Vendiendo sólo amor

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Narra Agoney

Subí, como me había dicho Jimena, al piso superior y busqué con la mirada la habitación de Raoul. A pesar de las explicaciones que me había dado su hermama, la reconocí enseguida ya que era la única habitación que tenía la puerta cerrada. La abrí con cuidado, asomé la cabeza y ahí lo ví sentado al borde la cama, de espaldas a la puerta y con la cabeza escondida en sus manos. Sabía que se estaba tapando la cara porque estaba llorando o lo había estado haciendo anteriormente.

Entré, cerré la puerta a mi espalda, me fijé en que había un pestillo y lo eché también, por si acaso, me acerqué despacio hasta él, pasé una mano por su nuca despacio y noté como todo su cuerpo se tensaba, se colocaba recto y limpiaba su rostro, con rapidez.

-Hola Raoul- dije con suavidad.

Él giró la cabeza un poco para atrás y pude comprobar, por sus ojos llorosos y su cara teñida de un color rojizo, como efectivamente había estado llorando durante un buen rato.

-Hola mickey...- dijo Raoul sin poder evitarlo.

En mi rostro se dibujo una media sonrisa y aquello fue suficiente para que él se levantara de la cama y se abrazara a mi cuerpo, con la cabeza apoyada en mi pecho y dejando que mojara mi camisa con sus lágrimas, suspiré y lo envolví entre mis brazos, devolviéndole el abrazo.

-No llores Raoul, que es tu cumpleaños, en los cumpleaños no sé llora- dije, con cariño, mirándolo.

Él me miró con toda la cara mojada, le saqué las lágrimas con una mano y sonreí.

-Es que no puedo. Lo de la tarta ha sido demasiado, mickey- dijo, Raoul, entre sollozos.

-Seguro que era una broma y no lo han hecho con mala intención- dije, yo, para tranquilizarlo.

-Pero es que lo de las plumas...- dijo Raoul y resopló.

-Pues una bromita. Además ellos ya sabrán que lo nuestro fue marketing ¿no?- dije mirándolo.

-Lo siento, Ago, decirte eso fue un error pero ya has visto como es esta vida- intentó disculparse Raoul.

Yo suspiré y volví a abrazarlo contra mi pecho.

-Supongo que tenías razón y hacerlo así era lo mejor para los dos- dije, al fin, intentando aguantarme las lágrimas.

-No sé si era lo mejor pero, sí, era la única manera que tenía de hacerlo- dijo Raoul.

Yo suspiré y ambos nos separamos para quedar mirándonos, unos segundos, a los ojos.

-En realidad yo no venía a hablar de esto. Yo quería saber como estabas porque tu hermana me ha dicho que estabas aquí encerrado y a darte, también, tu regalo de cumpleaños- dije yo y me pasé una mano por el pelo.

-No hacía falta, de verdad, no me merezco que me regales nada- dijo Raoul.

-Va, idiota, ábrelo y luego ya pones pegas- dije yo y curvé mis labios en una media sonrisa.

Raoul se rió, yo saqué un sobre de la parte de atrás de mis pantalones, el cual llevaba metido entre la cinturilla del vaquero y mi espalda, lo extendí y se lo dí. Él cogió el sobre y lo abrió, de él, sacó su contenido y lo miró atento.

-Joder, Ago, no hacía falta. Esto es pasarse, eh- dijo Raoul y me miró.

Yo me reí.

-Cuando compré esos billetes, me parecía el regalo de cumpleaños perfecto- reconocí.

Raoul resopló.

-Pero este viaje era para dos. Aquí hay cuatro billetes- dijo Raoul.

-Son tuyos, rubio, úsalos con quien quieras- dije yo con cierta pena.

Me dí la vuelta y fuí hacía la puerta. Cuando iba a abrirla, sentí como me agarraban de la muñeca y tiraban de mí. Volví la cabeza y miré a Raoul.

-Quiero que sea contigo, mickey- dijo él.

-¿Estás seguro?- pregunté arqueando una ceja.

-Un viaje así, sólo, lo haría contigo- contestó él.

En mis labios se dibujó una pequeña sonrisa y Raoul tiró de mí, hasta quedar uno delante del otro, mirándonos, sin saber que decir.

Al final fue Raoul quien tomó la iniciativa. Llevó su mano derecha hasta mi mejilla, la acarició con su pulgar, se acercó a mi boca y comenzó a besarme. Me quise contener pero, su beso se hizo más profundo, buscando mi lengua con suavidad y, a la vez, con desesperación, yo acabé por ceder. Cerré los ojos, acaricié su nuca y me dejé llevar.

Después de que nuestras lenguas batallaran sin descanso durante un buen rato, nos separamos por falta de aire, apoyé mi frente en la de Raoul y lo miré a los ojos. Él dejó escapar un suspiró y yo acaricié su nuca despacio.

-Raoul, me voy- dije finalmente.

Pasó sus dedos por mi barba, como si llevara años sin rozarla, y resopló.

-Lo siento...- musitó sin apartar su mirada de la mía.

-Vamos a dejarlo así, por favor- pedí.

Raoul asintió poco convencido, dejé un beso en su mejilla seguido de un abrazo y me separé de él.

-Te quiero, mickey- dijo y se mordió el labio.

Yo pasé una mano por mi pelo, sin saber que responder a eso, lo miré y me dirigí a la puerta de su habitación.

-No tardes en bajar o van a empezar a sospechar- fue, al final, lo mejor que se me ocurrió decir.

Él asintió y sonrió con pena. Yo abrí la puerta de la habitación, salí de allí y cuando cerré tuve que respirar varias veces para no dejar escapar todas las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos.

Le seguía queriendo, aunque quisiera mostrar otra cosa, por mi parte era amor, y a pesar de finjir Raoul siempre sería mi otra mitad.

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¡¡Hola!! 😊

Como ya dije en el capítulo anterior lo iba a dividir en dos. Así que aquí está la segunda parte y desenlace del mismo.

Muchos besos!!!! 😘😘😘

Love 💙.

PROMETO |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora