X Cenicienta

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         Eran las seis de la mañana y Hermione daba vuelta en su cama. Ya no podía dormir, sus horas de sueño eran suficientes. Su mente era un torbellino de pensamientos. Primero que nada, era un milagro no tener pesadillas. Quizás la charla con Ron la había ayudado, porque nunca había hablado con nadie de estas. Segundo, se le pasaba también por la mente si sus padres ya habían llegado y si lo habían hecho bien. Y tercero, pensaba si ir a Hogwarts y terminar sus estudios cambiaría la relación. Se rió, porque no hacia ni una semana que se habían puesto de novios. 

Decidió dejar de pensar en todo eso, imaginándose que era lo mejor y además ya le estaba comenzando a doler la cabeza. Salió de la cama y observó la de Ginny, ella seguía durmiendo tranquila. Fue con dirección al cuarto de baño y se lavó la cara con el agua fría del grifo. Volvió al dormitorio y se vistió sin hacer ruido. Bajó lentamente las escaleras y se encontró con Molly que estaba leyendo un libro de cocina mágica mientras tomaba una taza de té.

—Buenos días —Le deseó Hermione interrumpiéndole la lectura.

—Buenos días querida, ¿cómo has dormido?

—Muy bien, aunque ya habíamos dormido bastante en Australia.

—Entiendo, por el cambio de hora. ¿Cómo llegaron?

—Excelente

—¿Y los señores Granger?

—Vienen en camino, tuvieron que venir en avión, ya que salieron de esa forma

—Entiendo. —Contestó Molly parándose para prepararle un té a Hermione. — Si quieres invítalos a almorzar hoy, van a venir algunos invitados.

—Sería estupendo, ellos llegan dentro de una hora. —Le informó ella— A las once me aparezco por casa y les digo.

—Si ellos quieren y no están cansados, sería estupendo que vinieran.

—Yo les digo, gracias. —Le agradeció Hermione.

Molly le alcanzo el té y Hermione le agradeció de nuevo. Estuvieron conversando acerca de Australia y que le gustarían volver en vacaciones de verano. Luego, le preguntó a Molly si podía ducharse y ella le dijo que esas cosas no tendrían que preguntarle, ya que la Madriguera era como su casa. Hermione sonrió, volvió a darle las gracias a su suegra y se fue a duchar. Después de hacerlo, bajó a la cocina y se encontró a Ginny.

—Ginny, ¿cómo has dormido?

—Muy bien ¿y tú?

—Bien.

—¿Te quedarás a almorzar?

—Sí, tu madre me dijo de invitar a mis padres también.

—Excelente, te tengo que decir algo que me ha dejado desde ayer muy sorprendida.

—¿Qué es?

—¡No puedo decírtelo! —Le señaló Ginny. —Te lo debería comentar ella.

—¿Ella?

—Sí, cuando venga. —Ginny le hizo una guiñada a su amiga y se sentó a la mesa. Para tomar también el desayuno. Hermione se quedo un poco pensativa, pero no le iba a seguir insistiendo, ya que sabía que no le iba a contar nada. Así que cambio de tema:

—¿Y Harry?

—Está durmiendo, creo. Es que ayer estuvo arreglando todo lo de la casa nueva. Tuvo que hacer muchos papeleos para que le cambiaran galeones a libras esterlinas. Por ser Harry, no tuvo tantos problemas. — Le comentó mientras tomaba un pedazo de pan y lo untaba con mantequilla.

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