Se despertó con el sonido de la lluvia. Las gotas intranquilas golpeteaban la ventana de la Torre de Gryffindor. A pesar que ya era de día, estaba sumamente oscuro. Hermione se sentó en su cama y se desperezó. Observó hacia las camas de sus compañeras de habitación, todas dormían. Luego, miró la hora del reloj de pulsera suyo que estaba en su veladora, daban las ocho y media. ¡Tenía que despertar a Ginny para que fuera a las nueve a entrenar quidditch! Se había dormido, eso le recordaba mucho a Ron. Pensó en él y suspiró. Hoy lo vería en Hogsmeade junto a los chicos.
Se paró de su cama y se dirigió hacia la de su amiga.
—Ginny, despierta. Son las ocho y media.
—Ya voy. —Le contestó ella y se desperezó con mala gana.
Hermione le deseó los buenos días y se levantó al igual que su amiga. Después de que se vistieran, se dirigieron al Gran Comedor a desayunar. Ginny corrió al desayunar y ella lo hizo más tranquila. Después de diez minutos se quedó sola quedándose con la compañía de su libro de Encantamientos avanzados ya que Ginny se dirigió al campo de quidditch a entrenar. Sintió un poco de pena por su amiga, porque le había hecho un mal día, pero sabía que no iba a cancelar el entrenamiento. Desde que la habían seleccionado capitana del equipo, estaba eufórica diciéndole a todo el mundo que ganaría Gryffindor la Copa de Quidditch de ese año costara lo que costara.
Se quedó un largo rato allí y luego se fue con destino a la Biblioteca a leer algunos libros más. Cuando quiso acordar, ya era la hora de almuerzo. Allí se encontró nuevamente con su amiga. Al parecer también había parado de llover, lo que les produjo un alivio, en la tarde iba a ser un lindo día.
Cuando el reloj dio las cuatro de la tarde, se encaminaron hacia Hogsmeade. Al llegaron, se dirigieron hacia las Tres Escobas. Afuera del local se encontraba Harry, Ron y Neville entretenidos conversando. Ron elevó la vista hacia donde estaban y pudo ver a las chicas, lo que le causó una sonrisa esporádica.
Hermione corrió hasta donde él estaba y lo abrazó. Luego, Ron la besó como si hiciera años que no la veía.
Después de que todos se saludaran, entraron. Se sentaron los seis al lado de la vieja ventana con vista a la calle principal del pueblo. De repente apareció Madame Rosmerta, la dueña de Las Tres Escobas:
—Buenas tardes chicos, que quieren para degustar?
—Seis cervezas de mantequilla por favor. —Le pidió Hermione.
—¿Como han estado?
Después de tomar las cervezas, Hermione invitó a Ron a dar una vuelta por Hogsmeade a solas.
—Nos vemos luego
—Nos vemos.
Ginny y Harry hicieron lo mismo, pero con dirección hacia Hogwarts. Luna y Neville se quedaron compartiendo un rato en las Tres Escobas.
—Tengo algo que decirte. —Le informó Ron.
—Dime.
—George piensa abrir una tienda aquí en Hogsmeade.
—¿En serio? —Le preguntó Hermione sorprendida.
—Sí. No es lo único que te quería decir. —Le expuso Ron. —Lo otro es que pienso ayudarlo.
—¿Y cómo vas a hacer?
—Este año vendré a atender aquí y el curso de aurores lo seguiré el año que viene.
—¿Harry sabe?
—Sí, sabe
—¿Que te ha dicho?
—Que le gusta la idea a pesar de que lo deje solo.
—¿Y la carrera de aurores que tanto querías hacer?
—Te he dicho amor, la comenzare el año que viene.
—Entiendo.
—No me has dicho qué opinas.
—Me parece estupendo. Si es lo que tú deseas. — Le contestó Hermione sonriéndole. —¿Y a donde vamos?
—A mostrarte en dónde compramos.
—¿Ya lo compraron?
—Sí, te lo quería mostrar a ti primero.
Pararon casi al final de la calle, en una esquina, frente a un edificio pintado de un naranja chirriante, con dos pisos.
—George ya ha estado arreglando cosas.
Las personas que pasaban por allí observaban curiosos por las ventanas, tratando de averiguar que tienda iban a poner allí. Ron tomo de su bolsillo de su pantalón unas dos llaves y abrió la enorme puerta de aquel lugar. Invitó a pasar a Hermione.
Ella entró primero. Observó el lugar, ya había varias repisas y cajas. Había una pequeña escalera en un rincón que conducía al piso de arriba. No era tan enorme como la que estaba en Callejón Diagon, pero el ambiente era muy amplio. Cuando escuchó que Ron cerraba la puerta, se dio cuenta que estaban solos, sin nadie alrededor. Se dio vuelta y se encontró con la mirada de él posada en ella. Le sonrió y su corazón se le aceleró de forma instintiva. Se acercó hacia él y se fundieron en un apasionado beso. Hacía mucho que no se encontraban de esa forma, la mano de Ron tomaba de forma delicada el pelo de ella. Estuvieron un largo rato así hasta que se separaron para inhalar un poco de aire.
—Te amo Hermione
—Yo también te amo, amor.
Debía admitirlo, Ron hacía que sus hormonas se alborotaran demasiado. Había quedado roja y con el corazón latiéndole a mil por hora. Decidió que lo mejor era salir para fuera:
—¿Salimos?
—Bueno.
Salieron hacia afuera, el frío de la tarde inundó sus mejillas, quitándole aquel sonrojado calor. Comenzaron a caminar hacia Hogwarts. En la entrada, se reencontraron con Ginny y Harry.
—¿Nos vamos Ron? —Le preguntó Harry.
—Sí, vamos. —Le respondió Ron.
—¡Nos estamos viendo pronto! —Exclamó Ginny saludando a su novio y su hermano.
—¿Dentro de dos semanas? —Les cuestionó Harry.
—¡Sí! —Le afirmó Ron. —¡Para celebrar tu cumpleaños, Hermione!
—Tienes razón, ya diecinueve. ¡No puedo creerlo! —Les confesó Hermione. —Vuelvo a tener un año más que ustedes chicos.
—Es verdad. —Le expuso Ron. —Hasta el año que viene.
—¡Sí! —Exclamó Harry. —Nos vemos chicas.
—¡Nos vemos! —Hermione saludó a Harry y a Ron.
Luego de despedirse, Ginny y Hermione volvieron al castillo.
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Volver a empezar...
Fanfic¿Qué fue lo que ocurrió después de aquel tenebroso setiembre de 1998? ¿Cómo pudieron superar las pérdidas y la destrucción del mundo mágico? ¿Qué consecuencias tuvo aquel beso fugaz que Ron le dio a Hermione en plena batalla? Estas y muchas...