Confesión (in)esperada

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Eran contadas las veces que Rukia había visto a Ichigo hacer deporte cuando ella todavía fingía ser una alumna más, normalmente era por obligación, así que Ichigo solo hacía el esfuerzo suficiente como para aprobar la materia. Pero ahora, con dinero de por medio, lo veía esforzarse por ganar.

Siempre supo que Ichigo era diestro en los deportes, no por nada tenía esa condición, pero verlo jugar era otra cosa. No entendía nada de futbol ni por qué es tan popular, incluso se enteró gracias a Rangiku que el capitán Hitsugaya lo había practicado más de una vez, pero Ichigo parecía saber lo que hacía.

-El maldito es bueno, ¿no?- escuchó decir mientras alguien se colocaba a su lado.

-Ishida- dijo, mirándolo de reojo. El Quincy llevaba su uniforme impecable, así que ella entendía que no formaba parte de ningún club de deportes.

-Lo peor es que lo sabe y se jacta ganado dinero, es detestable.

Rukia sonrió.

-Lo es. Supongo que podemos decir que sabe aprovechar las habilidades que tiene.

-Luego malgasta el dinero en tutores para las demás materias.

-Ichigo es un hombre más de acciones que pensamientos, no es fácil ser un idiota- ambos rieron y observaron a Ichigo meter un gol. Todos quienes observaban, menos ellos, vitorearon al pelinaranja.

-¿No te aburres de verlo hacer siempre lo mismo?

-Es mi deber, no puedo dejarme llevar por si me aburre o no.

-Pero sabes que lo es.

Rukia no respondió. Era cierto, pero no iba a confirmar lo que él ya sabía de sobra.

-¿Tu no juegas?

-No soy fan de los deportes. Prefiero las agujas.

-Oh si, aún guardo los vestidos que me hiciste la última vez.

-De los mejores que he hecho.

Ichigo corría a gran velocidad, pasando la pelota a sus compañeros. Faltaba poco para terminar el partido.

-¿Cómo ha estado el escuadrón trece?

-Problemático, especialmente desde que estoy aquí. No estoy muy segura de confiar en Kiyone y Sentaro.

-¿Qué hay de Ukitake-san?

-El capitán murió poco después de todo esto. Su enfermedad terminó por consumirlo- dijo con aparente tranquilidad, pero la verdad era que el tema todavía la afectaba.

-Vaya, lo siento Kuchiki. Debió haber sido duro.

-Lo fue. Seguimos sin capitán, pero Kyoraku-sōtaichō espera conseguir a alguien que sepa manejar las cosas tal y como Ukitake-taichou lo hubiese querido.

-¿Poco después, dices?

-Así es, para ser más precisa, mañana hará exactamente un mes. Fue todo muy rápido.

Escucharon el silbato que daba por finalizado el partido y al equipo ganador festejar. Ichigo recibió el elogio de sus compañeros mientras se acercaba a tomar agua, contento, ya que después recibiría su paga.

-Será mejor que te vayas- le dijo el Quincy al ver a Ichigo irse con el equipo- La entretenida vida de Kurosaki te espera.

Rukia sonrió de nuevo y mientras se iba, le contestó.

-La vida rutinaria tiene su encanto.

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Deathberry una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora