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Las cosas no volvieron a ser igual entre Winona y yo.

Mi familia llevaba un tiempo diciéndome que ya no parecía el mismo e incluso vieron un moretón que me provocó Winona. Cuando quise contarles lo que me hizo, se rieron.

Winona se volvió loca cuanto notó que le puse patrón a mi celular. Fue peor cuando me negué a dárselo.

— ¡Soy TU novia! — Chilló, fuera de sí y con mi celular en una mano. — ¡Tengo derecho a saber de tus cosas...!

— ¡No, no lo tienes! ¡Winona, por dios! ¡Tienes que dejar de revisar mis cosas!

— ¿Qué no tengo derecho a saber qué haces a cada momento del día?

— ¡Me estás sofocando! — Admití, por fin... Y por unos segundos, por primera vez en semanas, sentí que volvía a respirar de nuevo... Pero ella se puso muy pálida. — No puedo ir a jugar con Ricardo porque me llamas a cada rato, y si apago el celular vas y te presentas en su casa para asegurarte de que "no te estoy mintiendo"

— Solo me preocupo por ti...

— Y después. — Seguí hablando, en un arrebato de sinceridad. — Descuido mi teléfono por cinco minutos y comienzas a acribillarme de preguntas. ¡Incluso desconfías de mi hermana!

— ¡SOLO QUIERO QUE ESTÉS BIEN! ¿¡Cómo puedo confiar en tu hermana si se acuesta con alguien diferente cada semana!?

— ¿En serio, Winona? — Que ella se metiera con mi hermana tocaba una fibra sensible en mí. Lo que Luna hiciera con su vida no era asunto nuestro, pero... — ... ¿Cómo lo sabes? ¿La has estado siguiendo?

Winona se quedó callada. Fue el silencio más incómodo y aterrador por el que he tenido que pasar. Busqué a la chica de la que me había enamorado en esos ojos que luchaban por controlar su rabia. No dije nada, solo negué con la cabeza y tomé la mochila para irme de ahí. Ella corrió a la cocina, y yo... estaba bajo llave.

— ¡SI ME DEJAS TE JURO QUE ME MATO! — Me espetó ella, saliendo con un cuchillo cuyo filo apuntaba a su cuello.

Sentí sudor frío recorriéndome la frente.

Ella pareció notarlo, porque siguió caminando hacia mí con pasos lentos, apuntándome con la hoja.

— ¡JURO QUE TE MATO Y LUEGO ME MATO YO!

Me quedé con la mente en blanco y no respondí. Hablé con ella, intenté razonar, y fuera de un corte que no fue profundo en mi mano y una cortada en su muñeca que no iba a matarla, creo que todo salió... "bien". Logré quitarle el arma blanca...

Sus celos no eran normales, y comencé a preguntarme si cualquier otro comportamiento en Winona lo era.

La primera vez que la viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora