Capítulo 2

1.8K 72 9
                                    

Esa persona sólo podía ser Aitana. Mi primita, a la que hacía un montón de tiempo que no veía.
Noté como cada escalera que iba bajando, me entraban más nervios hasta que por fin vino corriendo hacia mí y me abrazó. Fue uno de los abrazos más emotivos que he dado (o me han dado) en toda mi vida. Ni siquiera dijimos nada, sólo nos dedicamos a estar así. No era consciente de cuánto la había echado de menos hasta ese mismo instante. Empecé a recordar las tardes jugando juntas en el parque, las meriendas que terminaban en cenas y fiestas de pijamas... fue como volver a mi infancia.

– Como te he echado de menos Amaia... – dijo abrazándome más fuerte todavía.

– Jo, Aiti, yo a ti también – dije con una sonrisa de oreja a oreja.

Después del intenso abrazo, Aitana se empeñó en enseñarme toda la casa y sobre todo, la que sería mi habitación por tres meses. La verdad, era preciosa. Tenía una cama con una cortina de seda blanca que me llamó muchísimo la atención, siempre había querido tener una igual. Al lado de la cama había una enorme ventana desde la que se veía todo el pueblo. El resto de la habitación no me impresionó tanto como estas dos cosas, tenía un armario, una mesilla de noche y un escritorio. También había una guitarra algo vieja, supongo que de Miriam.

– Ahora que te he enseñado la casa, ¿qué quieres que hagamos? – me preguntó Aitana.

– No sé... bua, ¿tú qué haces para no aburrirte aquí? No estoy acostumbrada a vivir en medio de la nada. – contesté.

– A lo mejor te parece aburrido, pero hay bastante gente de nuestra edad aunque no lo parezca, y a veces se montan unas fiestas increíbles por todo el pueblo. Tranquila, no te aburrirás. – dijo mi prima.

¿Gente de nuestra edad? ¿En serio? Yo creía que esto estaría lleno de abuelitas dando de comer a las palomas y resulta que tienen más juerga que yo en Barcelona.
La cosa no pintaba nada mal, estaba segura de que ese verano iba a ser inolvidable, y no me equivocaba.

Después de estar charlando una larga hora con mi prima sobre todo lo relacionado con la vida en ese pueblo, decidimos salir un rato a la calle para que Aitana me presentara a algunos amigos suyos.
Por sorpresa, me presentó a su novio, Vicente. Me había hablado un par de veces de él pero no creía que siguieran juntos. Se les veía tan felices... se miraban con tanta ternura que hasta me dio envidia. Yo había tenido dos novios en mi vida pero nada serio, cosas de niños supongo. Tampoco es que me parara a pensar mucho en esos temas porque la verdad me daban bastante igual, pero tenía la esperanza de poder enamorarme algún día, pronto, y sentir algo más que un simple afecto hacia otra persona. Aunque no estaba segura si estaba preparada para eso.

Estuvimos en la plaza del pueblo los tres, había momentos en los que me sentía un poco sujetavelas, para qué voy a mentir. Vicente me contó cosas sobre sus amigos y también me prometió presentármelos algún día. Por todo lo que me dijo parecían súper divertidos y la verdad tenía ganas de conocer personas nuevas.

– Aitana, ¿Y tus amigas? ¿No iban a venir? – dijo Vicente.

– Al final Ana y Nerea no pueden venir. Pero seguro que hay alguien en el parque de al lado. – contestó.

– Pues vamos entonces – propuso Vicente.

Nos dirigimos los tres hacia el parque. Aunque tardamos más de lo esperado porque Aitana y Vicente iban jugando. Al llegar, me fijé en una fuente que estaba rodeada de arbustos y cuando aparté la vista hacia otro lado, vi a un chico de cuclillas, dibujando algo en la tierra con un palo. Aitana también le vio y fue hacia él.

– ¡Alfreeed! – gritó mientras corría y le abrazaba después – tengo que presentarte a alguien, ven.

Le cogió de la mano y le trajo corriendo hacia donde estábamos Vicente y yo.

– Amaia, este es Alfred, mi mejor amigo. Alfred, esta es Amaia, mi prima – dijo entusiasmada.

El chico se quedó mirándome y yo observé unos segundos su rostro. Era moreno con el pelo corto, ligeramente hacia arriba. Tenía los ojos negros y lo que más me llamó la atención de estos fue el brillo que tenían. No pude observar mucho más porque Aitana estaba muy entusiasmada en presentarnos.
Él me extendió la mano y nos dimos un apretón. Yo normalmente suelo dar dos besos, pero ni siquiera tuve la oportunidad porque él se adelantó.

– Encantado, espero que no estés tan loca como tu prima – me dijo con una sonrisa.

Aitana le dio un puñetazo en el hombro y todos nos reímos. Todos menos Vicente, que por lo que estaba viendo, no se llevaba muy bien con Alfred.

Después de presentarnos, Aitana y Vicente fueron a por unos helados para todos y yo me quedé sola con Alfred. Me incomodaba un poco porque no sabía qué decirle, así que me acerqué a la fuente en la que me había fijado antes y que tan bonita me parecía. Él se acercó y me contó que en esa fuente conoció a Aitana cuando él tenía 10 años y ella 8.

– Es lo mejor que me ha pasado, siempre está ahí para lo que sea – dijo.

Ojalá yo tuviera una relación de amistad como la de Aitana y Alfred. Siempre me he llevado bien con todos pero nunca he tenido una relación tan larga de amistad, y menos con un chico, porque siempre he tenido más amigas que amigos.

Estuvimos andando por el parque mientras me contaba anécdotas graciosas de cuando Aitana era pequeña. La verdad es que era un chico muy gracioso.

Mientras caminábamos, me topé con una palabra escrita en la tierra : Londres.

– Esto lo has escrito tú, ¿verdad? – pregunté.
........................................
Hola!! Bueno, aquí está el nuevo capítulo. Espero que os haya gustado y muchísimas gracias a los que distéis apoyo al anterior. ❤️

Twitter: @MRY_4OT

Por Si Te Hace FaltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora