15 Sueños de hermanos sin Muro

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Rachel

Niko caminaba a mi lado leyendo su libro y yo leyendo el mío, ni siquiera sabía de dónde lo saqué, ni siquiera sabía si en verdad leía el libro. Simplemente lo tenía entre las manos.

Mi primo cerró su lectura y corrió hasta unos árboles. No me molesté en alcanzarle, sólo seguí leyendo. Al final lo alcanzé sin esfuerzo. El tenía el brazo derecho detrás de sí y me miró con una sonrisa en el rostro.

-A que no adivinas lo que tengo en la mano.

-Un ratón muerto- Se rió.

-No seas tonta, es un regalo para mi hermana- Me sorprendió que me llamara hermana.

-Okay, entonces... ¿Rosas? o quizás chocolate.

-No te vayas por lo alto que esto es un regalo pequeño.

-Una cuchara- Me miró con cara de «ya te dije que no seas tonta»- Okay. Entonces un dulce.

Movió la cabeza a ambos lados.

-Un libro.

Movió la cabeza a ambos lados.

-Una bufanda o un gorro.

Movió la cabeza a ambos lados.

-Una pelota.

Movió la cabeza a ambos lados.

-Un reloj.

Movió la cabeza a ambos lados.

-¿Nada?

Movió la cabeza a ambos lados.

-¿Te rindes?- Dijo alzando una ceja.

-Eso creo...

Sacó su mano al descubierto a la par que gritaba «Ta-Ta ¡Sorpresa!».

Sujetaba con los dedos enredados en el cabello, la cabeza de papá; todavía fresca, gateando sangre, con los ojos desorbitados y sin vida.

Pegué un grito.

-¿Qué pasa? ¿No te gustó mi sorpresa?

No me salía la voz.

Niko dejó la cabeza en el suelo. Yo intenté retroceder pero me encontraba congelada.

La cabeza sacó patas de araña desde los ojos y los oídos. Comenzó a acercarseme y luego comenzó a subirme por la pierna, por el torzo, por la cara y finalmente se colocó sobre mi cráneo. Sentí el sonido de un ormigeo que provenía de la cabeza. Sentí un ormigeo sobre mí, en mi frente, en mi nuca... ¡ARAÑAS! eran arañas, montones, se sumergieron en mi boca, dentro de mis ojos, entre mis senos, por la espalda y... quedé cubierta de arañas.

Me desperté medio fuera de la cama, con las sábanas revueltas y enroscadas entorno a mí como una especie de remolino, con el corazón desbocado y dándome manotazos en todo el cuerpo buscando arañas. Me llevó varios segundos darme cuenta de que en mi cuerpo no había nada. Aún así, me levanté, cogí una vela, la encendí, fuí al cuarto de baño y bebí dos vasos de agua. He tenido pesadillas peores que esa que me despertó a las tres y tanto de la mañana sólo que no las recuerdo. Arreglé un poco la cama ya que el desorden era bestial y me tendí, convencida de que no volvería a conciliar el sueño en lo que quedaba de noche. Estaba apuntó de caer dormida de nuevo pensando en que solo fue una pesadilla más cuando un pensamiento loco y fugaz me dijo lo contrario.

Corrí las sábanas a un lado, me levanté de nuevo y salí al pasillo esta vez sin vela y sin dirigirme al baño, cambié el rumbo a la habitación de Niko. Intenté entrar sin que la puerta rechinara pero no hubo caso y saqué a mi primo del mundo onírico.

TransmutaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora