Las tres hembras de la casa estaban hasta el tope de galletas. La madre de las dos chicas estaba tirada en el sillón con una expresión clara de arrepentimiento, Nathalia se quejaba cada dos segundos de que iba a vomitar y Danna luchaba por no hacer lo mismo.
Las tres se mantuvieron allí hasta que la digestión comenzó a hacer su efecto y se sintieron más livianas. Con el cabello enmarañado Marta, la madre de ambas, subió con cara de enferma a su habitación y se tiró en su cama con los brazos abiertos de par en par.
Nathalia se removió en su asiento y se quedó mirando a Danna pensativa. Danna miraba al techo con un interés fuera de lo normal, y sumergida en sus pensamientos como estaba no se dio cuenta que su hermana lloraba junto a ella. Cerró los ojos y comenzó a tararear una canción.
—¿Ya lo conoces?
—¿A quién?—Preguntó secándose las lágrimas con las manos.
—Al novio de mamá.
Nathalia esperó un tiempo antes de responder. —Sí.
—Ya lo sabía. Solo quería que me lo dijeras tu misma.
—¿No estás enojada?
—Si mamá está feliz, yo también lo estoy por ella.
—Saldré esta noche...¿Me cubres?
—¿Mamá no lo sabe?
—Shhhhhhh,—Dijo con desesperación—solo di que sí, no me dejaría ir si supiera.
—No creo que esté bien...—Dijo Danna con el entrecejo fruncido.
—No me importa si crees que está bien o no, es mi vida y son mis decisiones—Dijo levantándose y dando un paso hacia Danna.
Ésta se incorporó y la miró con miedo.
—¿A dónde irás?—Su hermana se quedó callada con los labios apretados—Nathalia, ¿En qué te estás metiendo?
—Métete en tus asuntos, y si le dices a mamá hay una gran posibilidad de que no quieras volver a la escuela nunca más.
Nathalia se fue corriendo escaleras arriba y Danna se llevó una mano a la frente. Pensó en decirle a su madre pero recordó la amenaza. Ya le ocurrían suficientes cosas malas en el colegio para echarse otro problema más al hombro. Hizo lo posible por pretender que nada acababa de pasar y volvió a su habitación con la mirada perdida.
Su cabello ondulado bailaba con la brisa del ventilador. La música resonaba en toda la habitación y ésta estaba iluminada por una luz roja que daba la sensación de estar en otra dimensión. Danna cogió su bate de baseball que le regalaron cuando tenía diez años y quería jugar en la escuela. Lo dejó dos meses después pero...ese no es el punto.
Con toda la rabia contenida y la euforia de la música empezó a golpear con fuerza una montaña de almohadones que había construido en su cama. Las mejillas se le tornaron rojas y tenía el cabello empapado. Cada vez golpeaba con más fuerza a la vez que cantaba la letra de la canción sintiendo cada palabra.
Luego de golpear con el bate incontables veces, se tiró en el suelo frío agotada. Una sensación de alivio se posó en su interior. Se tapó la cara con ambas manos y se rio de sí misma. La risa se convirtió en una carcajada incontrolable. Con las manos en el abdomen rodó por el suelo. Cuando estaba sola se sentía libre y podía ser ella misma. La canción terminó dejando el último rastro de risa flotando en el silencio.
Y en ese momento Danna tomó una decisión. Allí mismo se puso la meta de que tenía que superar su inseguridad y sus miedos sí o sí. Podría tomarle un mes o un año, pero lo haría. Sabía que no sería fácil pero ya nada podía pararla. Tomó su móvil para ver la hora: 8:45 P.M. Tenía un mensaje de Kyle sin leer.
~Danna te necesito...
~Danna escríbeme por favor...
~No puedo más.
Los mensajes eran de hacía dos horas. Su corazón se aceleró pensando en todas las situaciones posibles que pudieron haber pasado. Kyle tenía un historial de depresión y Danna siempre hacía lo posible para hacerlo sentir bien. Un grupo de chicos de su escuela lo molestaban y le hacían bromas. A Danna le rompía el corazón cada vez que él le contaba que había pasado de nuevo. Kyle era la persona más dulce que conocía y no se merecía algo como eso.
~Kyle, ¿Qué pasa?
~Estuve ocupada la tarde entera, lo siento mucho...
-Es mi madre. Está en coma.
~Oh Dios...Lo siento mucho, Kyle. En momentos como este es que me duele más el no vivir en el mismo país...
~Me siento tan impotente, ¿Sabes?. Solo puedo quedarme ahí observando, no puedo hacer nada para salvarla.
~Haces todo lo que puedes. Al final todo saldrá bien, te lo prometo.
~No prometas cosas que no puedes cumplir.
~Pase lo que pase, PROMETO que al final todo estará bien.
~Eres la mejor de las amigas...gracias por siempre estar ahí para mi.
~Me importas demasiado para no preocuparme por ti.
~Te quiero.
~Y yo a ti
Danna se sonrió y apagó la pantalla. Encendió su computadora y abrió el archivo de Word con la historia de literatura a medio hacer. Debía terminar la historia para finales del siguiente mes y no tenía ni idea de que poner. Su mente estaba totalmente en blanco desde el primer día. Tuvo un gran debate interior por un rato hasta que se decidió a dejarlo por ese día.
Escuchó los pasos de su hermana haciendo crujir el suelo de madera. Por un segundo tuvo el impulso de pararla, pero sentía que se arrepentiría si lo intentaba. Así que lo dejó pasar. Un sentimiento de culpa la invadió...no debió dejarla ir. Ya era tarde y quién sabe que tipo de maniáticoshabía en las calles a esas horas.
Por la ventana observó un vehículo alejándose de la casa. Miró hacia el suelo y camino de un lado a otro hasta que se cansó. Se colocó los audífonos y cerró los ojos para despejar sus pensamientos. Sin embargo, por más que lo intentaba, no lo consiguió.
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La Vida De Danna
Teen Fiction¿Qué hace la chica tímida del salón cuando los dos chicos más populares de la escuela se vuelven sus HERMANASTROS? -Gracias, mamá-Dice Danna rodando los ojos. -De nada, cariño-Dice su madre estallando en carcajadas.