Capítulo 10.

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Narra Mireya:

Entramos a la habitación y ambas nos evitamos, cogí mi pijama, fui hacia mi cama y empecé a desvestirme.
Notaba la mirada de Miriam clavada en mi, se levantó de la cama de Aitana y fue al baño.

Me tumbé en la cama y me puse a mirar el móvil, Álvaro me había hablado y yo me he pasado toda la tarde ignorando el movil.
Miriam salió del baño ya desmaquillada y con el pelo revuelto, estaba preciosa.
Me puse los auriculares para escuchar el audio de Álvaro pero me di cuenta tarde de que no los habia conectado.

-Perdón -dije levantando la mirada del movil, pero lo que vi me dejó muerta.

Miriam estaba en ropa interior a punto de meterse en la cama, claro, aqui no tenia ni su pijama, ni el bálsamo de tigre ni nada.

-¿Quieres que te deje algo para dormir?
-No, no hace falta.
-Deja de ser tan infantil -dije levantándome para coger otro pijama
-¿Yo? Deberías aplicarte tú el cuento
-Al menos yo no soy la que suplica que le cambien la habitación, que si no querías que nadie sospechara, te has lucido amiga
-Peor es lo tuyo, que te ha faltado llorar ahí fuera
-No iba a llorar, no soy tan cobarde como tú
-¿Cobarde?
- Si, ¿cómo era? "Amiga, te lo suplico, no puedo dormir con ella" -dije imitandola mientras me encaraba a ella- ¿tanto miedo te da dormir conmigo?
-No
-¿Te da miedo no poder controlarte?-dije acercándome más
-Para, estoy con Pablo y le quiero, no voy a arruinarlo todo por un calentón.
-Eso deberías haberlo pensado antes, ¿no?
-¿Por qué no vas a tirarte a tu amiguito y me dejas en paz?
Le crucé la cara, se lo merecía.

Narra Miriam:

No sé qué me pasó por la cabeza en aquel momento cuando me miró a los ojos, pero a pesar de que ella me acababa de pegar una hostia, mi cuerpo actuó solo, dejé salir lo que llevaba toda la tarde aguantando. No lo dudé, le agarre del pelo y la empotre contra la pared de la habitación.
Ella me respondió automáticamente y empezó a besarme con la misma pasión con la que empecé yo.

Entre suspiros, mientras me tocaba el culo y me besaba, escuché unos pequeños gemidos los cuales me encendieron aún más. Entonces, mi mano, de manera casi involuntaria, se fue directa a sus pechos y empecé a tocarselos descontroladamente. En ese momento noté como ella empezó a mover su cadera contra mi pierna, despegando su boca de la mía para tomar bocanadas de aire más grandes.
Yo estaba tan cachonda y tan mojada, que no pude más. La cogí del brazo y la empujé contra la cama.
En ese momento, la vista se me nublo, me deje llevar por impulsos, estaba cabreada y no era solo por ella.
Me puse encima de ella, y la bese con rapidez. Mi cadera se movía al ritmo de la suya sin apenas darnos cuenta y nuestros gemidos comenzaron a escucharse más fuertes conforme aumentaba la velocidad.
Entre respiraciones y gemidos entrecortados, ella se acercó a mi oído. Me mandó que me quitase la ropa que me quedaba mientras que el aliento de sus palabras aturdía el poco sentido que me quedaba.
Yo sin pensarlo dos veces, me quite la ropa, rápido. Ella me miró con una cara de deseo. A pesar de que estaba super cachonda y que ese estado atontaba mis sentidos, en ese momento, dejé de sentirme la cazadora, para pasar a ser la presa.
Ella a su vez, se quitó el pijama y las bragas, se abalanzó hacia mí y bruscamente me estampó contra la cama mientras que se ponía encima mía.
Estando encima se quitó la camiseta, quedándose completamente desnuda sobre mi.
Mis ojos no paraban de mirarla desde esa posición de inferioridad, Mireya estaba jodidamente sexy y me incorporé para besarla. La impaciencia de mis besos eran consecuentes a mis actos, y ella se echó completamente encima de mi torso mientras que nos seguíamos besando y yo le cogía el pecho.
Volvió a rozarse fogosamente conmigo, pero esta vez contra mi entrepierna. Podía notar como se humedecía aún más y eso me descontrolaba. Siguió yendo rápido, mientras me respiraba agitadamente en la oreja. Mi pelvis, se movía impacientemente por rozarse con ella y yo estaba completamente extasiada.
Después de unos minutos, supe que como siguiese un poco más me iba a correr, así que, con toda la fuerza del momento, la cambié de lado y tome el mando de la situación.
Me puse encima de ella.
Mireya se mosqueo e hizo el amago de volver a ponerse encima, pero yo agarré sus muñecas con mis manos, y mi boca descarriló hacia sus pechos. Comencé a jugar con sus pezones a un ritmo bastante rápido, porque no podía aguantar las ganas de bajar hacia abajo. Ella empezó a gemir más fuerte, y decidí succionar sus pezones. En ese momento, además de un gemido boraz, empezó a mover la pelvis rápidamente contra mi. Al poco rato, me puso las manos en la cabeza y me la bajo rápidamente dejando claro lo que quería. Estaba muy muy mojada, igual que yo. Sin más, comencé a jugar allí, mientras que ella se movía sin parar.
Mireya cada vez se movía más rápido, tanto mi lengua como su pelvis estaban sincronizados con el dedo. Mireya cada vez gemía más fuerte e iba más rápido y en cuestión de pocos minutos, ella arqueo su espalda mientras que gritó de placer. Se quedó paralizada unos segundos, se acababa de correr.
La rubia prácticamente me ordenó que me incorporase y me pusiera de rodillas encima de ella. Ella bajó hasta la altura de mi entrepierna, y me devoró.
Aún estaba sentada en la cara de Mireya, me había corrido encima de su cara y yo me sentía la reina del mundo.
Me quité lentamente y me puse encima de ella. Yo estaba ardiendo en ese momento, y la besé.
De repente me aparte de su boca y la mire a sus grandes y profundos ojos, en ese instante, desee que jamás acabase este momento.
Entonces, ahí me di cuenta de algo que durante mucho había temido.
Estaba jodida, me había enamorado de Mireya Bravo.

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