Suerte.

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La suave mano de Melissa se deslizaba por sus pectorales, sus caricias repartidas por los costados y las piernas enredadas entre las de él mientras tocaba con dulzura su boca, justo antes de poseerla, la tenía ahora, justo así, a punto de hacerle el amor ahí mismo a la orilla del mar.

—¡Norman! —susurraba su nombre— vamos Norman despierta es tarde.

Era Melissa si, pero no estaban haciendo el amor, le estaba llamando, abrió los ojos de golpe y se llevó las manos a la entre pierna tratando de ocultar lo que sucedía en ese lugar.

—Mucho calor ¡eh! —le sonrió la mujer agitándose de hombros como conociendo aquel sueño húmedo.

Norman se incorporó tratando de guardar la compostura.

—Si hace bastante y necesito orinar es solo eso.

—Si de acuerdo ve y has lo tuyo yo me refrescare un poco.

Los dos comenzaron a caminar en direcciones opuestas, Norman se detuvo un instante cuando vio a Melissa sacarse no sólo el vestido sino también el sostén.

La temperatura parecía elevarse más a prisa, podía solo notar su espalda, era hermosa y delgada, cuando notó que Melissa se llevaba las manos a las bragas dudo, era una falta de respeto seguirla mirando así que con el pesar que le causaba dejarla de ver dio media vuelta y se internó en la jungla.

Su pantalón seguía apretándole, pensaba en la silueta de Melissa, en aquel cuerpo delicado y blanco que le atraía demasiado, las ganas volvieron a traicionarlo, la necesidad que le causaba el ser hombre lo llevó a actuar, cerró los ojos un instante y la visualizo, su piel húmeda, el sonido del mar, la luz en sus ojos, su voz murmurando su nombre.

Todo junto como un cóctel de emociones y deseo, como cuando era adolescente su mejor amiga la mano derecha hizo su trabajo, hasta que el bañador dejo de apretar.

Se sentía más relajado aunque en el fondo parecía que había traicionado la confianza de Melissa pues fue su imagen la que lo llevó a aquel desesperado acto, y no una vieja revista de caballeros, se preguntó si ya se encontraría vestida, no podría resistirse si la veía desnuda, así que decidió darle unos minutos más.

Camino por el lado hacia donde no habían ido, aún la esperanza de que el chalet apareciera era una posibilidad que ansiaba.
Un suave sonido se escuchaba de fondo, la caída de agua entre las rocas, le pareció una fantasía, se acercó con cautela, de una naciente brotaba agua dulce, comenzó a reír a carcajadas, después de todo el lugar aquel les estaba dando el mejor de los regalos.

Se enjuago el rostro y bebió, ahora lo tenían todo, si seguían así podrían vivir ahí para siempre y si fuera así, entonces tal vez la posibilidad de estar con ella sería mayor.

Volvió despacio tratando de marcar el camino para no perderlo, cuando regresó se encontró a Melissa en aquel biquini que el mismo le había sugerido alguna vez, sonrió para sus adentros.

—Así que al final te decidiste por ese modelito eh.

Melissa sintió como sus mejillas se llenaban de sangre y disimulo una sonrisa coqueta.

—Si volví por el en cuanto te deje —se levanto y corrió hasta él— que te tiene tan contento a parte de mi bañador.

—Encontré agua potable.

Melissa abrió los ojos— di que no mientes.

Norman negó con la cabeza sintió los brazos de la mujer rodeándole, el calor volvió repentinamente a su cuerpo recorriéndolo de arriba abajo de golpe de nuevo.

Caribe (Mcreedus  AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora