La cadena

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Desde que Ichigo le contó acerca de sus sueños, Rukia decidió que también debería vigilarlo de noche. Y debía admitirlo, le estaba pasando factura. Dormía muy poco y estaba a su lado casi todo el tiempo, por no decir que completamente. Las escasas horas que podía dormir era cuando estaba en clases y no era tan cómodo la rama del árbol.

-Deberías ir a descansar, Kuchiki. No te ves muy bien.

-Tranquilo. Son solo gajes del oficio.

-Permíteme discernir- dijo Ishida mientras se acomodaba los lentes.

El Quincy y la shinigami estaban en el patio, alejados de todos.

-No tienes que preocuparte, Ishida. Estaré bien.

-¿Kurosaki te ha visto así?

-Ishida.

-Lo siento, Kuchiki, pero de verdad no pareces estar bien. Estás pálida y ojerosa.

-Gracias, eres muy lindo al decirle eso a una chica.

-Lo digo en serio.

-Lo sé- suspiró y se masajeó el puente de la nariz- Pero es algo que tengo que hacer. Forma parte de mi misión.

-¿Cuál es tu misión? Después de todo este tiempo...

-Imagino que ya debes intuirlo, Ishida, eres un chico listo.

-Quiero que me lo confirmes.

-No es el momento- se miraron a los ojos, ambos sabían que lo que el otro, pero por ahora no era necesario ponerlo en palabras.

El timbre sonó y ambos emprendieron camino a sus respectivos lugares. Ishida se acomodó en su lugar justo para ver cómo Rukia se quedaba dormida en una incómoda posición sobre la rama. El chico suspiró y antes de que llegara la profesora, caminó un par de asientos atrás.

-Kurosaki.

-¿Qué ocurre Ishida?- preguntó sin ganas.

-¿Has visto a Kuchiki estos días?

-¿Qué?- balbuceó nervioso- No sé de qué me estás hablando.

-No te hagas el estúpido conmigo y respóndeme.

-No, no la he visto hace unos días- murmuró- ¿Por qué tanto interés en ella?

-Tus celos son innecesarios conmigo, Kurosaki. Solo me preocupa.

Ichigo farfulló con molestia y lo observó sin negar o afirmar nada.

-¿Acaso está enferma?

-Tendrás que averiguarlo tú- y luego se alejó hasta su asiento.

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De regreso a casa, Ichigo no pudo sacarse de la cabeza la preocupación de su amigo. Suspiró varias veces, pensado en lo que podía hacer. Rukia, detrás de él, caminaba más dormida que despierta. Sus pasos lentos y descoordinados daban la sensación de que caería al suelo en cualquier momento.

Repentinamente Ichigo se detuvo y casi choca con él. Lo miró con extrañeza y siguió su mirada hacia un poste de luz, pero lo que él miraba era una pequeña botella de vidrio tirada, con flores y agua esparcida alrededor. Se acercó hasta acuclillarse y ponerlo de pie, junto con las flores.

-Mira que hay idiotas que no respetan nada- murmuró para sí mismo- Mañana te traeré flores nuevas- luego se levantó para volver a su camino.

Rukia no se movió de su lugar, pensando si fue o no coincidencia que Ichigo hiciera eso, justo cuando el espíritu de un niño pequeño estaba llorando al lado de las flores caídas. Y no solo eso, prometerle que le traería unas nuevas.

Deathberry una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora