Barcelona, mayo de 2018
Había salido hacia poco del entrenamiento. Iba a bastante velocidad, con el coche, por una zona, en ese momento, poco transitada. Al llegar a un paso de cebra, frené en seco porque noté como alguien chocaba contra el capó de mi coche. Me quité el cinturón, rápidamente, y salí del coche para ver si la persona, a la que había atropellado, se encontraba bien.
-¿Estás bien?- pregunté preocupado.
La chica que se había chocado contra mi coche, apoyó las manos en el capó, hizo un poco fuerza y separándose de él me miró.
-Sí, sí. Además he sido yo que he cruzado sin mirar- respondió la chica y sonrió.
Fruncí el ceño al ver los ojos azules verdosos de aquella chica y su larga melena de color castaño.
-¿Gabriella?- pregunté, al fin, porque estaba seguro que la conocía.
Ella se apartó el pelo de la cara y me miró a los ojos.
-¿Raoul?- respondió ella con otra pregunta.
Yo sonreí y sin mediar palabra, en ese momento, la abracé con fuerza rodeándole la cintura. Gabriella me correspondió el abrazo y nos quedamos un rato abrazados, casi en mitad del paso de cebra, hasta que el claxón de un coche nos hizo separarnos y mirarnos muertos de vergüenza.
-Va, sube, que te invito a comer- dije, de pronto.
-Me iba ya a casa, no te preocupes- respondió ella.
-Venga, va, al menos deja que te lleve a casa. Después del atropello y del atasco que estamos haciendo, lo mínimo es que te lleve a casa- dije yo y sonreí.
-Bueno, vale, pero hasta casa- dijo Gabriella.
Yo asentí, fuí para el coche, abrí la puerta del conductor para montarme, de nuevo, en el coche y esperé a que Gabriella estuviera, también dentro y arranqué.
-Joder, amiga, cuánto tiempo sin vernos- dije mientras conducía.
-Cuatro años, ¿no?- dijo Gabriella.
-Creo que sí- respondí con cierta pena.
Ella suspiró y miró por la ventanilla. Yo, por mi parte, me concentré en la carretera y seguí conduciendo.
Gabriella era ese tipo de amiga que nunca quieres perder. Era divertida, simpática, amable, cariñosa y sobre todo comprensiva. Pero nuestras vidas se separaron hace cuatro años y, joder, ahora no sabía que decirle, porque, había pasado de ser como una hermana pequeña a ser una extraña y tenerla ahora, aquí, conmigo me hacía sentir un poco idiota.
-¿Por dónde me meto ahora?- pregunté porque no sabía donde ir y así rompía el silencio que se había formado.
-Por esa calle y luego giras a la derecha- respondió Gabriella y volvió la vista a su móvil.
Conduje por donde había dicho y al llegar a la calle, volví a romper el silencio.
-¿Qué portal es?- pregunté.
-Ese, el diecisiete- respondió ella.
Paré justo delante del portal y miré a Gabriella. Ella se quitó el cinturón, recogió su móvil en la mochila y llevo una mano a la puerta para abrirla.
-Gabriella- la llamé, antes de que abriera.
Me miró y apartó la mano de la puerta.
-Dime- dijo ella.
-Lo siento...- respondí yo.
Gabriella frunció el ceño y me miró confusa. Sé que no entendía a qué venía eso ahora pero, realmente, lo necesitaba.
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PROMETO |TERMINADA|
FanficPrometí que volvería a por ti que haría todo lo posible para que nada cambiara entre nosotros, pero me temo que mis promesas ya no valen nada. Nuestros caminos y nuestros sueños por más que quisimos no logramos que fueran de la mano y lo último que...