Osamu Dazai parecía un fanático de la enfermería, era la quinta vez en el medio mes que ponía un pie en aquel lugar, no había algún encargado así que podía tomarse su tiempo en deshacerse de las vendas sucias y cambiarlas, desde pequeño aprendió a darse tratamientos, no era que hubiese sido torpe, sino bastante curioso y eso lo metía en líos.
Le había ocurrido otras veces antes, que otros miembros de la mafia también iban por atención médica con diferentes grados de urgencia, pero al ver a Dazai se marchaban, por lo que ser interrumpido tampoco le preocupaba, sin embargo esta ocasión sucedió algo diferente, cuando estaba desprendiéndose de las vendas del cuello, a la habitación ingresó un hombre de cabello rojo opaco, llevaba varias marcas de rasguños en el rostro y los brazos.
El recién llegado tras cerrar la puerta se encontró con la pesada mirada del joven ejecutivo mas no le dio importancia.
— Una disculpa, has como que no estoy aquí — tras pronunciar esas palabras se dispuso a buscar algunas cosas en el botiquín.
Osamu no cabía en su asombro, aun cuando era joven, no había nadie en la Port Mafia que no supiera quien era, podía ser por su expediente lleno de los asesinatos mas crueles de los últimos años, por ser el ejecutivo más joven o simplemente por su loca tendencia de meterse en tiroteos y buscar modos de suicidio. Esas opciones era suficiente razón para ser una celebridad en la zona.
— Disculpa, pero cuando alguien esta en un momento intimo no debería entrar un... ¿Qué se supone que eres?.
— Un recadero, pero este lugar es para atender las heridas de todos los miembros, monopolizarlo no es buena idea, muchos podrían morir esperando.
— ¡Pues que suerte tendrían!— Justo en ese momento un recuerdo llegó a la mente del ejecutivo, ya sabia bien con quien hablaba.
— Creo que no sabes con quien estas tratando, no suelen hablarme de ese modo.
— Lo se, pero en este mismo instante estamos en las mismas, sólo somos dos heridos, buscando evitar una infección.
— Estas insinuando que las heridas que se sufren en campo de batalla se igualan a las que se ganan los recaderos al impedir una pelea de...¿gatas?
— No estas del todo equivocado, se parecen por que ambos las ganamos haciendo una tontería... Probablemente — las respuestas que recibía por parte de aquel hombre lo tenían lo suficientemente entretenido como para olvidar su semi desnudez.
— ¿Y que te hace pensar que fue una estupidez?
— No es por ser chismoso, pero las noticias de que el ejecutivo favorito del jefe tiene mañas poco ortodoxas vuelan por todos lados.
Dazai no quiso seguir indagando, la verdad no le interesaba saber que tantos rumores corrían por ahí, llevando su nombre dentro del relato.
— Bueno, me gusta ser innovador y creativo con lo que hago de mi, entonces, ¿qué tipo de gatas tuviste que separar?, esposas de trabajadores, aliados, mujerzuelas que trabajan para la mafia.
— Tienes una lengua demasiado suelta para tu edad, que tendrás... ¿13 años?
— Espero por tu bien, que estés jugando con esa cifra, sino terminaras con algo peor que rasguños.
— No estaba bromeando — amarga sinceridad.
Osamu arrojó un frasquito que tenía a la mano, su objetivo era atinar le en el brazo como una advertencia, pero su objetivo se quitó de la trayectoria del proyectil y la pudo sujetar con la mano.
— Jugar con instrumentos médicos me confirma que eres un niño.
— Así que un usuario de habilidad, bueno eso explicaría por que sigues vivo a pesar de ser la carne de cañón. No respondiste mi pregunta de las gatas.
— No eran gatas en ese sentido... De hecho me refería a que son exactamente eso, dos gatas que se quedaron atrapados, mascotas de un proveedor de armas, al bajarlas esto ocurrió.
Osamu en su mente había recreado la escena, de forma inconsciente su mente buscaba saber mas y preguntaba sin parar algunos detalles para su teatro mental, era tan ridícula la anecdota que no le fue posible controlar sus carcajadas, hasta que un estornudo le interrumpió,
¿Cuánto tiempo habían estado hablando?¿ Media hora?. Oh gran error, fácilmente llevan mas de hora y media hablando y su cuerpo se había enfriado.— ¿Resfriado?, quizá un curry picante te sirva.
— ¿Me estas invitando a comer?
— Estaba dando una sugerencia... Por cierto, no me he presentado, soy Oda Sakunosuke.
Ambos intercambiaron miradas por unos minutos en total silencio, hasta que el estómago del más joven gruño y tuvo que sonreír del modo mas infantil que pudo.
— ¿Y qué esperas para llevarme a comer Odasaku? ¿Qué sea legal según tú?
— Te sorprendería, pero, me encantan los niños
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La primera vez
Fiksi PenggemarOsamu Dazai tiene todo lo que alguna vez jamás pensó disfrutar. Está felizmente casado con Oda Sakunosuke, tienen una bella niña llamada Shizune y su casa se encuentra en la costa lejos del territorio de la mafia. Su pequeña está por cumplir 5 añito...