La noche de ayer fue muy extraña. No sé exactamente qué pasó entre Alfred y yo. No sé qué pretendía dándome esa pulsera. Él era tan misterioso...
Estuve dos horas tumbada en mi cama, pensando en todo lo que había pasado en esa fiesta e intentando encontrarle un sentido a todo, pero fue en vano.
Bajé a desayunar y me encontré a Miriam preparándose para ir a trabajar. A penas la veía durante el día, tenía mucho que hacer. Me comí dos tostadas con mermelada de fresa y un vaso de leche y después fui a ducharme. Me vestí con un pantalón vaquero azul y una camiseta blanca. Como no sabía qué hacer porque Aitana estaba con su novio fuera, fui a investigar un poco la casa. Entré en una habitación que apenas había visto y me parecía preciosa. Todo era un poco antiguo pero eso me encantaba. Me senté en una mecedora que había al lado de una mesa. Observé todo de aquella habitación con detalle y no podía creer lo que estaba viendo. Me acerqué, quité la tela blanca y allí me encontré un precioso piano. En seguida me senté y toqué una de mis canciones favoritas mientras la cantaba, ya que mi tita se había ido hacía un rato a trabajar y nadie me iba a escuchar. Allí pasé una hora disfrutando de mi instrumento favorito y, de la música en general. Pude evadirme de todos mis pensamientos hasta que pude sentir la presencia de Alfred cuando se sentó a mi lado en el piano. ¿Qué demonios hacía allí? Mentiría si no dijera que me había asustado.
– ¡Alfred! me has asustado ¿qué haces aquí? – dije intentando respirar hondo.
– Lo siento... no era mi intención. Aitana me ha contado como estabas ayer y siento mucho si te molestó. – dijo con una mano en mi hombro.
– No... no me molestó, de verdad. Es que... no sé, Alfred. No te pillo. Bua, qué tonta soy, perdón.
– ¿Tonta? Amaia, espero que no te enfades pero he visto como tocabas y cantabas y me he quedado impactado. De tonta nada. Eres buenísima. Te lo juro.
Alfred se puso a tocar la misma canción que estaba cantando y me sonrió. Sabía que esa sonrisa era para que yo también cantara pero estaba muy avergonzada por que me hubiera visto. Y también porque él me ponía nerviosa.
Como vio que no quería cantar, puso su mano en mi pierna y me dijo que no pasaba nada. Otra vez esa sensación. Cada vez que me tocaba...
Me quedé mirando hacia abajo sin saber qué decir ni qué hacer y él me cogió de la barbilla para que levantara la cabeza. Acto seguido puso su mano sobre la mia y la colocó en el piano. No sé qué se me pasó por la cabeza en ese momento, pero comencé a tocar y a cantar. Podía sentir como Alfred no apartaba sus ojos de mí pero estaba tan metida en la canción que no me importó. Él me acompañó cantando y fue un momento tan bonito... ahí me di cuenta de que realmente lo que sentía por Alfred era algo más que amistad. Cuando terminamos de cantar, le di un abrazo. Fue un impulso. Me quedé ahí, entre sus brazos durante un minuto. Pude observar lo bien que olía, no se me olvidaría nunca.El día lo pasamos cantando y disfrutando de la música como no lo había hecho antes. Me lo estaba pasando tan bien que no quería que se fuera nunca.
Llegó Aitana a casa y se unió a la fiesta. Nos dieron las dos de la mañana cuando estábamos los tres en mi habitación hablando y pasándolo en grande.
– Me tendría que ir ya a casa, que es un poco tarde – dijo Alfred.
– No, no te vayas. –dijo Aitana medio suplicando – Te puedes quedar a dormir si quieres Alfred, ya lo sabes.
– ¡Sí, y hacemos una fiesta de pijamas! – dije con sarcasmo.
– Bueno, bueno... si insistís tanto... me quedaré.
– Bieeen. Ese es mi Alfred – dijo Aitana abrazándole.
Cuando lo abrazó, sentí celos, no lo voy a negar. Pero luego me acordé de la conversación que tuve con Aitana y ella estaba muy enamorada de Vicente como para pensar en otro chico, y menos en Alfred.
– Y, ¿dónde se supone que voy a dormir? ¿en el suelo? – dijo riéndose.
– Pues podrías... pero como soy buena amiga te voy a dejar dormir en mi cama – contestó mi prima.
– Halaaaaa, Aitana por favor, que tienes novio. – dije. Me salió del alma decir eso, aunque luego me arrepentí.
– Jobar Amaia, qué infantil eres – se rió de mí – si quieres, puede dormir contigo. Te le dejo para ti solita.
– Por mí ningún problema – dije.
Pero ¿por qué narices dije eso? Obviamente sentía algo por él, pero tampoco quería decir eso en alto. Aunque no dije nada sobre mis sentimientos pero...
Los dos se quedaron callados, mirándome y después mirándose entre ellos. Aitana se empezó a reír y me dijo lo mismo que le había dicho yo, pero sin lo de ''que tienes novio''.
– Pues ya está, no tendré que dormir en el suelo. – dijo Alfred.
Después de la incómoda conversación, cenamos las sobras que había en el frigo y nos preparamos para dormir. Aitana y yo fuimos al baño a lavarnos los dientes y luego cada una a su habitación. En ese momento recordé que iba a dormir con Alfred y no sabía ni qué hacer.
.........................................
Muchísimas gracias por leerlo!! Espero que os haya gustado. Mañana subiré el capítulo 6... ¿Qué pasará entre Amaia y Alfred?Twitter: @MRY_4OT
ESTÁS LEYENDO
Por Si Te Hace Falta
Fiksi Penggemar[Historia Alternativa] Amaia, con 16 años tiene que irse a casa de su tía en Pamplona. La idea no parece gustarle mucho hasta que Alfred aparece en su vida de repente. Ya nada volverá a ser lo mismo, ni siquiera ella. - ¿Sabes? tú formas parte de es...