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12 años

Los años pasaron, los mejores amigos tenían recuerdos desde el kínder, la primaria había sido el comienzo de sus aventuras de amigos, sin darse cuenta, se daban mucho amor.

Para todo se abrazaban, Magnus era muy amoroso y Alec aceptaba cariñosamente hasta los besos que le daba en sus mejillas, siempre estaban juntos y todos sabían, hasta sus padres, que eran bastante unidos.

Cuando uno se enfermaba, el otro estaba disque curándolo, cuando uno quería algo, el otro se lo conseguía para él, y así con todo. Se querían mucho, mucho. Pero internamente, ellos sabían que no era un "querer" como cuando quieres un amigo.

Pero vamos, tenían 12 años y apenas estaban aprendiendo de eso de los sentimientos. Les daba asco ver a sus papás cuando se besaban o se ponían de melosos; sin embargo, les gustaba verlos tan afectuosos, profundamente, ellos querían eso en un futuro.

Hubo una vez a los 8 años, que querían saber lo que se sentía besar, les daba curiosidad cuando veían a sus padres compartir saliva, así que lo intentaron.

Escondiéndose en un cuarto como si estuvieran a punto de cometer un delito, apagaron las luces y prendieron una lámpara para hacerlo más... Tétrico, según ellos.

Magnus era más atrevido en cuanto a todo, a Alec le daba miedo prácticamente, todo. Así que, tomando la carita blanca de su mejor amigo entre sus manos, Magnus le dio un pequeño pico.

Fue bastante rápido pero aun así sintieron un extraño toque cuando se rozaron sus pequeños labios. Alec se había puesto totalmente rojo y Magnus solo había levantado sus hombros con una sonrisa.

Desde entonces, a veces, pocas veces, se escondían y se daban leves roces en los labios. A Magnus, por alguna razón, le encantaba ver el sonrojo de Alec y tomaba de excusa eso para besarlo.

Mientras fueron creciendo, se hicieron más cercanos, la mayoría del tiempo el moreno, se la pasaba en la casa del otro, sus mamás les causaban ternura y seguían con la linda sensación de que tal vez algo pasara en el futuro.

Los padres, bueno los hombres, solo escuchaban los cuchicheos de sus esposas y sonreían negando con la cabeza cuando las encontraban espiando a sus hijos.

Los grandes amigos, ya tenían sobre nombres entre ellos, por así decirse. Magnus era el único que le decía Alexander, solo él, literalmente, ni los maestros lo podían llamar así; y sólo Alec le podía decir al moreno, Mags... Nadie más.

En sus doce años de vida habían hecho dos promesas que nunca iban a olvidar.

– Prometamos nunca alejarnos el uno del otro, nunca, así seamos viejitos. – Había dicho el asiático.

– Prometamos nunca cambiar al otro por nadie, seremos nosotros antes que todo. – Completó Alec.

Sellaron su promesa con un pequeño beso. Les daba ligero asco ver a sus padres pero entre ellos, era, diferente y lindo.

Pero como todo lo lindo viene, lo malo también. Al fin y al cabo, así era la vida.

16 años

Alec Lightwood experimentó lo que era un corazón roto. Sus amistades le habían contado de eso, pero él nunca lo creyó, solo tenía 16 años y no estaba listo como para tener "parejas" como sus amigos le decían.

Pero cuando una chava se había acercado hasta Magnus y lo había besado enfrente de todos, algo se había roto dentro de él. No sabía por qué, simplemente no le había gustado.

Sentir una opresión en el pecho, las lágrimas acumularse sin razón en sus ojos y la impotencia de no poder decir "aléjate de él", fue algo que Alec nunca quiso vivir de nuevo.

Lo peor de todo, fue ver que Magnus nunca la rechazó. Es más, había cerrado sus ojos para recibir el corto beso que le había dado la chica.

Después de ese día, nunca más se volvieron a besar. Alec se había encerrado en sí mismo. Él era alegre y bastante tímido pero desde ahí, él se había vuelto muy serio y reservado.

Nunca salía a pequeñas reuniones con sus amigos, se juntaba más con sus amigos cercanos porque se dio cuenta que Magnus ya tenía novia y no podía estar con él, leía todo el tiempo como una escapatoria cuando sentía un pedazo faltante en su vida.

Su amigo ya no iba a su casa y la mayoría del tiempo él prefería jugar con su hermana cuando se sentía muy solo y los libros no ayudaban.

Claro que las madres se había dado cuenta del cambio radical de sus hijos, ya no se veían en la casa del otro y ya no estaban tan juntos como antes.

De los cinco días de la semana, tres días, las familias se juntaban pero la mayoría de las veces Magnus no iba por pasar tiempo con su novia o Alec solo se encerraba cuando el otro iba.

¿Pero qué se podía hacer? Alec no lo culpaba, tal vez Magnus solo le había gustado más besar a una mujer. No comprendía por qué se sentía tan frustrado pero lo dejó pasar hasta.

18 años

– Mamá, ya tengo todo en las maletas. – Rodó los ojos por enésima vez cuando su madre empezó a sollozar.

– Oh mi bebé Alec, nos dejas. – Se tenía que hacer el fuerte, finalmente, él también los iba a extrañar horrores.

– Mami, estaré bien allá y les hablaré todas las noches. – Como buena madre, eso no le ayudó mucho.

– ¡Ah! ¡Mi bebé! – Ahora por milésima vez Robert rodó los ojos.

– Amor, solo es la Universidad, vendrá en las vacaciones. – Bueno al menos su papá podía dejar que llorara tantito. – Además tendremos más tiempo a solas.

– Agh, no por favor, no queremos saber eso. – Se escuchó la réplica que Alec iba a decir a sus espaldas. – Toma hermano mayor, te traje esto.

Su hermana menor era su adoración, crecía hermosamente, tenía 15 años y ya empezaba a ponerse ligeros toques de maquillaje, su mamá le había estado enseñando pero a veces era al revés.

– Muchas gracias enana. – Con un golpe en el brazo de parte de ella, recibió una foto de ellos juntos.

– Me dices si alguien te molesta por allá, yo te cuido, lo digo en serio. – Si bueno, Izzy también era bastante intimidante cuando quería.

– Ya me mandó mensaje Lil, ya van en camino a dejar a Magnus a la central. – Dijo su madre entre triste y feliz.

– Bien, vámonos entonces. – Hablar frío cuando era mencionado el moreno ya se había vuelto costumbre y toda la familia hacia un silencio en aceptación.

La Universidad tenía que ser algo nuevo, iba a tener amigos que conocía en la prepa pero tenía que conocer más personas, tal vez era un cambio bueno. Lo malo es que Magnus iba a estar ahí también.

No estaba seguro si iba a conocer a la persona que iba a ser su novia o... ¿novio? Tenía que descubrirse, no quería pensar tanto como siempre.

Alec tenía sus dudas de sus sentimientos por su amigo mientras que Magnus se sentía feliz por irse pero bastante triste por no compartir su felicidad con el que se supone que es su mejor amigo.

Se sentía lindo tener novia pero extrañaba más, estar como chicle con su amigo, tal era solo por la niñez, estaban creciendo y tenían que madurar. No siempre iban a estar juntos ¿no?

Lo que no sabían, era que las distancia los iba a hacer descubrir sus verdaderos sentimientos del uno por el otro, muy pronto.



Espero que les esté gustando esta corta historia^^ Creo que no serán tantos capítulos como pensé... CREO jajaja

Gracias por leer:))

UNA VIDA JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora