EUGENIA

Según la ciencia el ciclo de nuestras vidas es el siguiente: naces, creces, te reproduces y mueres.
Según la mayoría de adultos (entre ellos mis padres) confían plenamente en que el ciclo de la vida es: naces, creces, te gradúas, te casas, tienes hijos, trabajas, te conviertes en un anciano que estorba y mueres.
Yo no lo veo tan así. ¿Qué sucedería si yo, al crecer en vez de graduarme quedase embarazada primero, y tuviera que trabajar para alimentar a mi bebé y acto seguido graduarme? ¿Y si mis hijos o nietos me aman tanto que en vez de verme solo como un estorbo me viesen simplemente como parte de la familia que es exactamente lo que seré? ¿Entonces sería un desecho de persona solo por haber hecho las cosas al revés?
No creo que para vivir una vida extraordinaria tienes que hacer todas esas cosas, seguir un estúpido patrón ¿Dónde queda la diversión, la pasión? ¿Dónde queda la felicidad propia?
El ciclo de la vida debería ser propio, casi como un proyecto de vida. Tú eliges.
Camino por el largo pasillo del Rockland, vistiendo una falda corta, una camisa elegante y unos zapatos de tacón que repiquetean contra el suelo de mármol.
Los saludos comienzan. Siempre me he considerado una mujer amigable, sonreír al prójimo es sin duda mi qué hacer preferido. Camino hacia mi casillero y freno de golpe cuando mi celular vibra en mi bolsillo trasero.
Es aquel desconocido que me ha escrito desde ayer proponiéndome veintidós días de conocernos, ¿Conocernos de qué coño? Debe ser sin duda algún viejo verde. No sé si es hombre o mujer, si alguna vez le he visto. Pero sea lo que sea me da un escozor en la piel. Escudriño su nuevo mensaje. Y ésta vez me animo a responderle.

"¿Te das cuenta de lo que tu andar provoca en todos?"

EUGE: ¿Quién eres? 

"El hombre que planea enamorarte, follarte, mimarte y amarte por el resto de sus días."
Primer dato: es hombre.

El asombro y estupefacción que siento se refleja claramente en mi rostro. Me río porque aquello es patético. Sea quién sea está loquísimo y tiene un problema grave para relacionarse con los demás.
Ignoro su mensaje. Tarde o temprano se cansará y su persistencia se agotará.
Antes de entrar a mi clase de matemáticas saludo al rubio inteligente que, aunque no sé su nombre me agrada. Él me sonríe yo secundo su gesto.
Me interno en clase y apago mi celular para evitar distraerme en el área que más se me dificulta.
Aquel número ajeno a mí será un problema grandísimo. Lo sé.

Texting with the blondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora