El viento frío movía su corto cabello color carbón, negro como el petróleo.
Hermosa comparación.Danna estaba enfundada en una manta mientras comía malvaviscos en el pequeño sillón de su habitación. No tenía ganas de pararse a cerrar la ventana pero en poco tiempo empezaría a nevar allí dentro si no hacía algo al respecto.
Se ajustó los lentes con el dedo índice y se levantó envuelta en el manto con estampado de Harry Potter. Dejó la laptop en el mueble. Cerró la ventana con dificultad y le puso el seguro.
Volvió al sillón y se acomodó en este.
"Vaya clima"—Pensó al ver las gotas de lluvia golpear el cristal con intensidad.
Se puso los audífonos y continuó escribiendo donde se había quedado. Estaba trabajando en una historia para la clase de español. La maestra había dicho que tenía que contener: Elementos mágicos o sobrenaturales, escrita en tiempo pasado y, lo más importante, que fueran "creativos".
"Que estupidez"—Pensó mientras negaba con la cabeza en señal de desaprobación.
—Como que la creatividad cae del cielo—Se dijo a sí misma rodando los ojos.
Entonces se quedó congelada frente al portátil. Escribió tres palabras y las borró a los dos segundos. El sonido de un trueno la sacó de ese trance.
Entonces se rindió por quinta vez. Comió otro malvavisco y se dio cuenta que ya no quedaban más. Lanzó la bolsa de plástico vacía hacia la pequeña papelera pero falló en el intento. La bolsa se quedó a medio camino.
Miró al techo con frustración y lanzó varias maldiciones al vacío antes de recogerla y salir de la habitación dando un portazo.
—¿Y ese mal genio de donde viene?—Preguntó su madre de brazos cruzados.
Danna la ignoró y bajó las escaleras en búsqueda de más malvaviscos. Abrió la despensa pero no había nada dentro. Nathalia.
—¡Nathalia María Montoya, sal ahora mismo!—Grité con frustración.
En lo que pareció una eternidad después salió la hermana menor de Danna de su habitación con la bolsa de malvaviscos en una mano.
—Eso no es tuyo—Le dijo Danna acercándose con una mirada amenazadora.
—Ahora lo es—Dijo con una sonrisa que solo provocó más irritación de parte de Danna.
—Eres un engendro del demonio—Murmuró mientras buscaba algo comestible en la nevera.
—Deberías dejar de comer tanto, te estás poniendo redonda—Dijo Nathalia burlándose.
Nathalia era una adolescente de 14 pero tenía la mente de una niña de 11 años, según Danna.
—Ya, cállate. Eres irritante.
—Es mi trabajo—Dijo lanzándole un beso.
Danna la ignoró y siguió buscando en la gavetas. Nada de comer.
—¡Mamá hay que hacer la compra!
—¡En la nevera hay frutas!—Respondió su madre.
Danna ya estaba el doble de fastidiada que cuando salió de su habitación minutos atrás.
—No soporto a esta familia—Dijo entre dientes.
—¿Qué dijiste?—Preguntó su madre en tono autoritario.
Danna la ignoró por segunda vez y se metió a su cuarto, esta vez sin comida.
Se le había hecho un hábito eso de ignorar a la gente, le parecía más fácil que intentar hacerse escuchar. Como sea, a nadie le importaba lo que decía.
Escuchó a sus dos parientes hablando en la cocina. Esas dos se llevaban de lo mejor, Danna era la oveja negra de la familia.
***
Danna escuchó que tocaron la puerta. Lanzó los audífonos al suelo y se levantó con pereza de la cama. Habían pasado unas tres horas desde el incidente y ya no estaba tan de mal humor. Abrió la puerta para encontrarse a su madre con una sonrisa plasmada en la cara.Entró sin vergüenza y se sentó en la cama de Danna. Hizo un gesto con la mano para indicarle que se sentara.
Danna obedeció con cierta molestia y se sentó en la silla de su escritorio.
—Tengo noticias—Soltó su madre sin titubear.
—¿Buenas o malas?—Preguntó Danna frunciendo el ceño.
—Depende de cómo te lo tomes...
—Escúpelo.
—Me casaré con Martín.
Danna se atragantó en su propia saliva y tosió hasta deshacerse del sentimiento de ahogo.
—¿Martín? ¿Quién diablos es Martín?—Soltó Danna indignada.
—Te he hablado de él millones de veces, es que nunca me escuchas.
—¿Millones de veces?, seguro me estás confundiendo con tu querida Nathalia, tú y yo no hablamos.
Su madre puso una expresión dolida, se recompuso al instante.
—Tal vez. Pero supongo que tenías que saberlo.
Esta vez la expresión de dolor provino de Danna, ésta la cambió por una de rabia.
—¿Te casarás con un hombre al que ni siquiera conozco?, no pienso vivir con un desconocido—Dijo Danna subiendo la voz.
—Así es, querida. Lo quieras o no.
Su madre cerró la puerta justo al terminar de hablar dejando un silencio vacío en la habitación.
Las lágrimas se amontonaron en los ojos de Danna. No les impidió que cayeran.
Se hizo un ovillo y escondió la cabeza entre sus rodillas hasta quedarse seca.
Se limpió las lágrimas que aún le rodaban por las mejillas y se sacudió la nariz que ya estaba rosada.Danna y su madre pasaban mucho tiempo juntas cuando ella era una niña pequeña, pero al ir creciendo su relación se fue distanciando poco a poco.
Un día su madre dejó de llevarla a comer helado, otro día Danna dejó de darle las buenas noches antes de dormir, otro día a su madre se le olvidó su cumpleaños...hasta el presente. Danna y su madre se hablaban solo para lo necesario.
Vio la hora. Ya era tarde.
Danna puso la alarma para el día siguiente, debía ir a la escuela. Apagó la luz y se acostó, pero no logró conciliar el sueño hasta horas después.
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La Vida De Danna
Teen Fiction¿Qué hace la chica tímida del salón cuando los dos chicos más populares de la escuela se vuelven sus HERMANASTROS? -Gracias, mamá-Dice Danna rodando los ojos. -De nada, cariño-Dice su madre estallando en carcajadas.