha hasta atrás —apareció un hombre de gafas obscuras y semblante misterioso delante de ella.

—Oye no es mi amigo y créeme que he intentado de todo para que este tipo se calle.

—Pues parece que no has intentado lo suficiente —le dio un sonoro golpe con la palma de la mano sobre la nuca que de inmediato hizo reaccionar al hombre obeso.

Caribe (Mcreedus  AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora