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Vi sus oscuras intenciones cuando se alejó de mí. Me enojé muchísimo, intentó besarme pero puse mi pie sobre su cintura, empujándole lejos de mí. Me observo con estupefacción.

—¿Qué sucede?—indaga muy confundido, y con un tono de enojo en su voz porque sé que quiere follarme en éste mismo momento.

—Quiero que me comas primero ¿te quedó claro?—le ordeno de mala manera, dominando completamente la situación. Él sonríe con malicia, creo que le encanta verme de esa forma: tan ansiosa de él. 

No se hace insistir más, vuelve a abrir mis piernas y se interna en ellas. Siento su cálida y húmeda lengua en mi clítoris y siento como mis músculos se tensan. Agarro su cabello un poco largo como acto reflejo, él toma aquel gesto como otra orden de que no se detenga. Sus manos viajan a mi trasero y entierra su lengua en mí. Gimo en respuesta sentirlo tan ansioso en mi entrada, queriendo mojarme lo necesario para follarme después. 

Cuando sus dedos viajan y se meten en mí mientras su lengua sigue jugueteando con mi clítoris cubro mi boca, mis gemidos se incrementan a cada asalto que sus dedos hacen en mí. Le detengo cuando siento que estoy a punto de explotar. Me bajo de allí y me arrodillo enfrente suyo, él jadea en respuesta, creo que jamás pensó en verme así, tan dispuesta a recibirlo en mi boca. 

Desabrocho su pantalón dejándolo en ropa interior, su erección es notoria, paso mis manos sobre ésta, viendo como muerde sus labios. 

—Demonios —gime él, paso mi lengua por su erección cubierta.— ¿No quieres hacer eso mismo pero sin ésta ropa estorbosa? 

Me río de su indirecta, entonces bajo su ropa interior. Su polla salta sobre mi rostro como rogándome que la chupe. Tomo su polla entre mis manos, dudosa porque jamás había hecho ésto. Pero sé lo esencial que mis amigas siempre han comentado: LOS DIENTES NO TIENEN NADA QUE VER EN ÉSTO.

Lo toco un poco, tratando de conocerlo bien. Observo su glande y el presemen que tiene en la punta, jugosa. La curiosidad mata al gato nuevamente cuando acerco mi lengua a aquel jugo transparente. 

Sabe amargo, pero parece ser adictivo, porque a pesar de mi mueca vuelvo a beber de él hasta que termino con él hasta la garganta. Lo chupo como una paleta, no quedando satisfecha, llevándolo hasta mi garganta y aguantando mis arcadas. Los gruñidos de Nicolás solo hacen que quiera comerme su polla. 

—Lo haces tan bien —me alaga. Entonces comienza a mover su pelvis y yo decido quedarme quieta, el cuello me duele. Comienza a follarme la boca, metiendo su polla hasta el final de mi garganta. 

Muy caliente.       

Texting with the blondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora