Después de ese precioso beso, vinieron muchos más. Estábamos tirados en la hierba disfrutando el uno del otro hasta que esos besos quisieron llegar a más. Nos sentíamos el uno al otro como nunca lo habíamos hecho. Yo estaba algo nerviosa porque no sabía cómo llevar la situación pero otra vez más, la respuesta fue dejarme llevar. Comenzamos a tener calor y la ropa ya sobraba. Alfred tuvo muchísimo cuidado conmigo y es de agradecer. Me hacía sentir tan bien cuando estaba con él... nos perdimos rápidamente entre caricias y placer. Por primera vez éramos sólo uno. El resto del tiempo solamente tuvimos uno de los mejores momentos de nuestras vidas.
Nos quedamos abrazados sincronizando nuestras respiraciones mientras yo intentaba creerme lo que acababa de pasar.
– Parece que yo también he tenido una primera vez aquí... – reí.
– Sí – sonrió – pero quiero que tengamos una primera vez en común, justo aquí – dijo mirando al cielo.
Me quedé pensativa porque no terminé de entender muy bien lo que acababa de decir. Obviamente esa no había sido su primera vez y tampoco iba a preguntar quien fue la afortunada pero ¿qué quería decir con ''una primera vez en común''?
– ¿Una primera vez en común? – fruncí el ceño – ¿A qué te refieres?
– A eso – señaló las estrellas – siempre lo llevo conmigo... – sacó un amuleto que tenía exactamente la misma forma que mi pulsera.
Yo lo único que hacía era sonreír como una niña pequeña, no entendía cómo podía ser tan perfecto.– Tú eres como una estrella, siempre has estado ahí aunque no te haya visto antes. – me dijo con esa mirada tan intensa fijada en mis ojos.
– Y seguiré estando... – le besé.
Todo eso me hizo recapacitar todo lo que había pensado esa mañana. Estaba muy equivocada, no éramos amigos. Llamara como lo llamara, éramos eso que siempre soñé con tener algún día.
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Pasaron tres días de aquel acontecimiento tan importante en mi vida y que tanto iba a recordar. Estaba en la bolera que había a las afueras del pueblo con Aitana, su novio, Alfred y también Ana y Nerea. Nos lo pasamos muy bien hasta que ocurrieron una serie de sucesos que acabó con nuestra diversión.
Era el turno de Alfred para tirar y cuando estaba a punto de ello, Vicente no pudo soportar más el pique que llevaban teniendo durante todo el día.
– Haz un pleno, que últimamente no haces muchos en tu vida – dijo el novio de mi prima.
A Alfred, ya cansado, se le cayó la bola. Ésta fue directa hacia los bolos y tiró tres pero él ni siquiera lo vio porque estaba de espaldas mirando fijamente a Vicente.
– Al contrario de ti, yo no necesito hacer ningún pleno para ser feliz – dijo Alfred.
– Porque no puedes. ¿No te acuerdas de todo el tiempo que te gustó Aitana? Nunca hiciste nada y ahora te conformas con la opción fácil. Lástima que ella no se de cuenta – respondió.
En ese momento Vicente me cayó bastante mal. ¿Quién se creía que era para decir eso?
– No sé de qué narices hablas. Amaia no es ninguna opción fácil, es la persona de la que estoy enamorado. Y tú deberías estar orgulloso por la magnífica novia que tienes en vez de echarme en cara cosas de cuando éramos unos críos. – dijo muy bien mi chico.
– Es verdad, entonces sigues siendo un crío – le desafió.
– ¡Vicente! Eres un gilipollas – le gritó Aitana – eso no es verdad, deja a Alfred de una vez.
– Sí es verdad. Lleva enamorado de ti años, Aiti. Nunca lo admite delante tuyo – dijo Vicente.
– ¡Sí! Sí es verdad. ¿Y qué? – alzó Alfred sus brazos – siempre me ha gustado Aitana, hasta que llegó Amaia y vi que estaba muy equivocado.
– Sí, y por eso tienes tu cuarto lleno de cosas que ella te regaló – apuntó a mi prima.
Cuando Vicente dijo eso, yo me fui corriendo. Tenía muchísima rabia en mí. No sabía si lo que acababa de soltar por la boca era verdad o mentira. En ese momento recordé que Alfred tenía un tablón lleno de cartas y demás objetos y me derrumbé. Corrí hasta la que en ese momento era mi casa y me encerré en mi habitación. Lo primero que hice fue llorar como una loca. No podía creerme nada... ¿Alfred estaba enamorado de Aitana?
En el fondo sabía que eso era mentira pero me dolió muchísimo hasta imaginármelo. Mi prima con el chico del que estaba enamorada... no me entraba en la cabeza. Lo peor es que algún día eso fue una realidad y a Alfred le gustaba Aitana. Eso era lo que más me dolía por muy mal que suene...
Lloré hasta que me quedé dormida, en el suelo. Si mi madre se hubiese enterado de lo que estaba pasando no habría dudado en llevarme de vuelta a Barcelona.– Amaia... – dijo alguien acariciándome el pelo.
En ese momento abrí los ojos y pude ver a Alfred algo borroso hasta que conseguí enfocar la vista. Tenía el labio inferior con sangre y el pómulo morado.– Amaia lo siento.
– ¡Alfred! ¡¿Qué ha pasado?! – me levanté para observar sus heridas.
– No lo sé... cuando te fuiste empujé a Vicente y nos peleamos. No entiendo qué me pasó, yo no suelo reaccionar de ese modo pero me dolió tanto verte así... – dijo.
– Fue por mi culpa, soy idiota. Oí todo lo que dijo sobre Aitana y tú y... – me quedé sin palabras.
– Amaia, te juro que no estoy enamorado de ella ni ella de mí. Guardo todo lo que ella me regala porque es mi mejor amiga y la quiero muchísimo pero nada más. – me miró fijamente – por favor, créeme.
– Ya lo sé, Alfred – le agarré su mano izquierda – te quiero muchísimo.
Alfred me dio un abrazo para consolarme aunque yo debería haberle consolado a él. Justo entonces apareció Aitana.
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Nuevo capítulo!!! Varias cosas han sucedido pero Amaia y Alfred siguen en pie. ¿Qué opinará Aitana sobre todo esto...?Twitter: @MRY_4OT
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Por Si Te Hace Falta
Fanfiction[Historia Alternativa] Amaia, con 16 años tiene que irse a casa de su tía en Pamplona. La idea no parece gustarle mucho hasta que Alfred aparece en su vida de repente. Ya nada volverá a ser lo mismo, ni siquiera ella. - ¿Sabes? tú formas parte de es...