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Los nervios y temblores les pegaron de lleno a ambos. Seguían besándose y en algún punto sus playeras y pantalones habían desaparecido.

Con el primer roce de ambos miembros, gimieron y naturalmente se encendieron más; sin embargo, hasta ahí estaban llegando.

Alec se encontraba entre las piernas del moreno, moviendo las caderas con armonía, provocando una deliciosa fricción.

Entre pausas que se daban, se admiraban los labios hinchados, rojos y gruesos después de tanto besarse y sin perder el contacto visual, el menor bajó su mano.

Pasando sus dedos entre los abdominales color caramelo y los pocos vellos que tenía en su ombligo, descendió su mano metiéndola dentro del bóxer negro que el mayor poseía.

Era la primera vez que Magnus se sentía tan nervioso con su mejor amigo y novio, le encantaba la posición, el momento, su brillosa y atenta mirada sobre él, provocando que sus nervios disminuyeran.

Alec acarició la punta húmeda, era muy extraño pero era correcto, al principio tocaba con la punta de sus dedos, luego lo rodeó lentamente y se sintió seguro de lo que hacía cuando la calidez que emanaba su miembro se junto con la de su mano.

Se hincó, aun ante la mirada del moreno y bajó tanto su bóxer como el de su novio. Magnus estaba maravillado con la vista que tenía enfrente de él.

– Alexander. – Susurró débilmente.

– Yo... No sé hacer esto Mags, pero... Si te duele, dime. – El menor había visto videos y por ellos sabía que la primera vez podía ser doloroso.

Nunca habían hablado de quién iba a recibir pero justo en ese momento no importaba eso, Magnus estaba más que preparado para tener ese papel.

– Confío en ti... Podemos hacer esto.

Alec sacó de quién sabe dónde, un botecito que le decía a Magnus que ese era un lubricante así como un pequeño sobre rojo.

– No. – Magnus tomó la mano de Alec donde tenía el sobrecito. – Quiero sentirte por completo. – Exigió sin ninguna duda.

El menor soltó el sobre por ahí, lleno de lubricante el miembro de Magnus así como esa cerrada pero hermosa entrada que le esperaba.

Se reacomodó encima del moreno, dándole un beso con todo el amor y cariño que sentía por él. Magnus sin ningún temblor ahora, tomó ambos miembros para hacer un movimiento de arriba a abajo con los dos.

Se comían los gemidos mientras sus labios estaban juntos, ambos cuerpos vibraban y tenían leves espamos en las piernas, eran sensaciones nuevas pero fantásticas.

– Creo que... Tengo una idea. – A pesar de que el cuarto no estaba con tanta luz, Magnus vio el potente sonrojo cuando habló.

– Dime mi Alec. – Le motivó con una leve sonrisa de confianza.

El menor no dijo nada, solo se levantó del piso y le extendió la mano al moreno para que hiciera lo mismo. De alguna forma ambos vieron el perfecto trasero del contrario.

Magnus entendió lo que tenía que hacer cuando Alec se sentó en el borde de la cama y éste le extendió su mano, pegó la espalda morena en su pecho para después saborearla con su lengua.

El mayor sentía el duro miembro en su espalda baja, su espalda se curvó cuando Alec pasó su lengua por su cuello y empezó a succionar, sintió que se podía desmayar cuando la fuerte mano de su novio rodeo su pene, para moverlo lenta y tortuosamente.

Con habilidad, Alec abrió las piernas del asiático con sus propias piernas mientras lo seguía acariciando y con su mano libre empezó a palpar la fruncida entrada de su novio.

El lubricante y el pre-semen del moreno, había ayudado para que un dedo pasara por su entrada, causándole un poco de incomidad, con el segundo dedo el dolor apareció más pero con los moviminetos y besos que Alec le proporcionaba le ayudó a olvidar hasta cuando un tercer dedo le penetró.

Sus sudores se combinaron así como su saliva. La cabeza del asiático reposaba en el hombro de del menor, con solo voltear un poco, pudo succionar un poco el cuello de porcelana que brillaba por el esfuerzo que hacía con ambas manos.

Cuando sintió que ya iba a terminar, tomó la muñeca de Alec y sacó los tres dedos de su interior lentamente. Se paró tanto como sus piernas débiles le dejaron para después empujarlo para acostarlo.

Alec miró con atención cada movimiento que el mayor hacia, sobre todo cuando se sentó a horcajadas sobre su miembro.

Se quedaron viendo por lo que pareció muchos minutos, el cuarto se había vuelto cálido, se había parado el tiempo para ellos, nada se escuchaba más que sus corazones latir suavemente por el momento.

Cuando Magnus empezó a descender por el glande del menor, cerró los ojos por la sensación, el dolor no apareció y si lo hizo, pasó de largo; ya que, el moreno solo podía sentir ser llenado plácidamente.

Delicadamente, como si su novio se fuera a romper en algún momento, Alec tomó sus caderas y le ayudó a bajar hasta que sintiera sus glúteos en sus peirnas.

– No te... Muevas... – Dijo Alec con un gemido. Se sentía estupendo pero no quería lastimarlo.

– Yo debería decir eso... Aah... – Soltaron una leve risa.

Se quedaron así algunos segundos para acostumbrarse a lo desconocido, hasta que Magnus empezó a moverse, Alec cerró los ojos, con el pensamiento de que en cualquier momento podía venirse.

Quería llenarlo más de él pero no tan pronto, así que como pudo, solo empezó a penetrarlo suavemente, siendo motivado por el sollozo de placer que Magnus soltaba.

Pudieron pasar horas, ellos se unían una y otra vez, rápida y lentamente cuando querían. Sincronizaban perfectamente, era una danza que ambos habían creado.

Así cambiaran de posiciones o movimientos, era su propia coreografía.

Los besos nunca faltaron ni sobraron, así como las caricias calientes y succiones en cualquier parte del cuerpo.

Con casi gritos que dieron, terminaron al mismo tiempo, ensuciando sus cuerpos y las sábanas. Sus brazos dolían, al igual que sus piernas; no importaba quién recibía, eso era un trabajo de equipo, era compartir amor antes y después del acto.

– Te amo Magnus. Gracias por todo. – Jaló a su novio para poner su cabeza en su pecho.

Quitó las mechas pintadas que se pegaban en su frente y le dio un cálido beso.

– Te amo más Alexander. Me haces tan feliz.

Y así se quedaron, abrazados y enrededados de sus piernas, juntando sus respiraciones y sentimientos hasta quedarse dormidos.

Habían hecho el acto más sincero y lleno de amor.

Todo era pefecto.


En lo personal éste capítulo fue el que más me ha gustado de todos mis FF, traté de hacerlo especial y bonito ^^

Espero que les haya gustado tanto como a mí. Gracias por leer :D

UNA VIDA JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora