Fuímos dos equivocados

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Barcelona, junio 2018

Al terminar el entrenamiento, el último de la temporada y previo al partido del viernes, mi hermano se había empeñado en que fuera a su casa a cenar y pasar una noche de hermanos. Realmente no tenía muchas ganas, estaba bastante distraído con mis cosas, pero me dio pena rechazar su oferta y al final fuí.

-¿Qué quieres cenar?- preguntó mi hermano con el móvil en la mano.

Yo levanté la vista de la pantalla del mío y lo miré.

-No piensas cocinar, ¿no?- respondí con una media sonrisa.

Álvaro se echó a reír y negó con la cabeza.

-No entraba en mis planes- contestó con total tranquilidad.

Resoplé y dejé el móvil bloqueado sobre la isla de la cocina.

-¿Y qué quieres que pidamos?- pregunté después.

-Eh... No sé, dí tu algo- dijo mi hermano.

-Pues sushi- respondí yo.

-Vale, pedimos pizza- dijo él y empezó a reírse.

-Vete a la mierda, Álvaro- solté indignado y cogí, de nuevo, mi móvil.

Eso hizo que aún se riera más fuerte y yo resoplé negando con la cabeza.

-¿Qué pasa?- preguntó mi hermano.

-Que eres igual que Ago- contesté yo.

-¿En qué sentido?- siguió preguntando.

Yo resoplé al recordar el momento que había venido a mi memoria. Realmente, fue gracioso pero ahora dolía recordarlo.

-Me acuerdo el verano pasado, ya vivíamos juntos, en el piso de Madrid y él se había ido con su hermana a cenar y yo me había quedado solo en casa. Entonces me puse pesadísimo con quería sushi, se lo dije por whatsapp y hasta subí algún stories a instagram diciendo que quería eso de cena. Al final, acabé cenando otra cosa- le iba diciendo a mi hermano.

Él me miró con el ceño fruncido.

-¿Y eso qué tiene que ver con Agoney y conmigo?- preguntó confundido y cortando mi narración.

Yo lo miré mal.

-¿Me dejas acabar?- dije indignado.

-Vale, vale- respondió Álvaro y movió las manos a modo de disculpa.

-Pues que el muy cabrón, estando en la cena, pidió por una app, de estas que te traen cosas a casa, un bote de helado de Häagen-Dazs solo por lo pesado que me había puesto- dije yo y una pequeña sonrisa se escapó de mis labios.

Mi hermano soltó una carcajada y me miró negando con la cabeza.

-¿En serio hizo eso?- preguntó sin parar de reírse.

Yo asentí con una sonrisa aún más amplia.

-Me pidió el postre porque supondría que ya habría cenado- respondí yo.

-¿Le echas de menos?- soltó, de pronto, mi hermano.

La sonrisa se borró, por completo, de mi rostro y tuve que coger aire para poder contestarle.

-Joder tete... ¡Vaya pregunta!- exclamé, después de respirar hondo, y mordí mi labio inferior.

-Eso es que sí, ¿no?- insistió él.

Yo suspiré y miré al techo de la cocina.

-Claro que lo echo de menos- respondí yo y miré a mi hermano.

PROMETO |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora