Love To Bother You «Taekook»

03

love to bother you

No iba a perder el tiempo con suposiciones erradas, pero juró que había quedado encantado con aquél pelinegro, así que llamó a Yoongi.

—Min Yoongi. ¿Quién allá?

Félix rodó los ojos. Estaba seguro de que Yoongi lo tenía agendado en sus contactos.

—Necesito un favor, Suga.

—Uh~ Bastante interesante... ¿De qué hablas?

El joven obrero sonrió un poco ante la disposición de su amigo y jefe.

—Quiero el número de tu primo.

Yoongi se sorprendió. —No pierdes tiempo, niño.

Una carcajada salió de la garganta del pequeño pelirrojo. Sentía atracción por Jungkook, aunque sabía que tenía unos años menos y que su cargo no era de mucho respeto. Al menos eso pensaba cada vez que llegaba a casa con el rostro mugriento y buscando algo para cenar, sin mucho éxito.

—Te lo paso por mensaje. Debo irme ahora. —Le informó—. Ah, y suerte con él, Félix.

Yoongi colgó la llamada y envió el contacto de Jungkook al pelirrojo.

Desconocido:

Hola, ¿Te gusta el pan?

Félix guardó su teléfono y se dirigó al supermercado.

***

Wendy no sabía qué pensar acerca del director de la escuela. No sabía si debía seguir allí sin darles ejemplo a esos pequeños que brincaban felices sin pensar en problemas amorosos. Deseaba estar en esa edad para siempre. Quizá no fuera la mejor decisión de su vida, pero si un genio se ponía en frente suyo y le ofrecía tres deseos, no dudaría en pedirle aquello.

La jornada escolar había terminado a las cuatro de la tarde. Tiempo en el cual no tuvo ningún otro acercamiento a su jefe. Parecía que se había quedado estancado en su oficina y ni siquiera al salir con su bolso y su mejor amiga al lado pudo dejar de pensar en lo que había pasado.

Ya le había contado a Irene lo rápido que había pasado aquel suceso, le explicó con detalles para que no pensara otras cosas pero fue inútil. Solo pudo oír una frase venir de ella.

—Estás muy fácil.

Su pecho se oprimió al escucharla, pero daba igual cuánto chisme falso se inventara su amiga. Ella lo habia disfrutado tanto.

—Está bien. No quería ofenderte, en verdad. —Le dijo Irene para hacerla volver de su trance.

—No fue así. —Contestó encogiéndose en su chaqueta— Es solo la verdad. Ni yo me lo creo; habrá sido una mala idea entrar a trabajar tan pronto.

—Yo no lo creo. Puede que no fueras tan buena al recién empezar, pero has mejorado mucho. Eso sí, después de lo de hoy pareciste volver a ser la niña primeriza que venía salida de la universidad. —Irene rodó los ojos mirando el camino por el que andaban.