5.

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El reloj marcaba las 20:30 cuando Amaia y Ana se reunieron con Martí ante la puerta de casa de Roi y Cris, un modesto adosado un tanto a las afueras de la ciudad.

Amaia no iba a mentir: estaba nerviosa. Había intentado mantenerse tranquila durante toda la tarde, pero ya desde la noche anterior no paraba de darle vueltas en su mente a posibles escenarios que podían tener lugar en la cena. Todos tenían que ver con Alfred, por supuesto, así que enseguida se obligaba a sí misma a desechar esos pensamientos. Si seguía así no iba a conseguir nunca demostrar que ya no le afectaba lo que el chico dijera o hiciera.

Así que sí, estaba nerviosa, pero decidió achacarlo a la emoción que sentía por cenar de nuevo en grupo, como en los viejos tiempos.

Fue Cris quien les abrió la puerta y los saludó a todos casi con mayor efusividad que el día anterior, como si de hecho fuera esta la primera vez que se veían. Roi lanzó sus saludos a voz en grito desde la cocina, de donde se escuchaban ruidos de sartenes y demás utensilios culinarios.

—¡Hala! Qué bien huele —exclamó Amaia notando cómo se le hacía la boca agua a cada segundo que pasaba.

Roi asomó la cabeza por el hueco de la puerta de la cocina.

—Estoy preparando hassambas caseras —anunció con orgullo—. Veréis qué buenas.

Si había alguien que era capaz de alargar una broma cinco años, ese era Roi Méndez. Desde que había empleado por primera vez su término inventado 'hassamba' en la academia, Amaia no le había vuelto a escuchar prácticamente nunca la palabra 'pizza'. Cualquier otra persona habría perdido la gracia tiempo atrás, pero Roi conseguía que todo el mundo a su alrededor siguiera riéndose como si de la primera vez se tratara.

Ana acompañó a su mejor amigo a la cocina para ayudarle con la cena. Martí y Cris se sentaron en el sofá y se dispusieron a compartir anécdotas de sus vidas relacionadas con la pizza, y Amaia comenzó un recorrido a lo largo de la estantería del comedor, que estaba repleta de fotos que ella ya conocía bien.

No era la primera vez que visitaba la casa de Roi y Cris, así que ya había visto anteriormente todas esas instantáneas que capturaban algunos de los momentos más bonitos de su vida. Ante ella, dieciséis triunfitos le sonreían sobre el escenario el día de su primer concierto de la gira, en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Junto a esa fotografía había una en la que salían Roi y ella haciendo el tonto entre bastidores, y a Amaia le fue imposible no sonreír ante aquel recuerdo. También había muchas imágenes en las que solamente aparecían Roi y Cris en sus múltiples viajes, y otras tantas del chico con su famoso grupo de 'amiguetes'.

Y luego estaba una foto que había sido una de las favoritas de Amaia durante largo tiempo y que ahora simplemente le producía una terrible sensación de vacío en su interior. Rodeados por un sencillo pero elegante marco, Alfred le había pasado un brazo a Roi por encima de los hombros y ambos sonreían a la cámara como si fueran niños pequeños a los que se les acaba de conceder el mayor de sus deseos. Ella misma había tenido esa foto colocada en su cuarto en Pamplona. Ahora se encontraba acumulando polvo en alguna caja en casa de sus padres.

De repente, como si hubiera sabido que Amaia se encontraba justamente ante esa foto de los dos chicos, el timbre de la casa sonó: no podía ser más que Alfred, el último que faltaba por llegar. Desde la cocina y envueltos en todo el jaleo de los preparativos de la cena, Ana y Roi no parecían haber escuchado el sonido de la puerta. Martí y Cris seguían enfrascados en su conversación, que aparentemente había cambiado de rumbo hacia los lugares más exóticos a los que habían viajado. De modo que Amaia asumió que no le quedaba más remedio que ser ella quien abriera la puerta.

Respirando profundamente un par de veces y luciendo una sonrisa que estaba lejos de sentir como genuina, se acercó a la entrada y abrió la puerta. Ante ella se hallaba Alfred, vestido con chupa negra y pantalones del mismo color. La camiseta que llevaba era blanca, y a Amaia le fue inevitable pensar en que el conjunto era peligrosamente parecido al que llevó en cierto videoclip que grabaron para Eurovisión, cinco años atrás. Se le cortó la respiración por un momento.

Volverte a ver || AlmaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora