08 El sello del Muro

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Rachel

Todo era silencio.

Íbamos tomados de la mano para poder tranquilizarnos, pero sentía que Niko temblaba y eso me alteraba más de lo debido.

Se notaba en su rostro que la situación que había vivido fue de lo más traumatica.

Me voltié.

No sé por qué lo hice sí lo único que vería era una cabeza destrozada.

Supongo que fue simplemente morbo.

Cuando llegamos a la casa mi mamá y mi tía estaban preparando la cena. Mi abuela junto con mi tío estaban sentados en la mesa conversando.

Papá nos indicó con el índice el sillón para que nos sentaramos.

Nos sentamos.

Teníamos los ojos todavía con lágrimas y la abuela lo notó.

-¿Qué les hiciste esta vez Joel?- Dijo nuestra abuela que siempre estaba ahí para defendernos.

-Tengo algo que decirle a toda la familia y requiero la máxima seriedad y silencio posible- Dijo mi papá mirando al piso.

Mamá cerró la llave del agua y mi tía le siguió. Se secaron las manos con un trapo viejo y se sentaron al lado de nosotros.

-¿Qué sucedió ahora querido?- Dijo mamá.

-Te apuesto a que es algo sin importancia, el siempre es muy exagerado- Dijo mi tío.

-¡Ubicate un poco!- Le gritó mi tía.

-Amor ¿Podrías decirnos qué es lo qué pasó?- Dijo mamá.

-Rachel y Niko vieron un "Enfermo".

La sonrisa de mi tío se desvaneció junto con el relajado ambiente que había.

-Espera ¿No estarás equivocado? el muro es-

-Rompieron el muro- Interrumpió mi papá a mí tío.

Mi abuela se levantó de la mesa.

-Se me quitó el hambre, igualmente muchas gracias. Voy a dormir. Buenas noches.

Mi abuela subió las escaleras y se perdió de nuestra vista al llegar al segundo piso.

Mi tío, mi madre y mi tía también subieron las escaleras sin decir una palabra.

-Suban- Dijo papá.

-Pero...

-Mañana hablamos de esto.

-¡Pero dijiste que hablaríamos hoy!

-¡MAÑANA HABLAMOS DE ESTO!

Nos levantamos y fuimos corriendo al segundo piso.

Nunca nos habian gritado de esa manera.

Dormimos juntos en mi habitación. Niko no quería dormir solo y yo tampoco. No teníamos colchones extra ni saco de dormir, así que nos tocó dormir en la misma cama.

La noche fue horrible. Era muy incómodo dormir junto a alguien en una cama tan pequeña por lo que no pudimos dormir, y menos pensando en lo que pasó ese día.

Al día siguiente no bajamos a desayunar, nos quedamos encerrados hablando sobre cómo poder evitar a los demás para no hablar del tema del "Enfermo".

Bajar por la ventana fue la mejor idea que tuvimos.

Al llegar abajo emprendimos rumbo hacia el hoyo en el muro para ver cómo se veía con un poco más de luz y también para afrontar un poco el trauma.

Pero cuando llegamos al muro no vimos sangre ni un cráneo destrozado.

Si no que vimos a mi padre con un balde de cemento y una especie de espátula tapando el hoyo.

Estaban cerrando nuestra única salida hacia el mundo exterior.

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