Capítulo 17.

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Narra Mireya:

Llegué a la puerta con el corazón en la garganta, quizá no había sido buena idea venir, pero mira, a lo hecho pecho.
Esperé a que abriera la puerta, pero no abría asi que llamé.

-Vete -dijo con voz ronca desde detrás de la puerta
-Sabes que no me voy a ir, a cabezona no me gana nadie -dije apoyando mi mano en el marco.

Escuche como resoplaba tras la puerta, y tras unos minutos la abrió dándose por vencida.
Abrí la puerta con cautela y entré, vi como Miriam entraba a la cocina, para después salir sin mirarme e irse a la habitación.
Cerré la puerta y apoyé la cabeza en ella intentando calmarme, joder, antes me parecía todo más fácil.
Respiré hondo varias veces y decidí ir hacia Miriam.

-Miriam, he venido para hablar -dije con algo de miedo de entrar a la habitación
Su respuesta fue el silencio.
Abrí la puerta con cuidado.
-¿Tú no pillas las indirectas o qué? -dijo secamente desde la cama
-Las sutilezas, en temas serios como este, no son lo mío -dije mirándola fijamente
-¿Desde cuándo hay algo serio entre tú y yo? -dijo con rabia
-Miriam... -intenté disculparme antes de que ella empezara a hablar, pero me cortó
-Ayer te di la oportunidad de hablar, incluso me arrastre por ti mientras tú solo pensabas en ir a tirarte a otro, asi que no lo intentes ahora viniendo de buenas -dijo mirandome con asco mientras se levantaba para intentar echarme
-Miriam... -volví a intertar cortarla
-De Miriam nada, quiero que te largues, no te quiero ver la cara, en los ensayos y el concierto te trataré de forma cordial, pero no me busques más -dijo Miriam algo amenazante
-No me voy a ir -dije evitando que me echara
-¿Que no? Madre mía, te digo yo a ti que si -dijo cogiendome del brazo
-No, no hasta que no me escuches -dije soltandome, tenía paciencia pero esta se estaba agotando.
Me soltó del brazo y se fue hacia el salón, mientras hablabamos no me había dado cuenta de que Miriam solo llevaba una camiseta ancha a modo de pijama, pero al verla andar por el pasillo...
'Venga, Mireya, que tú puedes' me dije a mi misma mientras intentaba reunir el valor suficiente como para volver a enfrentarme a ella.
Fui al salón y me senté en el sillón mientras ella estaba en el sofá con el móvil.
Me rasque la cabeza, no sabía qué decirle exactamente.

-A ver, no se por dónde empezar -dije mirándola mientras ella no dejaba de mirar su movil- supongo que lo primero sería pedirte disculpas por cómo me porté ayer, sé que fui una imbecil y que siempre me he llenado la boca de decir que antes de nada somos amigas y que ayer te fallé, y encima tuve parte de culpa de que te pusieras peor.

Miriam seguía sin mirarme, me estaba ignorando.

-Miriam, mírame -dije mirandola fijamente- ayer no pasó nada con el camarero

Funcionó, Miriam me miró, pero me miró con una sonrisa irónica.

-¿Tú te crees que soy tonta o qué? ¿cómo puedes tener tan poca vergüenza de venir a mentirme a la cara? -dijo levantándose
-No te miento -dije de forma calmada levantandome también
-Ah, ¿no? -dijo acercándose a mi
-No -dije aguantandole la mirada
-¿Segura? ¿Y ese chupeton en el cuello? Me vas a decir que no te lo has tirado cuando tienes hasta marcas -dijo con aires de superioridad y simplemente, estallé.
-Mira, te voy a dejar claras unas cositas, lo primero es que yo no miento, lo segundo no tienes ningún tipo de derecho a opinar sobre si me he tirado o no a alguien como si fueras mi novia cuando tú te has estado tirando a Pablo y yo me he callado como una perra -dije con rabia
-No metas a Pablo en esto -dijo acercándose más de forma amenazante
-Lo metiste tú, porque por si no te acuerdas cuando esto empezó -dije señalandonos a ambas- era tu novio, y si, digo 'era' porque se que lo habéis dejado
-No tienes ni puta idea de nada -dijo Miriam que cada vez estaba más cerca
-¿Que pasa? ¿que mientras te lo tirabas pensabas en mi o que? ¿no? Porque eso fue lo que me pasó a mi, por eso no me lo tiré, porque no podía dejar de pensar en ti, joder -dije de golpe.

Cuando me di cuenta de lo que había dicho entre en pánico, abrí los ojos como platos y me quedé quieta, esperando alguna reacción por parte de Miriam.
Ella me miraba con algo de sospecha.

-¿Por qué debería creerte? -dijo más calmada
-Porque sabes perfectamente lo que siento por ti -dije mirándole a los ojos, total, de perdidos al río

Narra Miriam:

Me iba a explotar la cabeza por culpa de Mireya y de la resaca, primero quema el porterillo, después se pasea por el piso con los tacones y a cada paso que da me dan ganas de gritar, y ahora como si ya no fuese suficiente mi propio cacao mental, viene y me remueve todo por dentro.
Conforme iba avanzando la conversación cada vez me cabreaba más y más, hasta que vi el pánico en sus ojos tras contarme que anoche no pasó nada con aquel chico, una parte de mi deseaba besarla tras escucharle decir aquello, pero mi orgullo era mayor.

-Quizá no lo sepa -dije algo abatida apartando la mirada
-Miriam -dijo intentando acariciar mi mejilla

La echaba de menos, echaba de menos su voz, su roce, en cuanto acarició mi mejilla no pude evitar cerrar los ojos y suspirar.

-Miriam, mírame, por favor -dijo con un hilo de voz

Abrí los ojos y me encontré frente a frente con ella, me perdí en su mirada, ya no estaba enfadada, simplemente dolida, no sólo con ella, sino conmigo misma, ¿cómo habíamos llegado a esto? Ambas habíamos metido la pata, realmente no podía echarle nada en cara.
Nos acercamos poco a poco y nos besamos, fue un beso suave y dulce, cargado de fragilidad, de miedo.
Poco a poco aumentó la intensidad, hasta que nos empezaba a faltar el aire.
Dejamos de besarnos pero no nos separamos, dejamos nuestras frentes pegadas mientras intentábamos volver a respirar con normalidad.

-¿Sabes ya lo qué siento o te lo tengo que decir? -dijo Mireya susurrando

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