18 La familia abandona el muro.

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¿Eh...?

recuerdos...

recuerdos...

recuerdos...

¿RECUERDOS?

¡LOS TRAUMAS!

Mis recuerdos y traumas han roto el muro.

                          

                         {*}

No atiné a pensar nada más que no fuera correr, correr y huir de mis recuerdos. De vez en cuando me volteaba a ver cuantos me seguían y no eran menos de veinte, eso era aterrdor ya que si me caía me podía considerar muerto. La desesperación me dominó y me hizo correr como nunca. Yo no me considero una persona de con un físico excelente para el deporte (como Rachel, que puede correr varias decenas de metros sin sudar) pero esa tarde mis piernas anularon todo el dolor que pude sentir en ese momento de sobreesfuerzo, y lo agradezco mucho.

Luego de correr arduamente varios minutos, o quizás horas... no, horas no, eso sería una exageración pero tal vez fueron minutos que se sintieron como horas ¡Eso es!

Luego de correr varios minutos que se sintieron como horas divicé un punto que se convirtió en un borrón que se convirtió en una figura que se convirtió en mi casa. Volví mi cabeza a ver si me seguían. No ví nada. Bajé el ritmo de mi corrida, hasta que se convirtió en un trote y ese trote en una caminata que me dejó en la puerta de mi casa jadeante. Aún podía ver mi aliento como vapor ya que todavía hacía tanto frío como cuando salí de casa despidiendome de mi madre enrolladome la bufanda de... ¡¿Y la bufanda?! ¡Mierda! seguramente se me habría caído por correr tan brutalmente. Entré en la casa.

-¡Ya llegué!- Grité, pero ni siquiera el eco me respondió.

Colgué mi chaqueta café hecha pebre en el perchero y me dispuse a subir las escaleras pero alguien se asomó por la puerta de la cocina cuando yo estaba con mi mano en el pasamanos y colocando mi pie en el primer escalón. Era Daniel, y me apuntaba directamente a la cara con un rifle parece que era el que estaba usando el Viejo la primera vez que nos encontramos.

-Miren quien está aquí, el pendejo favorito de todos- Dijo así como esperando una risa de alguien invisible.

-¿Qué pasó? ¿Y mi familia?- Estaba desconcertado, esperaba que me dijera algo así como "Oh sí, tu familia está con nosotros, todos nos vamos a ir de aquí a vivir juntos y felices".

-Yo no sé una mierda- Fue la respuesta más decepcionante que he escuchado en mi vida.

-Pero... ¿A dónde fueron?

-Ya te dije que no se nada ¿A caso eres retrasado?

-No.

-Entonces sabrás que...

La puerta se abrió de golpe, Daniel apuntó el cañón su rifles hacia ella y se asomó por el borde la cabeza con ojos negros de una mujer, le colgaban pedazos de carne muerta en la cara, ella era horrenda. Daniel no vaciló y disparó la potente arma generando una nube de sangre y color carne dejando al cuerpo de la mujer completamente decapitado. Esta avanzó unos cuantos pasos más y cayó al suelo generando un charco de líquido rojo mesclado con un extraño líquido amarillento.

-La he cagado- Dijo Daniel, me tomó el brazo- Hay que irse.

-Espera- Le dije intentando safarme de su mano.

-Solo tienes dos opciones: a) Irte conmigo y con mi grupo y vivir, porque tu muro ya no te protegerá nunca más o b) Quedarte aquí y morir.

Otros señores de ojos negros se asomaron por la puerta y otro por la ventana. Daniel apuntó su rifle con una sola mano sin soltarme el brazo y disparó. Le voló el brazo a uno de ellos pero no sirvió de mucho. Siguieron avanzando.

-¡ESCOGE UNA DE LAS OPCIONES O TE PEGO UN TIRO EN LA CARA!

Obviamente escogí la primera opción.

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