La escritora

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Para cuando Lauren dejó de escribir, leyó su relato con paciencia... desmenuzándolo, tratando de hallar algo interesante entre líneas pero sólo se estrelló con necedades que no valían la pena. La chica, luego de diez intentos fallidos, barrió su escritorio de un manotón limpiando todo sobre ella, recriminándose a palabrotas que no debería llamarse escritora. Letras viajaban por su mente sin poder ponerlas en orden, creyendo que todos los éxitos que había tenido en su corta vida de novelista no eran más que casualidades, trofeos a su inexistente soberbia que personas le reprochaban sin conocerla. Todo lo sintió insípido en medio de su apretada garganta.


Se levantó de su silla para caminar por todo su estudio. Extraviada en sus pensamientos, se preguntaba en qué momento había dejado su vida de lado por vivir la de sus personajes, cuándo le había otorgado tanta prioridad a la ficción por sobre su realidad... ¿Acaso tenía miedo de vivir? ¿Acaso era más fácil gobernar sus historias que su propio destino? ¿Era más simple jugar a la escritora? No se dio el trabajo de buscar respuesta alguna.

Resopló sonoramente mirando a través de su balcón hacia el jardín y para su fastidio, notó que un automóvil llegaba a la puerta principal siendo el que la llevaría hasta la convención de escritores donde hablaría de su última creación. No se sentía con la disposición de contestar estupideces, tonterías tales como la línea cronológica de su historia, en quién se había inspirado para crear al protagonista ni describir perfiles psicológicos bajo un punto de vista autocrático, en resumen: "¡Sólo estupideces!", bramó elevando el tono de su voz.

Para ella estaba muy claro en quién se había basado para crear al héroe en su reciente libro. Fue algo intrínseco y de igual manera inesperado. Acabó escribiendo sobre "su mejor amiga". Con sus manos sobre el computador, sus dedos bailaron sobre las teclas sin detenerse ni un segundo. La ojiverde tenía muy bien definida en su mente la imagen que quería proyectar y quién mejor que Camila.

Se dio cuenta que aún sin verla hacía unos años, no había olvidado ni una pizca de su esencia... la seguía conociendo como a la palma de su mano. No tuvo problema en acentuar y suavizar su personalidad, adaptándola a la exquisita ficción que sólo ella sabía moldear como arcilla. No pudo evitar sonrojarse al recordar que ese protagonista se enamoraba de una joven muy parecida a ella. Un personaje al cual le había adjudicado su propia complejidad, su forma de desenvolverse en la vida y, aunque nunca le enorgullecía plasmarse en papel, necesitaba dejar salir ciertas cosas atrincheradas en su pecho a través de una boca ficticia. No había mejor disfraz, no había mejor método. Después de todo, ser escuchada en sus asuntos ya parecía ser cosa del pasado.

Nadie se había dado cuenta de ese detalle. Nadie se tomó la molestia de estudiar sus palabras con más detenimiento... estaba gritando que algo le pasaba, que amaba a Camila Cabello y ni siquiera ella lo sabía. Cuando sus amigas leyeron su libro, ninguno preguntó más allá de... "¿Por qué no se queda con la chica al final de la historia?" Pregunta que ella prefería no responder.

- ¿Por qué no?- quiso saber Ally en una de sus tantas reuniones de café.

- Porque no quiero hablar de eso- le dijo bebiendo un nuevo sorbo desde su taza.

- Me parece triste- comentó su madre, mirando el libro entre sus manos- prefiero los finales felices.

- Los finales felices no son finales en verdad... sólo son la puerta abierta a otros más reales- respondió la escritora, compensando la repentina pausa con la llegada del mesero y el plato de galletas que habían ordenado...

No había mejores críticos que sus amigas, no había mejor honestidad que el desprendimiento de Ally, la puntualidad de su madre, la simpleza de Dinah y la intelectualidad de Normani. Pero faltaba alguien, y mientras volvía a sentarse en su escritorio despejado, sintió el golpe de la añoranza como una bofetada de viento helado.
Lauren había dejado Los Angeles hacía ya unos cinco años cuando se separaron de Fifth Harmony,aunque ahora se encuentra allí. Y eso asustaba a Lauren ¿Y si sus libros eran un éxito solo porque los fans de Fifth Harmony los compraban? ¿Y si, en realidad era mala escribiendo pero el fantasma del grupo creado aún la perseguía? ; de Camila conservaba las caricias fugases, las miradas entre ellas y letras de canciones que atraían grandes masas, los pequeños abrazos y cogidas de manos. Pero ella había creado un personaje llamado Vicente, un personaje masculino que poseía la personalidad de Camila, un personaje de ojos marrones como el chocolate, profundos y superficiales pero complejos al mismo tiempo, atrayente como un espejismo, peligroso como un huracán y una chica basada en ella misma, llamada Alejandra... "Qué patética soy, Dios mío", se dijo llevando sus manos al rostro...

𝐜𝐚𝐦𝐫𝐞𝐧 / one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora