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Un mes después, la semana de exámenes había llegado, era estresante para cualquier alumno, pero para Magnus y Alec era aún más. No podían verse tanto por estudiar o por clases extras que tenía que tomar.

Alec pasaba ahora una o dos veces al cuarto del mayor; sin embargo, eran escasos momentos los que estaban juntos.

Compartían besos y varias caricias tranquilas. No llegaban a más. Ambos pensaban que no era momento aún, sin saber que querían pero no sabían cómo.

Era el último día de exámenes, Magnus había preparado algo para sorprender a su novio, solo suyo. Se escuchaba bien y se sentía de maravilla tenerlo a su lado.

El moreno se había encargado de hablar con el teñido, que había considerado como un buen amigo de Alec, y con su compañero de cuarto, para que ambos se quedaran solos esa noche.

El menor estaba agotado de tanto estudiar, los días y noches de desvelo para estudiar, habían recaído en él cuando terminó su último examen. Pero aun así sacó energía de quién sabe dónde, con tal de ir a ver su Magnus.

Sonrió y emprendió su camino cuando recibió un mensaje del mayor, diciéndole que lo esperaba en su cuarto.

A pesar de que eran las 6 de la tarde, el cuarto estaba totalmente oscuro.

– Mags, ¿dónde estás? – Cerró la puerta a sus espaldas y buscó el apagador.

– Quité el foco, intenta llegar a mí con solo escuchar mi voz. – Alec sonrió con el tono de burla y cariño de su novio.

Caminó lentamente, con las manos enfrente de él por si acaso, conocía perfecto el cuarto del moreno pero era él y podía sorprenderlo de alguna manera.

Trastabilló ligeramente cuando sintió que el piso se empezó a sentir muy blando, haciéndose preguntar si estaba pisando como cobijas.

– Necesito que hables de nuevo amor.

"Amor", eso le dio un brinco enorme al corazón de Magnus. – Estás a punto de llegar a mí.

– ¿Cómo sabes? ¿Ahora ya ves en la oscuridad? – Alec sintió que seguía avanzando y no llegaba a ningún lado.

– No, pero somos como imanes y siento cuando te vas acercando a mí.

– Eres un cursi. – Alec sintió como su cara enrojecía y agradeció a que estuviera oscuro.

Magnus sintió las manos de Alec tocar su estómago intentando descifrar qué era.

– Te encontré. – Dijo con gusto el menor.

– Como siempre. – Magnus buscó la cara de su novio y se paró de puntillas para darle un beso tierno.

– ¿Y de qué se trata todo esto?

– Bueno, quería darte una linda sorpresa, siempre he pensado que celebrar cada mes una relación es tonto pero contigo... Quise hacerlo.

Alec pensaba lo mismo; sin embargo, Magnus podía hacer lo que quisiera con tal de que fuera feliz, y si celebrar hasta todos los días el ser pareja, lo iba a hacer.

Como si fuera un brujo Magnus tronó los dedos y varios focos rojos se encendieron, iluminando suavemente la habitación.

Un jadeó salió de la garganta de Alec al ver la habitación. Magnus había colocado cobijas y cojines en el piso y un proyector estaba sobre una mesita.

El asiático tomó la mano de su novio y le indicó que se sentara a su lado. Sacó su celular y dando un clic sobre la pantalla, el proyector plasmó una gran imagen en la blanca pared.

En específico, era una foto de ellos de niños. Ambos estaban sentados en una banca comiendo un gran helado cada uno. "No pensé que serías tú mi gran primer amor", decía en la parte inferior de la imagen.

La foto se cambió a otra donde estaban un poco más grandes. Iban caminando por un parque con las manos agarradas, haciendo contrastar los colores de ambos. "He estado a tú lado y seguirá así siempre", Alec quería llorar por las frases.

Pasaron varias imágenes más, sacando risas de ambos por lo vergonzosas que estaban, seguramente sus madres las habían tomado sin que se dieran cuenta.

Pero la que quebró a Alec fue una totalmente inesperada, donde se transmitía el amor que ya se tenían desde hacía varios años.

Ambos estaban dormidos en la cama del moreno; Magnus rodeaba el estómago de ahora su novio y su cabeza estaba sobre el pecho de Alec, mientras éste tenía un brazo alrededor de su cintura.

"Una vida a tu lado, es un sueño que quiero cumplir", el menor dejó caer sus lágrimas cuando la frase apareció, su corazón se sentía tan lleno y su cara estaba a punto de explotar por la gran sonrisa que hizo.

– ¿Tratas de pedirme matrimonio? Porque yo quería hacer eso. – Medio bromeó Alec secándose las lágrimas.

– Entonces eso te lo dejo a ti Alexander. – Aclaró Magnus con una amplia sonrisa mientras se acercaba más a él. – Yo solo... Quiero... – De repente la timidez lo invadió.

– Dímelo Mags, escucharé lo que quieras.

– Quiero decirte de alguna forma que... – Tenía que hacerlo, lo sentía en todo su ser. – Te amo, Alexander.

Se escuchó tanta firmeza en esas dos palabras, que Alec no dudó ni un segundo en él. Quería llorar más por la felicidad, todo era tan perfecto.

– También te amo, Mags. – Colocó su mano en la mejilla del mayor. – Dios, te he amado toda mi vida.

Magnus no necesitó escuchar más, juntó sus labios en un suave beso. Un beso que decía más que mil palabras, que transmitía todos los sentimientos ocultos que siempre habían tenido el uno por el otro.

El beso se intensificó, sus lenguas danzaban en la boca del otro, combinaron su calidez y sin darse cuenta en qué momento, se encontraban acostados en el piso.

Alec se colocó encima de éste, dejando a su disposición al mayor, recargándose en su codo para después pasar su otra mano por la cara de su novio cuando se separaron a recuperar aire.

Ambos memorizaban la cara del otro, se aprendían ese brillo de enamorados que reflejaban.

Lentamente Magnus, puso sus manos en la cintura del menor, levantando ligeramente su playera para sentir su delicada piel. Pasó sus manos por su abdomen, acariciando y sintiendo cada vello.

Una corriente de placer pasó por la columna de Alec, no sabía qué hacer pero quería hacerlo, porque era Magnus, le amaba y sabía que su novio también quería que pasara algo.

– Alexander... Quiero estar contigo. – Susurró mientras ahora pasaba sus manos por su duro pecho. – Te necesito.

Se enderezó un poco y sin ningún aviso, atacó los labios de su Alexander, devorándolos de manera necesitada. Correspondiendo rápidamente, Alec entendió a la perfección y se colocó de mejor forma sobre el mayor.

– Haremos esto juntos, amor. Ambos daremos todo.

Y sin más la pareja se fundió en un beso que nunca iba a bajar de ritmo, sino que al contrario, incrementaría al pasar la noche.

Su noche.



Las vacaciones ya llegaron y solo quería decirles que trataré de actualizar cuando me dejen ser libre >< Jajaj

Había abandonado un poco esta historia pero aquí está otro capítulo más, espero que les haya gustado :))

UNA VIDA JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora