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Es increíble lo difícil que nos supone conocer verdaderamente a una persona.

Ahí estaba yo: en medio. En medio de un chico que al parecer está enamorado de mí y yo jamás lo supe. Y con otro chico, al que cuando le miré no supe lo turbio que era su ser.

Nos engañan constantemente las apariencias. Todo nos engaña.

Nicolás seguía tumbado en el piso, indefenso. Desee que apareciera de momento a otro cualquier maestro, o un simple compañero de secundaria. Alguna de mis amigas. Cualquier persona con la capacidad de intervenir en aquella desastrosa situación.

Pero no iba a llegar nadie. De eso estaba segura.

—Así que la rubia decidió follar contigo.—le propina una patada en la ingle a Nicolás y éste gimotea de dolor.— ¿Qué tienes tú que no tenga yo? Ah... Será que eres un nerd. Me han hablado sobre ti: el típico nerd. ¿Quién quiere follar con un nerd? Sin embargo has sido tú quién la ha desvirgado y no yo... Qué injusto.

Estaba loco, claramente. Lo veía en su mirada: trastornada. Como si hace poco hubiese inhalado muchísima cocaína, y se hubiese embriagado. Se acercaba cada vez más a Nicolás. Y solo en el momento en que alzó el filo de su arma fue que mi instinto se activó.

Me abalancé sobre él con toda mi fuerza bruta y cayó de bruces. Busqué a tientas su arma, di con ella cuando me fijé en aquel muchacho loco. Estaba a su lado, y él tardaría un segundo en recuperarla. Pero seguía algo estupefacto por mi reciente reacción. Supongo que nadie se espera que yo: Eugenia Suárez tenga la capacidad de defenderse. La gatita por fin sacó sus garras.

Salto y agarro el arma. Ahora se han invertido los papeles. Ya no más miedo. Busco en su mirada algo de humanidad. Arrepentimientos. Pero no veo nada más que su sonrisa maquiavélica anchísima. Así que sin esperar más le hiero en el esternón.

—Maldita... ¿Quién carajos te crees que eres? ¿Ah?

No espero a formular algo muy coherente. Hablo por el mismo azar.

—Soy la maldita Eugenia Suárez.

Y justo ahí por fin alguien entra. Me alegra al ver las linternas incontables. Es la policía. Al girarme veo a Nicolás, con su celular en mano. Había sido él quién los llamó.

Estábamos a salvo.

Texting with the blondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora