De compras

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Una especie de neblina cubría todo el campo visual de Ichigo. No sabía hacia donde dirigirse, no podía ver nada en absoluto. Miraba hacia todos lados, se ponía cada vez más nervioso y su respiración se aceleraba. Solo así pudo darse cuenta que cuando expulsaba el aire, se formaba hubo debajo de su nariz.

-¿Acaso... hace frío?- pensó.

Sin pensarlo mucho tiempo, decidió caminar hacia delante. No supo cuánto tiempo caminó sin rumbo, pero cuando ya pensaba en detenerse, un listón rojo apareció frente a él. No entendió cómo, así de la nada, eso llegó ante él, pero no tuvo miedo. En cambio, decidió seguir el listón. Era largo, y por alguna razón sus pasos comenzaron a ser más y más rápidos, hasta el punto que terminó corriendo. Y aun así, no podía llegar al final del listón.

-¿Qué demonios ocurre?- se dijo, sin dejar de correr. Por alguna razón necesitaba llegar al final. Necesitaba saber qué había del otro lado. Pero cuando pensó que no podría seguir corriendo, una voz lo alertó.

-¡Ichigo!

Él se detuvo por instinto. Jadeaba. Intentó encontrar de dónde provenía la voz, pero la niebla no le daba tregua.

-¿Dónde...?

-¡Ichigo!

No sabía quién lo llamaba, no reconocía la voz. Pero por alguna razón la sentía extrañamente familiar.

-¡Ichigo!

Giró la cabeza de repente. La voz estaba cerca. Aunque no sabía quién era, podía distinguir que era de una mujer.

-¿Quién eres?- preguntó al aire.

-Ichigo... ¿acaso no puedes verme?

Él no supo contestar. Era cierto, él no podía verla. Pero no quería decirle eso. Sentía que de alguna manera esa verdad la lastimaría... y también a él.

-¿Quién eres?- volvió a preguntar.

La voz no le contestó enseguida.

-¿Tampoco me recuerdas?- preguntó también, y a Ichigo le pareció notar un deje de decepción en sus palabras.

-No.

-Pero viniste hacia mí. ¿Por qué lo hiciste entonces?

-Sólo... sólo seguí el listón- señaló, pero cuando volvió su mirada ya no había ningún listón.

-No hay ningún listón. No puedes recordarme, no puedes verme.

-Pero... ¡estaba aquí!- exclamó- Corrí siguiendo ese listón rojo.

-Si no puedes verme, tampoco puedes ver el listón, Ichigo.

-¿Qué?

-Esa es la regla. Y tú, al igual que todos, debes cumplirla.

-¿Por qué puedo escucharte, entonces?

Pero la voz no le contestó. Esperó un poco más, pero no volvió a hablar.

-¡Oi! ¿Qué demonios pasa ahora?

No hubo respuesta.

-¿Acaso no puedo escucharte tampoco? ¡No me dijiste quién eras! ¡Oi!

La niebla comenzó a dispersarse tras un fuerte frío viento que le calaba hasta los huesos.

-¡Respóndeme!- exclamó y le sorprendió que su voz haya salido tan desesperada- ¡Sé que sigues ahí!

Deathberry una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora