Capítulo 20 (Inédito)

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  Capítulo 20</p><p>

Una cama de hospital, en ella un niño de cinco años respira casi imperceptiblemente, el leve pitido de una máquina era todo lo que delataba que aún estaba con vida, pero su pulso se hacía más lento a cada segundo. Frente al infante un hombre de ojos marrones y mirada cansada lee una y otra vez el reporte del paciente. Una sospecha crece cada vez que analiza los resultados de los exámenes, solo faltan los resultados de la biopsia para confirmarla.

</p><p>—Es un caso difícil—Una voz que aparece a su lado lo sobresalta. Una joven de cabello castaño y ojos esmeralda uniformada de enfermera se acerca al niño. Chequea sus signos vitales y registra los resultados en la hoja al pie de la cama.

</p><p>—Lo sé Keira, lo sé—El médico se toca el puente de la nariz con el índice y el pulgar.—Sus padres ya se fueron, no puedo permitir que suceda lo mismo con él.

</p><p>—Logan, parte del trabajo es aceptar cuando ya no puedes hacer nada más—Replica la enfermera colocándole la mano en el hombro.</p><p>

—No me hables como a un novato, lo sé, es por eso mismo que te lo digo, creo que aún es tiempo, si la infección no se ha extendido al otro riñón.</p><p>

—¿Y extirparle el riñon infectado? ¿Crees que sea capaz de soportar la operación?

</p><p>—No lo sé, por ahora solo espero los resultados de la biopsia. Por cierto ¿han podido contactar a algún familiar?—Logan se acercó al menor y tomó su mano. Había algo familiar en aquel chiquillo, pero no podía identificar que era.

</p><p>—Sí, alguien se identificó como su padre biológico, se encuentra en un viaje de negocios, así que solo podrá verlo dentro de tres días.</p><p>

—Entonces debo asegurarme que esté vivo para entonces—Dijo Logan soltando con cuidado la mano del menor y comenzando a caminar hacia el laboratorio.</p><p>

-Hace nueve años-</p><p><em>

Logan.

 </em></p><p>Un movimiento en la cama me despierta. Abro los ojos lentamente para encontrarme con un Kendall que observa su teléfono preocupado.</p><p>

—¿Te desperté? Lo siento—Dice pasando una mano por mi cabello.</p><p>

—No es nada. ¿Sucedió algo malo?—Pregunto sentándome en la cama, al hacerlo un dolor algo incómodo ataca mi espalda baja, no puedo evitar hacer una mueca de dolor. El maldito de Kendall se ríe indisimuladamente.

</p><p>—Creo que es muy rápido para que te sientes—Dice sin dejar de reírse.

</p><p>—Bueno, creo que dejaré pasar mucho tiempo antes de no poder sentarme de nuevo—Ahora soy yo quien se ríe ante su expresión de angustia.

</p><p>—Eso no se vale—Hace un puchero. Aun riendo me acerco a él y le doy un beso corto.</p><p>

—Ahora dime ¿Qué te preocupa?</p><p>

—Mi mamá me dejó cerca de diez llamadas perdidas, y ahora la llamo y no me contesta. Es extraño en ella—Contesta regresando la vista al teléfono.

</p><p>Me levanto de la cama y comienzo a buscar mi ropa. De alguna forma mis bóxers terminaron encima de una lámpara.

</p><p>—¿Qué haces?</p><p>—Vestirme, creo que deberíamos ir a tu casa, también me parece extraño—Contesto, caminando hacia el baño de mi habitación.

</p><p>Una hora más tarde estamos frente a la casa de Kendall. Por alguna razón el dejó de caminar cuando llegamos. Ya son casi tres minutos los que llevamos de pie aquí, y aunque muero de ganas de preguntarle qué sucede decido esperar a que hable.

</p><p>—Tengo un mal presentimiento—Dice, adivinando mi pregunta. Como única respuesta tomo su mano, él sonríe y comienza a caminar.

</p><p>Al llegar a la entrada se pueden escuchar gritos en el interior, Kendall saca las llaves rápidamente y abre la puerta de golpe.

>Kendall

No puede ser, simplemente no puede ser. Mi mandibula tiembla de rabia mientras sujeto el pomo de la puerta con fuerza. Allí al lado de mi madre, quien por cierto tiene los ojos enrojecidos por el llanto, se encuentra el hombre que más he odiado en toda mi vida, la causa de los años de sufrimiento de mi madre y mi hermanita, así como los míos.</p><p>

—Papá—Digo en voz baja, intentando controlar la rabia que surge desde lo más profundo de mi estómago.</p><p>

—Hola, hijo. Regresé a casa—Dice con una sonrisa.

</p><p>Sonrisa que se borra cuando mi puño cruza su rostro...

</p><p>-Nueve años después-

</p><p>Logan.

Es increíble lo frágil que es la vida humana. Somos seres tan complejos pero al mismo tiempo tan débiles, basta un corte lo suficientemente profundo y una exposición al ambiente para desarrollar una infección que puede ocasionarte la muerte. Muchos pensarían que digo esto porque soy médico, pero lo cierto es que era consciente de esta verdad mucho antes de siquiera entrar a la universidad. Desde que me titulé me he preguntado si tomé la decisión correcta, siempre he estado rodeado de un halo de muerte, desde pequeño que gente que he apreciado a muerto frente a mis ojos. No creo que eso sea lo adecuado para una persona que se supone tiene que salvar vidas. Por eso desde entonces decidí no sentir aprecio por nadie, mucho menos por un paciente, porque siempre existe la posibilidad de que su vida acabe tan rápidamente como inició, en un pestañeo. 

Por eso, me preocupa el temblor de mis manos al leer los resultados de la biopsia, no porque sean malos, de hecho son buenas noticias, uno de los riñones del niño aún no ha sido alcanzado por la infección. Lo que me aterra es el origen de este temblor, porque significa que me he encariñado con aquel pequeño, y eso podría llegar a ser incluso más peligroso que la infección en sí...  

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⏰ Última actualización: Mar 24, 2018 ⏰

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